Por Yobaín Vázquez Bailón
Ilustración de Yudargon
Se me pidió comentar la antología El espejo de Beatriz Vol. 2, en ella se reúnen cuentos ganadores y menciones honoríficas del concurso Beatriz Espejo. Pero en vez de meterme en los aspectos literarios, yo quise hablar de números, porque, de alguna manera, las cifras también son parte de la literatura, y es más, pueden dar pista de hechos extra literarios que no queremos ver. Hoy le daré un uso práctico, porque los números también ayudan a saber cómo ganar este concurso y, de paso, ser incluido en la antología.
Empiezo la numeralia con lo básico: 36 autores reunidos en una antología de 399 páginas. 13 de ellos son ganadores, número de mala suerte, aunque con 50 mil pesos en la bolsa, no creo que les pese mucho.
Sí, es una bestialidad que den 50 mil pesos por un cuento, cuando existen premios que dan un poco más que eso por libros de 60 cuartillas mínimamente. De los 13 ganadores, se ha premiado en dos ocasiones a cuentos de 8 cuartillas, siendo estos los más cortos, y el más largo ha sido el ganador de 2020, con 16 cuartillas. La media ganadora ha sido 10 cuartillas, ya que 3 han sido los que presentan cuentos de esta extensión y salen ganadores.
Primer tip para ganar el Beatriz Espejo: manda un cuento de extensión media, entre 9 y 11 cuartillas.
Si tomamos en cuenta que 10 cuartillas es lo ideal, estamos hablando que una cuartilla ganadora cuesta 5 mil pesos, una cantidad exorbitada para quienes escribimos generalmente desde la gratuidad y la pobreza.
Si juntamos los premios de 2008 hasta 2020 (que son los que reúne la antología), tenemos un acumulado de 650 mil pesos, lo mismo con lo que se piensa indemnizar a las víctimas del metro línea 12. Para hacer una comparación grotesca: 1 vida humana cuesta lo mismo que 13 cuentos premiados.
Segundo tip para ganar el Beatriz Espejo: escribir pensando que ese cuento podrá sacarte del buró de crédito, pero no alcanza como para comprar un lote de inversión con excelente ubicación a 10 metros de la playa.
Dejémonos de aspectos económicos, ahora hablemos de género. De las 36 personas antologadas, 7 son mujeres y solo una de ellas ha sido ganadora. No es reproche, voy a dar el beneficio de la duda porque los jurados no pueden saber el género de los participantes.
Aún así, resulta inquietante que en 13 años predomine la cuentística masculina. Porque eso sí se puede ver en los cuentos: el predominio de personajes masculinos, la poca representación de diversidad sexual, temas de fifas, los clichés amorosos, etc.
Tercer tip para ganar el Beatriz Espejo: ser hombre de preferencia, o adecuar el cuento a una narrativa masculina.
Resuelto este tema espinoso, veamos los números que corresponden a la edad de los participantes. El más viejo en ganarlo es Mauricio Carrera, nacido en 1959 (62 años) y el más joven en ganarlo nació en 1992, Andrés Castillo, que en ese entonces tenía 22 años. De los antologados, 10 nacieron en los años 60, 8 en los años 70, 5 en los años 80 y 5 en los años 90. Bendito sea Dios no ha ganado nadie de los años dos miles.
Cuarto tip para ganar el Beatriz Espejo: haber nacido en los años sesenta.
Algunos podrán decir de este último tip: bueno y eso qué tiene que ver con la calidad de un texto. No sé, quizá habla de que hay una preferencia por premiar a gente que escribe con un lenguaje y unos temas bien conocidos. Estamos hablando de hombres en sus cincuenta y tantos años, con una prosa y visión del mundo ya resuelta. No es de extrañar, entonces, que a veces las menciones honoríficas son cuentos más arriesgados, lo suficientemente buenos como para llamar la atención de los jurados, pero quizá un poco audaces para regalarles 50 mil pesos.
Quinto tip para ganar el Beatriz Espejo: paciencia, prudencia, verbal contingencia…
Hablando de menciones honoríficas, de 2008 a 2012 hubo una tendencia de otorgar una mención por ganador. En 2013 los jurados estaban de malas y no dieron ninguna. A partir de 2014 los jurados se pusieron generosos y entregaron 2 menciones cada año, hasta 2017 en que se volvieron locos y empezaron a dar 3 menciones. De seguir con esta tendencia de ir incrementando las menciones cada 4 años, en 2021 se esperaría que empiecen a dar 4 menciones. Quien ha batido un récord en ganar más menciones, o como digo yo: ser quien más ha perdido el premio, es Alonso H. Marín Ramírez con 3 menciones otorgadas (dos de ellas consecutivas).
Sexto tip para ganar el Beatriz Espejo: nunca dejar de intentarlo, siempre ve por tu cuarta mención honorífica.
Pero basta ya de números, ahora quiero compartir los tres inicios de cuento más malos de la antología, esto con un fin pedagógico más que nada:
Juan Casas Ayala tiene uno de los inicios más torpes y feos por su sonoridad:
“Sabía que un día serías alcanzado por la turbia piedad de las personas”.
Además tiene ese intento poético de adjetivar a la piedad de las personas como turbia. Sólo él sabrá a qué se refiere con eso.
Javier España tiene un inicio de cuento que raya en la comedia involuntaria:
“El mito de Prometeo se me restriega en la vida todas las noches”.
Imaginen ustedes que están muy a gusto en su hamaca y es de noche, y de pronto llega el mito de Prometeo a restregárseles en la vida, ¿qué haces? ¿Cómo te salvas de eso?
Raúl García Rodríguez tiene un inicio que desafía todas las convenciones de cómo despertamos en las mañanas:
“Otra vez estaba amaneciendo, lo pensé con disgusto, lo supe porque la pared ya se estaba poniendo tibia”.
Alguien se despierta y sabe que está amaneciendo no porque empieza a clarear (que sería lo más evidente), sino por la medición térmica de su pared. Parece cuento fantástico pero no lo es.
En fin, yo quién soy para juzgarlos. Solo me resonaron porque los tres anteriores fueron ganadores del concurso. Al parecer, la vara estaba muy baja en esos tiempos.
Séptimo tip para ganar el Beatriz Espejo: tu inicio puede no tener sentido, puede ser cursi, no ser un gancho al hígado, no decir nada claramente, pero nunca será un buen cuento premiado.
Pero para que no digan que soy malicioso, les dejo con un inicio de cuento, el mejor creo yo de toda la antología. Y es que no solo tiene punch y abre con un tono que se sostiene en todo el cuento. No hablo, por supuesto, del mío (aunque casi) sino el de Luis Aguilar. Su inicio de cuento es también un tip, quizá no para ganar el Beatriz Espejo, pero sí para ganar en la vida. Inicia así:
“Comer tomate endulza el semen”.