Por Yobaín Vázquez
En el portal de la Mediateca del INAH se pueden encontrar las cinco fotografías más antiguas tomadas a personas de la diversidad sexual en México. Es muy probable que se hayan realizado tras la detención y encarcelamiento de estos hombres en el siglo XIX. Sin quererlo, documentaron estos rostros que hoy pueden ser resignificados, releídos y reconocidos como los abuelos del orgullo LGBT.
Llegan a nuestro siglo los nombres de Luis Peña, la Gamuza; Regino González, la Angostita; Agustín Ambriz, la Choringa; Cruz Trejo, la Torcaza; Concepción Ybarrondo, Concha Miramón.
Estuvieron solos frente a una cámara, estuvieron solos dando la cara. Por ello, son también los que marcan el inicio moderno de la criminalización de la población sexo diversa en México.
Para conocer mejor de dónde provienen estas fotos y de por qué se les agrupó en un mismo lugar, es necesario internarse en la historia de México y de sus procesos para señalar y controlar al diferente.
La diversidad sexual también ha estado inmersa en el devenir político y cultural de este país.
¿Dónde se encuentran esas fotos?
El coleccionista español Felipe Teixidor se dio a la tarea de conservar álbumes fotográficos del siglo XIX. En total tuvo 12, uno de ellos contenía retratos de presos. Son 88 fotografías ovaladas que dan cuenta de un rostro, su nombre, alias y una descripción breve del delito cometido. Por ejemplo:
¿Quién creó ese álbum de presos?
No se sabe, Felipe Teixidor no dice en dónde lo encontró y el álbum no lleva ningún nombre de propietario. Los investigadores Rosa Casanova y Oliver Debroise apuntan que en un artículo escrito en La ilustración americana de 1866 se critica “la pasión que algunas damas europeas tienen de coleccionar retratos de criminales”.
Lo más seguro es que esto haya sido replicado por alguna mujer extranjera o mexicana que imitó esa costumbre. Por lo tanto, no hay una intención de conservar esos retratos para dar testimonio o conservar una parte de la historia, sino que estaba motivado por el morbo o el fetiche. Tan es así que las fotografías fueron descontextualizadas de las actas judiciales de donde provenían y que daban más detalle del caso de los criminales.
¿Cuándo y quién tomó esas fotos?
La fecha es incierta, pero se pueden hacer aproximaciones, todas ellas las ubican en el siglo XIX. El portal de la Mediateca las sitúa en 1895, aunque no especifican el porqué de este año. Oliver Debroise en su libro Fuga mexicana menciona que las fotos del álbum de presos pueden ser datadas entre 1875 y 1885, pero no dice cuáles son las razones por las que eligió esa temporalidad. Lo más probable es que se tome como referencia al periodo en el que trabajaba el fotógrafo Joaquín Díaz González en la cárcel de Belén, que existió de 1862 a 1933 en la ciudad de México.
El investigador Daniel Escorza Rodríguez especifica: “si las fotografías se atribuyen a Díaz González, podemos situarlas entre 1873, año en el que solicita la instalación de un taller fotográfico en la cárcel de Belén, y 1880, el año de su destitución”. Joaquín Díaz González no fue el único que ocupó el puesto de fotógrafo de cárceles en la ciudad de México, pero las 88 fotografías que contiene el álbum de presos parecen tener el mismo estilo y la misma técnica de revelado o de impresión usadas en el tiempo en que él trabajaba.
¿Cómo estamos segurxs de que esas cinco fotografías son personas de la disidencia sexual?
De las 88 fotografías de presos, estas cinco son las únicas que no llevan explícito el delito por el que fueron detenidos. Las cinco fotos ocupan dos hojas del álbum y para codificar el crimen, el autor o autora puso 41. Este número hace referencia al baile de los 41, famoso hecho histórico en el que se reunieron hombres, algunos de ellos vestidos de mujer, para celebrar una fiesta.
El 41 quedó como una forma de llamar a las personas que se salían de las normas sexuales y de género. Por ello, quien haya compuesto el álbum usó ese código como por un pudor a mencionar algo relacionado con la sexualidad, y todavía peor, si esta tenía que ver con “desviaciones”.
¿Por qué lleva el número 41 si las fotos fueron tomadas en el siglo XIX?
Como se sabe, el suceso del baile de los 41 ocurrió en 1901, mucho tiempo después de los años en que se estiman fueron tomadas las fotos de los cinco. Esto se debe a que si bien los retratos son del siglo XIX, la conformación del álbum pudo hacerse en años posteriores y se le hicieron añadidos en el siglo XX. Daniel Escorza Rodríguez da más detalle de esto: “seguramente la hoja marcada con el número 41 fue colocada después de este año [1901], ya que no corresponde en grosor ni en tipo de papel con los del resto del álbum. Es una hoja superpuesta, o más bien, intercaladas en el mismo”.
Es decir, las cinco fotografías llegaron posterior a la creación del álbum y el autor quiso integrarlo a la colección ya acabada. Las páginas “originales” tienen un tono azulado mientras que la de los 41 es blanca. De lo que no hay duda es que sigue siendo la misma persona coleccionista, la grafía con la que escribió nombres y alias coincide con las anteriores.
En esa época, ¿era castigable la disidencia sexual?
La constitución de 1857 no tenía ninguna ley que penara algún tipo de conducta sexual distinta a la heterosexual. Tal como menciona Carlos Monsiváis “en México no está prohibida la homosexualidad, y esto se debe en muy amplia medida a la admiración desbordada por Francia y a la adaptación del Código Napoleónico”. Dicho Código des-criminalizó las actividades sexuales entre hombres desde 1804. En todo caso, para que arrestaran a estos cinco tuvo que ser algo relacionado con su sexualidad, ya sea por ultrajes a la moral pública y las buenas costumbres (travestirse, hacer escándalo público) o por prostitución.
¿Los alias eran un indicativo de que eran personas de la disidencia sexual?
Cada uno de los cinco es conocido con un alias en femenino, animalizado en algunos casos (Torcaza, Gamuza), con cierta insinuación sexual (Choringa, Angostita) y solo uno transforma la ambigüedad de su nombre verdadero (Concepción) en Concha y lo refuerza cambiándose el apellido por Miramón. Es cierto que un alias femenino en un hombre no necesariamente es indicativo de su orientación sexual, pero en este caso, de los 88 reos que forman parte del álbum, solo otros dos tienen apodos en femenino: Jesús González, la Chaveta y Juan Plata, la Jaiva. Ninguno parece tener una relación con su sexualidad y se indica que fueron detenidos por robo de iglesia y homicidio, respectivamente.
¿Por qué llamarles “los abuelos” de la disidencia sexual en México?
Porque aunque no se tenga una certeza de cómo podrían haberse considerado estas personas detenidas a sí mismas, nos hacen saber que tuvieron un destino semejante a lo que vivieron otras personas de la disidencia sexual. Al tener testimonio visual de que fueron tomados presos por contravenir a las normas heteropatriarcales de la época se puede hacer un trazado directo con los llamados “mujercitos” que aparecían en la revista Alarma, con los propios 41 que fueron escarnecidos en periódicos.
Pero también con los primeros movimientos de reivindicación de las luchas homosexuales y trans, personas que empezaron a dar la cara para denunciar el maltrato por parte de las fuerzas judiciales. Sus retratos son una herencia para no olvidar que los derechos ganados para la comunidad LGBT no provienen de la nada.
En resumidas cuentas
Las fotos más antiguas de las personas de la disidencia sexual en México fueron tomadas aproximadamente entre 1873 y 1880. La creación del álbum de presos se hizo posterior a esas fechas. La incorporación de las cinco fotos a ese álbum fue a partir de 1901. Su importancia queda para la eternidad.