Matilda Sorel
Las voladoras (Páginas de Espuma, 2020) es el primer libro de cuentos de la autora ecuatoriana Mónica Ojeda. ¡Y qué cuentos! Mujeres que se suben a los tejados, se untan las axilas de miel, y vuelan; una chica obsesionada con la sangre; mujeres que se tiran desde lo alto de montañas como acto de rebeldía ante una sociedad que las señala; una mujer que guarda la dentadura de su padre, y un secreto; una cabeza que cae en el patio vecino; hermanas que exploran el horror sonoro y, por último, un chaman que intenta revivir a su hija para cumplirle una promesa.
Ocho cuentos que, con un lenguaje poético y místico, tienen en común el paisaje, la atmósfera, la violencia y la superstición. Todo esto desde la misma zona geográfica: Los Andes ecuatorianos. Este libro está cruzado por los paisajes y el mito andino, hablan de violencia cotidiana pero también de ritos y seres ancestrales, se alimenta de la tradición y la simbología de esas tierras. Es por eso que se presentan como relatos de gótico andino y sí, Mónica Ojeda dice que ésta es su interpretación personal de ello.
Con estos cuentos, me interesa indagar entorno a la relación que existe entre la violencia y la hostilidad de lo terrenal con ese plano mítico, ritual y simbólico que se encuentra en las partes más altas, que obliga a las personas a mirar hacia arriba buscando una especie de alivio frente frente al horror y la violencia.
Mónica Ojeda para EFE España, Octubre 2020
Todos sus textos se caracterizan por la intersección de géneros. Hay una indudable influencia del fantástico y el terror pero su prosa está plagada de voces poéticas que convierten la lectura en una experiencia singular. Cada cuento es un poema y también un conjuro. Si al caso, «Soroche» es el único narrado de una forma distinta a los demás. Es una historia de horror sobre el odio de una mujer contra sí misma, un retrato perfecto, duro y cruel, de lo que las imposiciones sociales le hacen al cuerpo de las mujeres. Es otra forma de violencia machista.
Las mujeres en Las Voladoras son las protagonistas, cada voz tiene su forma distinta de narrar, y -aunque el eje central es la violencia y el efecto que tiene en sus cuerpos- también se habla de temas como el feminicidio, el aborto, el abuso infantil, el duelo y el incesto, abordados desde una perspectiva mítica y cargada de simbolismos.
Hacer literatura sobre la violencia en el cuerpo de las mujeres es algo que se ha vuelto indispensable en los últimos años porque nos permite reflexionar y visibilizar los problemas en los que estamos inmersas. Y resulta interesante la forma en la que Mónica desarrolla estos temas en cada cuento, de una forma directa sin rodeos y con toda la intención de convocarnos a reflexionar sobre su contenido. Cada cuento suscita una discusión necesaria sin dejar de lado la bella estética con la que fue escrito. Mónica se ve profundamente interesada en comprender este miedo, un dirigente básico de la conducta humana.
¿Por qué escribir sobre el horror y la violencia, de una forma tan descarnada y cruel? Visibilización. Saber que está allí, no sólo en Latinoamericana, y lo estamos padeciendo. Porque hablar del horror, como género, también es un posicionamiento político.
El horror es que nos atemorice la violencia
Mónica Ojeda