Por Nery Chi
Fotos Kelly Gómez
Miriam Chi es una actriz yucateca que llegó en agosto a la plataforma de Netflix con la película “¿Qué culpa tiene el karma?”. Ahí interpretó a Sacnicté y esta fue la primera vez que realizó cine «comercial», pero ha hecho un poco de todo. Su experiencia abarca desde teatro social, títeres, pantomima, hasta danza y recorridos.
—Yo pienso que una actriz debe probar de todo, ¿no? Porque a mí, como Miriam, me gusta verme trabajando de diferentes formas.
Desde pequeña, Miriam era una niña curiosa a la que le encantaba jugar y experimentar. Recuerda con cariño que se disfrazaba mucho y jugaba con bebidas y flores como si fueran sus “pócimas”. Ahora sabe que ese juego que tenía de niña era teatro. Según sus palabras, ese juego se va profesionalizando.
Nunca tuvo la oportunidad de tomar una actividad extracurricular por lo que no conoció el teatro formal hasta los 19 años. Una amiga la invitó a un retiro espiritual donde tenía que hacer un sketch. En ese momento volvió a sentir la conexión con su niña interior, la que solía jugar con las pócimas. Y se dio cuenta que eso era a lo que quería dedicarse.
Para seguir en el teatro tuvo que pasar por muchos procesos: quitarse estigmas personales, sociales, incluso familiares. Sin embargo, Miriam cuenta que al final todo valió la pena. Por fin se sentía bien, en un espacio seguro donde podía ser ella misma. Donde no es criticada, ni violentada, sino que aprecian su trabajo.
—El teatro te enfrenta a ti mismo, siempre lo he dicho. Un buen actor y una buena actriz tienen que conocerse muy bien. Si tú te conoces bien, todo fluirá. Cuando te toque interpretar a un personaje, pues no lo criticas ni lo discriminas. Al contrario, lo abrazas para representarle lo mejor que puedas. Permites que tu piel se exprese, que el personaje se exprese a través de tu piel.
Pero no todo fue perfecto desde el inicio. Miriam cuenta que solía pasar malos ratos porque empezó a los 19 y no sabía nada. Empezó con talleres donde no había teoría. Las palabras de una de sus maestras se le quedaron en la mente: “El teatro es jugar con responsabilidad y disciplina”.
—Te juro que me dio miedo. No sabía nada y ahí hablaban de autores, teoría, estilos. Me decía a mí misma: “tranquila, por algo te aceptaron. Sólo escucha las clases, escucha a los maestros y vas a entender”. Recuerdo que estaba con los ojos bien abiertos a la pizarra y escuchando súper atenta porque no quería perderme ninguna palabra de lo estaban diciendo. Pero soy muy corporal, entonces eso me permitía aprender más a través del cuerpo. Cuando me hablas de sensaciones, ahí ya entendí.
Tuvo que aprender a defender lo que amaba. Dejó la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTM) para estudiar en la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY) y eso le trajo conflictos con su familia. Entraba a las 7 de la mañana, terminaba a las 3 de la tarde, pero tenía optativas que eran de 5 a 8 de la noche. Y además, estaban las obras que tenía que ir a ver para sus reportes.
—Fueron muchos años que incluso me cansaba. Es un cansancio mental, físico y emocional. Siempre quería tirar la toalla. Pero tuve la ventaja de ser persistente, tampoco quiero romantizar nada, pero es que una es terca y ahí seguí.
Poco a poco fue invitando a su familia para que vieran lo que hacía. Les mostraba fotos, flyers, los programas, los invitaba a las obras. Miriam narra que así fue enamorándolos.
La actriz también piensa que de todos los proyectos que toma, aunque haya algunos que no le gusten, siempre se puede aprender algo. Con ¿Qué culpa tiene el karma? experimentó un sinfín de emociones.
—Cuando me dijeron que el personaje era mío, fue una noticia muy emocionante. No solo para mí, sino que también para mi familia porque estábamos pasando una situación muy delicada. Uno de mis hermanos me dijo “es una buena noticia, es un respiro que podemos tener”. Llegan este tipo de momentos y piensas “sí funciona esta carrera”. Cuando estuve ahí lo que más pensaba era que necesitaba sacar la chamba, dar lo mejor de mí.
Mientras la película rodaba, también tuvo que lidiar con la muerte de su hermano. Su mente estaba todo el tiempo en su familia, si estaban bien, en sus sobrinos que perdieron a su papá. Y cuando salió la película, fue cuando ciertos comentarios comenzaron a llegar.
—Recibí comentarios buena onda, con buena vibra chingona. Pero también recibí comentarios donde pensé “wey, ni te conozco, ¿por qué dices eso de mi?”.
Los comentarios negativos se concentraban en su perfil como mujer yucateca, sobre su cuerpo, sobre su estatura e incluso insultos más ofensivos. Por eso tuvo que poner un alto.
—Me dije “no voy a leer más comentarios” y fui muy específica cuando di las entrevistas. Sacnicté es para las personas. Sacnicté puede venir de cualquier municipio, puede ser de cualquier colonia, puede ser de Mérida, de Acanceh, Tecoh, dónde tú quieras. Porque Sanicté podemos ser todas y es para que toda niña o mujer se inspire y vea que sí se puede. Esto le va a llegar a las personas que le debe llegar y punto.
Miriam recuerda haber visto un comentario de una persona etiquetando a otra y escribiendo “mira, así va a ser tu sobrina”. Esos son los comentarios a los que le hace caso.
—Yo no sabía que esto iba a pasar. Yalitza Aparicio tampoco sabía que iba a ser actriz, ella es maestra y ya sabes.
Terminamos la entrevista y el café hablando de sus trabajos en la actualidad. Además de proyectos personales, este mes formó parte de las Vísperas de la Noche Blanca. En noviembre y diciembre estrenará una obra sobre las sufragistas de Yucatán donde interpreta a Rosa Torres Gonzalez. El trabajo no se detiene para ella y se le ve muy contenta. Sus logros son un paso más para aquellas actrices yucatecas que buscan abrirse un camino en este medio, y espero que pronto podamos ver más de ellas.