¿ Qué es periodismo cultural feminista?, una revolución del periodismo en Latinoamérica

Por Andrea Fajardo

Cuando Mariana Escobar supo que debía elaborar una tesis para titularse de Comunicación social, se convenció de que antes de realizar un proyecto académico o cumplir un requisito escolar, su proceso de tesis tenía que ser algo que la motivara personalmente. Algo que le ayudara a definir su propio camino en la comunicación y el periodismo.

¿Qué pasa con las manifestaciones culturales y artísticas del feminismo? ¿El periodismo feminista sólo se limita a lo judicial y político? ¿Es posible ejercer un periodismo cultural con enfoque feminista interseccional? ¿Cómo se haría, qué lenguajes utilizaría y de qué manera se podría difundir?, fueron algunas de sus preguntas iniciales.

 

Mariana Escobar Bernoske tiene 23 años, vive en Bogotá, Colombia, y es una de las primeras personas en Latinoamérica (si no es que la única hasta el momento) en investigar y teorizar sobre algo a lo que llama: periodismo cultural feminista.

Desde muy pequeña, el arte siempre estuvo a su alrededor. Estudió teatro musical durante 11 años de su infancia, su papá es músico y su mamá baila. Estando en la carrera de comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana comenzó a acercarse al feminismo y a involucrarse en el activismo.

Descubrió que existía un periodismo con perspectiva de género, pero tenía curiosidad por la combinación de la cultura y el feminismo desde el área periodística.

“No existe una definición alrededor de qué es y cómo se hace el periodismo resultante de esta triada de cultura, feminismo y periodismo, pero esto no quiere decir que no se esté realizando. Siendo este el motor principal para hacer visible este fenómeno emergente que logra esbozar la crítica y disidencia feminista como nuevas formas de vivir la cultura y ejercer el periodismo”, afirma en el guión de su defensa de tesis llamada Periodismo cultural feminista: Una tríada del siglo XXI.

Cuenta en entrevista que, en esencia, el periodismo cultural feminista es conjuntar tres miradas en un mismo ejercicio de comunicación que se posiciona contra el sistema patriarcal. La mirada del feminismo, la de la cultura y la de aquello que desemboca en todas las personas como plataforma de información y debate: el periodismo.

Pero no habla de un periodismo tradicional, ese que dice “dar voz” a los que no la tienen o que sólo construye una agenda. Mariana habla de un periodismo que entiende la cultura como un todo más allá de las manifestaciones artísticas y que, además, tiene la capacidad de aportar a una comunicación que apueste por narrativas personales y colectivas de mujeres y disidencias sexuales.

—Yo lo que pensaba era: Ok, todo el periodismo de categoría feminista es cultural porque hace una crítica al sistema heteropatriarcal que nos atraviesa transversalmente, pero no todo el periodismo cultural es feminista. Entonces sí, es hablar sobre manifestaciones artísticas de mujeres pero también entender por qué es importante hablarlas o, si estoy analizando un tema como el aborto, entender por qué es cultural también desde una mirada mucho más holística.

Uno de sus principales referentes es la antropóloga Martha Patricia Castañeda, quien explica que “recuperar la experiencia de las mujeres como recurso empírico y teórico simultáneamente es lo que caracteriza a la investigación feminista”.

Especialmente porque este tipo de investigación adopta una actitud crítica que cuestiona valores muy arraigados en el periodismo, como la neutralidad, objetividad y la universalidad.

Para acercar su investigación a una experiencia concreta, Mariana estudió a cuatro medios de comunicación en Iberoamérica a los que, por su labor y posicionamiento político desde el periodismo, clasificó como medios que hacen periodismo cultural feminista. Revista Colibrí (Argentina), Muy Waso (Bolivia), Memorias de nómada (México) y Pikara Magazine (España), fueron sus principales fuentes de análisis.

Sin embargo, menciona que en el proceso se encontró con otros medios que también ofrecen una mirada feminista a la cultura y la información.

Algunos ejemplos son el colectivo Afrofeminas, que se encuentran en diferentes países: Argentina, México, Chile, Ecuador… y se autodenominan como un medio de comunicación afrofeminista y antirracista.

También menciona a la revista Emancipa que está en Argentina, Chile, Paraguay, y tiene una división en Colombia. Se enfoca en la violencia de género desde las mujeres en relación con su identidad. Igualmente, destaca que existen muchos podcast de periodismo e información enfocados en la cultura y el feminismo, como Sangre Fucsia de España y Womansplaining de Colombia.

Pero, ¿qué es lo que caracteriza a estos medios de comunicación para entrar en la categoría del periodismo cultural feminista? ¿Por qué serían distintos de otros medios o del periodismo con enfoque de género y derechos humanos?

A partir de su análisis, Mariana describe cinco características que encontró como puntos en común entre los medios estudiados, y que van más allá de lo que se escribe y se publica.

Yo lo organizo en cinco categorías que son: los espacios seguros, la interseccionalidad, esta mirada no tradiciona, trabajo horizontal en los equipos y la visibilización; en el sentido de que es un periodismo que construye estos espacios tanto para mujeres como comunidades marginadas por los medios tradicionales.

Apuesta también por el lenguaje inclusivo y esa inclusividad no solamente es la X o la E, sino también hablar sobre cómo es la cultura de alguien y cómo se entiende la cultura en una comunidad minoritaria o que tiene alguna discapacidad.

Tras un extenso análisis de contenido y discursos en los medios revisados por Mariana, ella sitúa al periodismo cultural feminista como una categoría creada en colectividad y sin predeterminación. Es decir, un fenómeno periodístico que se abre camino en diversas plataformas y obedece a los diferentes contextos en los que se encuentran las periodistas o medios de comunicación que lo desarrollan.

No nace de una conceptualización previa ni de una metodología establecida en el periodismo. Más bien, surge de la experiencia colectiva y una necesidad de hacer énfasis en los derechos humanos y las reivindicaciones sociales a través de la cultura.

Algunos temas en común que tocaron estos medios durante la mitad de 2020, resaltan la pandemia, el aborto, el racismo, la comunidad LGBTIQ+, el territorio, la corporalidad, los derechos humanos y las manifestaciones artísticas feministas.

Mariana explica en su defensa de tesis que, por ejemplo: “mientras Muy Waso, Revista Colibrí y Memorias de Nómada centran su contenido de resistencia a la cultura hegemónica respecto las comunidades indígenas y afro, Pikara Magazine sitúa este valor hacia los pueblos vascos y gitanos”.

Es decir, todos construyen este periodismo desde las historias que tienen cerca y, sin embargo, las líneas temáticas no son tan distantes.

El periodismo cultural feminista se caracteriza por dar espacio a mujeres y disidencias sexuales para compartir en voz propia sus ideas, pensamientos y vivencias.

Es interseccional porque identifica las diversas condiciones que se superponen en un sistema de desigualdades: género, orientación sexual, raza, etnia, situación socioeconómica, etc.

Abre la mirada a la cultura como un entramado de manifestaciones que surgen en la vida cotidiana, no solo en las artes, y permite descubrir historias que han sido invisibilizadas.

De igual manera, es un periodismo que se construye en redes de apoyo y cooperación, y que pone los cuidados en el centro. Aboga por un trabajo colectivo y horizontal, con un enfoque local que no legitima los grandes discursos de los medios de comunicación tradicionales.

Para Mariana era importante remarcar el contexto y periodo en que surgen los medios que estudió. Un contexto donde el feminismo latinoamericano ha tomado mucha fuerza en los últimos años, con una gran influencia del internet y las nuevas tecnologías, con una necesidad latente de comunicarnos con las nuevas generaciones; donde, además, la situación política y cultural de cada país es distinta pero tienen puntos de encuentro.

Por ejemplo, el pasado común de Latinoamérica en cuanto a la colonización y la invisibilización de la diversidad racial, cultural, etc.

—En general hacia el lado cultural, todos los medios querían alejarse del feminismo blanco y también de esa blanquitud en la “alta cultura”. Entonces es muy importante reivindicar esas tradiciones ancestrales o esas lenguas que han sido ocultadas. Porque si estoy hablando, no sé, de la música en México o en Argentina, no puedo decir que es americana, sino decir: Ok, estamos en Abya Yala. Esa resignificación de todo lo que se nos fue negado y que nos estamos reapropiando en un mundo cada vez más interconectado.

Otro aspecto que caracteriza al periodismo cultural feminista, es que sirve de mediador entre la teoría y la experiencia de las mujeres.

Como la academia siempre recurre a la práctica y la práctica también se teoriza, se podría decir que el periodismo (con o sin adjetivos) siempre ha estado en medio, ya que pone a dialogar el conocimiento académico o teórico con las historias de vida.

Sin embargo, en temas de cultura, derechos humanos o feminismo, muchas veces la práctica va por delante de la teoría.

Ha sido la experiencia y la necesidad de las mujeres o disidencias sexuales por hacerse escuchar, lo que ha dado pie al conocimiento teórico del movimiento feminista o la teoría queer.

Incluso ya existen feminismos desapegados de la academia (como el feminismo decolonial) que ejercen su activismo desde la experiencia corporal, la construcción comunitaria y la contracultura.

—Es hasta que se materializa o se hace ostensible en una práctica, cuando se llega al debate. Precisamente, esa carencia conceptual yo siempre la planteaba en el documento, que no se defina o que no existan palabras no significa que no se esté haciendo. Siento que es necesario revisar los autores o las autoras que han aportado a la construcción entera, pero también va mucho mucho más allá y no solamente se limita a lo cultural; comenta Mariana al hablar del vacío teórico que encontró en el periodismo cultural feminista.

Podríamos decir que si ya existe un periodismo con perspectiva de género y otro enfocado en la cultura, ¿cuál es el afán de conceptualizar sobre una categoría que une las tres miradas?

Una realidad en el periodismo y en la sociedad es que las mujeres y la cultura han sido vistas como temas de segunda categoría. ¿Por qué es importante que exista un periodismo cultural feminista? ¿Qué lo hace particular y necesario?

Según Mariana, este periodismo no solo nos permite repensar cómo se ha visto a las mujeres dentro de la cultura, sino también en los medios de comunicación. ¿Cómo ha sido contada nuestra historia, cómo se difunde nuestra imagen, qué se sabe de nosotras más allá de estereotipos y roles de género?

—Las mujeres o las disidencias de lo heteronormado estamos resignificando la cultura. No puedes apostar por un cambio social o un cambio de sistema (un cambio de cómo nos entendemos) si no partes de la cultura. Porque al fin y al cabo la cultura lo es todo.

No es casualidad que ante un contexto histórico y social como el de Latinoamérica, surjan propuestas de comunicación tan diversas como revistas digitales, fanzines, podcast, cuentas de Instagram y TikTok, newsletters, canales de Telegram, radios comunitarias, etc.; apostando a un periodismo local y contando historias particulares por todos los medios posibles.

Estas propuestas se han vuelto caldos de cultivo para diversas expresiones que se posicionan en contra del sistema patriarcal, y analizan cómo la expresión cultural de una persona o una comunidad habla mucho de quiénes son, cómo viven, por qué luchan… Una forma de ir contra lo que Chimamanda Adichie llama “la historia única”, al tratar de compenetrarnos con una persona o un grupo social para entender su realidad.

Al hablar de su tesis y su experiencia de investigación, Mariana desborda claridad y, sobre todo, pasión por el tema. Afirma entre risas que, al hacer esta investigación, le alivia saber que su futuro profesional no está tan perdido.

Sabe que no será fácil, porque no lo ha sido para ninguno de los medios y periodistas que descubrió, pero siente que lo más bonito de todo es saber que no está sola y no es la única que apuesta por un periodismo cultural feminista en Latinoamérica.

 

 

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