Tierra de sol: Una carta de amor a Yucatán

Por Matilda Ro

Ilustración Neto Medina

El libro Tierra de Sol es un testimonio de las diversas formas de vida, tradiciones y luchas que coexisten en Yucatán. La autora, Katia Rejón, te invita a explorar la profundidad de esta tierra con una mirada crítica y amorosa, mostrando que habitar el territorio desde el respeto y la resistencia es posible.

Portada 1 Tierra de Sol
Portada del libro ‘Tierra de Sol © Neto Medina

¿Las personas que vivimos aquí sabemos qué es Yucatán? Las que acaban de llegar probablemente sepan lo que la especulación inmobiliaria les dice: Mérida es el “paraíso maya”, una de las ciudades “más seguras” del mundo, la próxima “gran urbe del país”, el mejor lugar para “invertir en tierra”.

Pero Mérida no es todo Yucatán. Esta ciudad, que alguna vez se llamó T’Hó (pronunciado Tjo), forma parte de los 106 municipios del estado, que a su vez se subdividen en comisarías. Cada zona, aunque forman parte del mismo territorio, tienen su propia forma de habitar, sus propias costumbres y su propia manera de vivir los días.

Esto explica la escritora Katia Rejón; periodista, poeta, codirectora de esta revista, en su más reciente libro de crónicas titulado, ‘Tierra de Sol’. Un libro al que ella llama “su carta de amor a Yucatán”.

Este libro se conforma con seis relatos sobre la visita que Katia realizó a lo largo de un año en 6 municipios del estado: Tecoh, Dzilam de Bravo, Oxkutzcab, Hocabá, Chicxulub y Sotuta.

Los relatos narrados están construidos desde lo colectivo, sobre la tierra y sobre el mar, con las experiencias intangibles y el mundo inmaterial, sus tradiciones, su cultura y sobre todo, sus luchas.

Las historias se entrelazan con la mirada atenta de su autora, las visiones de quienes ya vivían aquí, cuando “todo esto era monte”, pero también de quienes llegamos y echamos raíces. 

Como lectora, espero que este libro pueda llegar a otras personas para que su corazón se conmueva y les invite a involucrarse. Deseo que los siguientes lectores se acercan a estas palabras con humildad y escuchen con atención lo que las personas entrevistadas tienen para contarnos. 

Tuve la fortuna de ser de las primeras personas que leyeron el libro, de esas charlas y primeras lecturas, nació esta entrevista con la autora. 

***

¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Tierra de sol’?

Tierra de Sol fue una idea que fue naciendo poco a poco en la pandemia cuando viajar era imposible y la ciudad de Mérida, donde vivo, me parecía desconectada con lo que estaba ocurriendo alrededor: la devastación que trajo la tormenta Cristóbal y la crisis laboral de los pueblos.

En ese entonces pensé que primero tendría que conocer mi ciudad antes de expandir la mirada hacia otros municipios y fue cuando comencé la serie de columnas “Historias para tomar el fresco” sobre las colonias meridanas. Visitar municipios requería de más logística y, por supuesto, recursos y tiempo, así que guardé la idea, la propuse cuando salió el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico y obtuve la beca para escribir un libro de crónicas.

¿La estructura para la historia del libro ha sido la misma desde que concebiste la idea o sufrió modificaciones en el camino a su publicación?

No estoy acostumbrada a escribir cosas de largo aliento, así que al principio pensé en las crónicas como si fueran textos individuales que podrían publicarse de manera seriada. Sin embargo, gracias a mi editor y a que dejé reposar la primera versión por varios meses, entendí que valía la pena unificarlo, reestructurarlo (prácticamente reescribirlo) para que se sintiera más como un libro que como un compilado.

Hay muchas cosas en el libro que tardan en tejerse (por ejemplo, las reflexiones sobre la xenofobia y la migración) o partes en las que una historia termina de complementar otra, las personas que forman parte de este libro dialogan entre sí aunque no se conozcan o pertenezcan a municipios —y capítulos— distintos, y eso me parecía muy valioso.

Luego tomé un curso con Jorge Carrión precisamente de estructuras narrativas y jugué con la idea de los huracanes: su forma de espiral, cómo el inicio y el fin se van tocando, y en el centro hay un poquito de paz, de esperanza en medio del caos. Como microestructura tomé la idea del sacbé, e intenté mostrar el viaje de las personas y el mío propio como eso, un trayecto por caminos que se conectan, donde hay momentos para descansar y destinos que son también ciudades mayas.

Cuéntanos sobre la portada, ¿quién es el artista y por qué fue el indicado para realizar el trabajo?

Conocí a Neto en el 2016 cuando lo entrevisté porque él tenía un cómic que se llamaba Cosas pasan y se imprimía en un periódico donde los dos trabajamos. El cómic hablaba sobre la nostalgia de las nuevas generaciones y sobre la ciudad. Y desde entonces yo he seguido su trabajo y hemos coincidido en muchos espacios. Para mí era importante que quien hiciera la portada de Tierra de Sol tuviera al menos dos cosas: Uno, que pudiera entender el contenido, y no me refiero como a entenderlo desde el lugar intelectual, sino que lo pudiera entender desde la entraña. Y conociendo a Neto, desde hace 8 años, tenía la corazonada de que él iba a comprender. Y dos, que su trabajo tuviera la misma esencia, que a mí me gustaría transmitir con el libro.

Veo a Neto como un colaborador, más que como alguien que me hizo la portada, porque su trabajo vale muchísimo. Neto es de Yucatán, aunque ahora vive en España, y su trabajo siento que tiene el mismo corazón que yo tenía dentro cuando escribí Tierra de Sol.

Durante el proceso de reportaje, ¿cuáles fueron las experiencias que más te conmovieron o impactaron más?

Todo el libro fue un viaje profundísimo. Cada municipio tiene algo que me removió y me enseñó cosas. La idea del arte comunitario desmarcado de la aspiración burguesa de ser artista de galería, la esperanza de saber que, como seres de la naturaleza, nuestro papel en el mundo es acotado y lo mejor que podemos hacer es dar espacio a lo nuevo, la bravura del mar siempre amenazado y la experiencia de estar en él, cómo las personas pueden conectar y complementarse a pesar de ser tan distintas.

El momento hipnótico en el que Yolanda Figueroa habla del apocalipsis como algo hermoso, y por supuesto, la experiencia reveladora de mi familia y mi propia historia como alguien de aquí.

¿A qué retos te enfrentaste durante la investigación?

La investigación fue sencilla, creo. El reto fue ordenar varias vidas y reflexiones en la cabeza. La peor parte de escribir es escribir, es decir, sentarse en la computadora y comenzar a teclear, rearmar frases, rearmar párrafos, no ser aburrida, no decir cosas por mero capricho. Intentar trasladar la emoción de ver a un grupo de niñas revolotear en un aula de cómputo sin que suene a algo común y corriente, sin que suene gris. Evadir los lugares ordinarios y transbordar una escena al texto sin que se entibie, sin que pierda la belleza de cuando fue vivida. Básicamente, mis propias limitaciones como escritora para extirpar de las historias lo esencial e intentar contarlas lo mejor posible. Igual y no lo logré, pero hice lo que pude.

¿Quién era Katia antes del libro y quién es ahora?

Para mí la literatura siempre ha sido una experiencia transformadora, porque si no es así, entonces qué chiste tiene. Muchas de las cosas que se plantean en el libro comenzaron siendo nudos mentales, corazonadas, dudas muy genuinas sobre lo que estamos viviendo en colectivo y las soluciones y amenazas que caen con tanto caos y viento, que no nos permiten ver el panorama completo.

Ir a estos lugares, escuchar y conocer a las personas que hace poco más de un año no conocía, respondió muchas de esas preguntas —y otras tantas que nunca me había planteado. Creo que soy una persona más abierta a escuchar a quienes no tienen nada en común conmigo o que se salen de mi burbuja (y qué bueno, porque era una cualidad que me hacía mucha falta).

También, y lo digo en el capítulo de Hocabá, me terminó de definir cosas de mí misma que no comprendía y reafirmó mi convicción de que quedarse en Yucatán para organizarse, resistir y vivir hasta donde nos sea posible estas formas de vida heredadas es una decisión valiosa.

Terminé de renunciar a la aspiración blanca que nos ha orillado a esta crisis socioambiental, no solo por convicción, sino porque la vida que se plantea del otro lado es más sencilla, poderosa, divertida, genuina y digna.

¿Qué te gustaría lograr cuando las personas terminen de leer tu libro?

Conversaciones, digresiones, correcciones. Que la gente que nunca ha pisado esos lugares tenga una idea menos estereotípica, que nos sigamos haciendo preguntas sobre la identidad, la xenofobia, la historia, la soberanía alimentaria, la devastación, la organización, la esperanza. Lo decía en el prólogo: que sea una semillita junto a miles.


El libro puede leerse gratuitamente aquí; pero próximamente contará con una edición física, con más ilustraciones de Neto Medina, y estará a cargo de Capulín Taller Editorial.

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