Puedes comer cochinita y rechazar las megagranjas porcícolas

Por Katia Rejón

Ilustración: Ko’ox ts’een le t’ooroch k’eek’eno

Seguro has escuchado “Odias a Kekén, pero bien que comes cochinita los domingos” o “La culpa es de los que comen carne”, estas frases suelen aparecer cuando se denuncia la sobreexplotación de la tierra, el racismo y la impunidad con la que operan las megagranjas porcícolas en Yucatán.

Dichos argumentos solo buscan redirigir la culpa a la población por consumir lo que se produce en estas industrias sin cuestionar los problemas de fondo: el extractivismo y racismo ambiental.

Pero, ¿qué tan verdaderos son estos prejuicios alrededor del consumo tradicional de carne? ¿Hay alternativas o el único camino —y un camino muy lejano— es dejar de consumir carne? En este explicador, respondemos algunas de las preguntas o —supuestamente— certezas que surgen alrededor del tema.

 

¿Yucatán es un gran consumidor de carne de cerdo y por eso es inevitable que se produzca?

No. De hecho gran parte de la producción nacional tiene como destino Japón, China, Estados Unidos, Corea del Sur, Canadá, Chile, Puerto Rico, Singapur, Hong Kong, Barbados y España. En 2019, México exportó 176 mil 840 toneladas de carne porcina. Además, la mayoría del consumo nacional no es de producción nacional, ese mismo año México importó de Estados Unidos, Canadá, España, Alemania y Chile, 887 mil 168 toneladas. La carne que consumimos viene de Estados Unidos, principalmente. Solo en el primer cuatrimestre de 2023, México le compró a Estados Unidos 577 millones de dólares en carne porcina. 

Kekén en específico también exporta a Canadá, Angola, República Dominicana, Cuba, Vietnam, Costa de Marfil, Haití y Liberia. Son el primer lugar nacional en exportación de carne de cerdo. Lo que produce Kekén y otras megagranjas porcícolas no es para consumo local. 

¿El problema de las megagranjas porcícolas se acaba al dejar de consumir carne? 

No. El problema de las megagranjas porcícolas forma parte de un problema mucho más grande: el extractivismo. La prueba es que esto se repite en la industria de la soya, una planta popular en las dietas veganas y vegetarianas, que en la Península ha matado a millones de abejas. Su cultivo industrial y transgénico ha sido violento para las personas mayas, en especial quienes se dedican al campo y a la apicultura.  

Dejar de consumir carne no es suficiente para acabar con una industria millonaria y racista. Ojalá fuera así de simple. 

¿Consumir carne está ayudando a perpetuar la industria?

Sí. Aunque no es la solución a todos los problemas, el boicot a la industria cárnica, es posible. En el país, Kekén comercializa su carne en 500 tiendas de Maxicarne. Otra marca del Grupo CUO es Kiniton.  

¿Puedo comer cochinita los domingos y aun así querer fuera las megagranjas porcícolas?

Sí. Estas industrias no inventaron los domingos de cochinita. Existen alternativas para el consumo de bajo impacto. De hecho, los cerdos de las megagranjas porcícolas son muy diferentes al cerdo pelón con el que se cocina tradicionalmente la cochinita pibil. Es una especie local en peligro de extinción precisamente por la introducción del cerdo americano. 

¿Hay alternativas para consumir cerdo sin impactar el medioambiente en Yucatán?

Ko’ox ts’een le t’ooroch k’eek’eno es una organización en Yucatán que busca rescatar la especie pero también la producción de este animal. En una entrevista con Daniela Tun Caamal, explicó que los cerdos que acostumbramos  comer están genéticamente modificados, a diferencia de la crianza del cerdo pelón en los solares que se alimentan de la milpa: calabaza, maíz, cáscara de sandía o de melón.

“Entonces logran tener nutrientes que nosotros necesitamos para nuestro cuerpo sin utilizar alimentos procesados que las granjas le dan a estos cerdos. La producción de las granjas porcinas contamina el suelo y el agua, entonces, eso también lo evitamos con la crianza del cerdo pelón”. 

Este proyecto contempla la reproducción de la especie para su preservación y la producción de carne para la venta y distribución en la comunidad. Su enfoque también abarca el rescate de platillos típicos, la cochinita tradicional, que se ha hecho históricamente con cerdos de traspatio. 

¿El consumo de carne de cerdo está arraigado en Yucatán?

Sí, gran parte de la gastronomía de Yucatán incluye recetas con cerdo, aunque hay muchísimos más ingredientes cárnicos y vegetales. Sin embargo, tampoco podemos decir tan fácilmente que lo que conocemos como típico, realmente lo es. Por ejemplo, el colectivo Ko’ox Ma’lob Hanal, que en español significa: Vamos a comer bien, es un proyecto que busca preservar platillos tradicionales con sistemas de producción originales. Plantean que en la ciudad de Mérida venden platillos “típicos” cuando en realidad son productos procesados e importados. “Todo lo que simboliza la comida yucateca se va a ir perdiendo, porque no es el mismo sabor ni tiene la misma calidad”.

¿No sirve de nada ser veganx?

Por supuesto que sí sirve. Todo abona: reducir el consumo de carne, boicotear empresas que devastan y violentan comunidades, no consumir soya transgénica, ser vegetarianx o veganx. Lo que no sirve es reducir a una sola acción, un problema tan complejo. El problema no son los cerdos, es el racismo medioambiental.

 

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