¿Qué pasa después de la cárcel? Entrevista a Daniel Serrano de Rejil

Por Andrea Fajardo

Ilustración de Luis Cruces Gómez

Todes alguna vez hemos visto una serie o película sobre personas en la cárcel, sus vivencias durante el encierro y, en algunos casos, el momento de su liberación. Es probable que tengamos en la memoria una de esas escenas de película en las que vemos a un personaje saliendo por el portón de un penal, con una caja o una bolsa donde lleva sus pocas pertenencias. Y de repente: la incertidumbre.

Interculturalidad, Salud y Derechos A.C. (INSADE) es una asociación encargada de generar estrategias de reinserción social y autonomía económica para personas en contextos de violencia y delincuencia, que están o han estado privadas de su libertad.

La asociación ha desarrollado esta labor durante diez años en distintos estados del país como Nuevo León, Yucatán, Estado de México, Tlaxcala y Ciudad de México. Entre las personas beneficiarias de sus programas de reinserción se encuentran mujeres, personas LGBTIQ+ y adolescentes en contextos de vulnerabilidad.

Su director, Daniel Serrano de Rejil, nos cuenta en entrevista que uno de los principales retos en este trabajo ha sido promover la idea de que las cárceles no son el espacio adecuado para ayudar a una persona a reinsertarse en la sociedad. Asegura que las cárceles, al menos en México, están llenas de gente de bajos recursos.

Tiene mucho que decir sobre las complejidades del proceso de reinserción, las condiciones a las que se enfrentan las personas que salen de la cárcel y la importancia de participar como sociedad en la atención de este problema.

Según una investigación de Animal Político, a mitad del 2021 había un total de 220 mil 393 personas presas en México. De estas, 94 mil 159 se encuentran en prisión preventiva sin sentencia, lo cual equivale al 43% de la población penitenciaria.

Daniel Serrano de Rejil asegura que las condiciones del crimen, el sistema carcelario y la reinserción social en México están ligadas a un Estado fallido que está abandonando a las personas. Aún así, organizaciones como INSADE apuestan por las segundas oportunidades, la confianza y el acompañamiento.

Apuestan a que todes tenemos derecho a trazar un nuevo camino, sin tanta incertidumbre y en plena libertad.

¿Cuál es el panorama de la reinserción social que ustedes ven en Yucatán, a diferencia de otros estados del país?

Para empezar, hasta ahorita somos los únicos trabajando en el estado. Nos gustaría que esto fuera como una inspiración para que volteen a ver a las cárceles. Las cárceles no son una fábrica de delincuentes, al contrario, son una fábrica de culpables, de extorsión, de injusticia social. Adentro hay mucha gente que fue torturada, gente que lleva años sin una sentencia y mucho tiene que ver con este perfil que tienen estas poblaciones. Es gente que no tuvo un traductor o un intérprete, hablando de poblaciones indígenas, o mujeres que estaban en el momento equivocado y las acusaron de complicidad.

Es complicado acá porque todavía los yucatecos rechazan a la gente que es de fuera cuando viene a vivir y con este boom inmobiliario pues se está recrudeciendo más. El detalle es que está creciendo un poco la delincuencia en el estado. Por ejemplo, son 100 yucatecos que delinquen y no son delitos graves, pero algunos que se han hecho muy evidentes, cuando dicen que es alguien del Estado de México o de la Ciudad de México, una persona colombiana o venezolana, pues el rechazo se vuelve más.

Daniel comenta que en Yucatán observa un contexto con muchos juicios de valor ante la reinserción social. Juicios relacionados a estereotipos que se crean a partir de las zonas donde suele haber mayor delincuencia, como el sur de Mérida. Dice que se ha establecido una diferencia entre los yucatecos del norte y los del sur; y que hay un estigma hacia los adolescentes de zonas como Kanasín o Vergel, a los que se les coloca la etiqueta del “delincuente juvenil”. Esto obstaculiza que puedan desarrollar otras actividades una vez fuera de los centros de internación.

¿Cuáles son las estrategias que a ustedes como asociación les han funcionado?

Nosotros lo que menos hacemos es indagar en lo que hicieron. Si bien estamos mucho en los contextos de internamiento y de cárcel, estamos enfocando más nuestros esfuerzos afuera. Con el decreto del presidente de que van a empezar a liberar personas la pregunta es: ¿Quién los va a rehabilitar, quién los va a reinsertar, dónde pueden acudir si los rechazan por los antecedentes penales?

La primera reintegración es “bueno, mis derechos políticos, electorales…” pero luego “dónde pido trabajo, si a mí me violentó mi familia o me obligaron a vender droga, a dónde voy”. Eventualmente, regresan a donde se originó todo el tema de violencia.

Como la cárcel no está cumpliendo con su labor de generar estrategias de reinserción social, a pesar de que está en la Constitución y que el Diagnóstico de Supervisión Penitenciaria evidencia que no están capacitándoles e informándoles, justo es eso: dotarles de todas las herramientas, habilidades, capacidades posibles para que en el momento en que ellos decidan, puedan elaborar sus propios productos y comercializarlos. Y cuando se sientan listas o listos, ir a solicitar un crédito.

Estos créditos para emprendedores de los municipios o de los estados, a pesar de que son flexibles, de repente son muy tardados. Algunos beneficiarios sí los consiguen y otros no, un poco por la burocracia. Estamos tratando de ver con pequeñas fundaciones que dan estos créditos. 

Cuando intentamos que las beneficiarias fueran a pedir un crédito al municipio o al IYEM (Instituto Yucateco de Emprendedores) dijeron que no porque era súper estricto. Uno indaga a quiénes financia el IYEM y en su catálogo ves emprendimientos de personas con un nivel socioeconómico alto.

Cuando les dimos unos dispositivos [a las beneficiarias] para que a través de ellos cobraran sus servicios vía celular, hemos detectado que no los han activado, como que tienen miedo a saltar de nivel. Ya están acostumbradas a que tienen ventas buenas y les decimos “pues las puedes incrementar si ofreces tarjeta de crédito”. Algunos se animan a hacerlo inmediatamente, otros se tardan un poquito más. 

No solo se trata de la persona que sale de la cárcel, sino cómo ayudas también a la persona que está en su red inmediata. Lo que estamos viendo, por ejemplo, es que mujeres que salieron de la cárcel se están uniendo entre ellas. De hecho, algo que tenían en común las de aquí, es que les estaban dando empleo a una o dos más que salían de la cárcel. En CDMX hay una asociación que se llama Red de Mujeres Unidas por la Libertad. Todas estuvieron en la cárcel, ahorita ya hicieron su asociación y están ayudando a otras.

Las mujeres representan el 5% de la población penitenciaria en México. En este tema, Daniel añade que, para las instituciones, esto hace poco rentable el desarrollo de programas de reinserción social para mujeres. Muchas que terminaron en prisión por razones injustas, vuelven a enfrentar violencia y discriminación cuando salen de la cárcel por tener antecedentes penales.

¿Cómo han visto el panorama de la población LGBT en las cárceles?

Hay población LGBT dentro de las cárceles, en el caso de la Ciudad de México tienen su propio pabellón por decirlo así, pero ahí están más presentes las mujeres trans. Hay una asociación nacional llamada Almas Cautivas, es un grupo de mujeres trans: La comadre, Ari, Angie y Daniela. Las amo.

Si es complicado trabajar con mujeres que están en la cárcel, imagínense cuando se trata de una persona indígena, un adulto-adulta mayor o alguien con discapacidad, peor aún por ser LGBT. ¿Por qué van las mujeres trans a los reclusorios de hombres?, o ¿por qué los hombres trans tienen que ir a un reclusorio de mujeres?

Aquí no hemos monitoreado, pero ahora que fui al CEAMA (Centro Especializado en la Aplicación de Medidas para Adolescentes) llegó un adolescente que no sé si era chica trans pero tenía el pelo largo, hablaba con voz fina y tenía las uñas pintadas. No me fijé cómo firmó, si como hombre o como mujer, pero la primera impresión que da es de que es un chico gay o una chica trans. Entonces aquí no es solo que sean visibles en los adultos, sino que ya hay estas poblaciones LGBT de adolescentes.

Los retos con la población LGBT son más por el tema de la identidad de género. Que ya el INE se pulió, ustedes van al INE y les preguntan si quieres que salga tu identidad de género. Pero aquí la gente le tiene miedo.

¿Qué alianzas tienen aquí en el estado?

Llevamos un año con el CEAMA, UNASSE (que son grandes aliados nuestros) y esperemos también que la Dirección de Servicios Postpenales se sume a la alianza.

Justo hablaba con una especialista en procuración de fondos y estamos viendo que aquí las empresas no se animan a dar ese paso de invertir, están afiliadas a la Fundación del Empresariado Yucateco pero pues… no aceptan cosas. Aquí como que las empresas no se han animado a hacer esta inversión social, salvo ir a limpiar playas (que no está mal) o cosas de medio ambiente, discapacidad.

Pero así de que “vamos a hacer un fondo para ayudar a organizaciones que ayudan a personas de Yucatán en contextos de vulnerabilidad”, no. Entonces no basta con que haya un área de los servicios postpenales, una fundación y gente interesada, sino que a las empresas les falta ver estos beneficios de ayudar.

Y es que es complicado que la gente vea esto con ojos favorables porque una gran parte de la población ha tenido una mala experiencia relacionada al crimen, cercana, directa o indirectamente. Entonces como decía al principio: dejemos de mirar a las cárceles como fábrica de delincuentes y mejor volteemos a ver a esa gran cantidad de gente inocente que está ahí dentro.

En el contexto que has visto aquí en Yucatán, ¿Qué es lo que haría falta, de qué manera podrían participar las organizaciones?

Si de verdad traen este discurso de ayudar a grupos vulnerables, que vean todo el catálogo. Es un tema de justicia social. Todos hemos pedido una segunda oportunidad y si esas poblaciones cometieron delitos menores, ya hicieron un examen de conciencia del daño y quieren reintegrarse. 

Aquí muchos opinamos que el centro de internamiento o la cárcel debería ser la última alternativa. ¿Qué se puede hacer previo para que las personas no pisen la cárcel? ¿Por qué las cárceles están llenas de personas que fueron encarceladas de manera injusta? Y ante eso, ¿Cómo el Estado repara el daño? ¿En qué grado la ciudadanía va a contribuir?

En una cárcel en CDMX me acuerdo que entré, íbamos caminando por todo el medio, y una persona que estaba ahí me preguntó que si yo creía en la magia blanca. Yo le dije que sí porque mi tía se dedica a eso, a los 10 minutos me llegó con una paloma muerta. Me dijo “mira, está fresquecita, la sangre caliente”. Le dije “no, yo no utilizo palomas…” Se las arreglan para hacer los negocios ahí. Porque adentro también hay que sobrevivir. Si adentro se las ven duras, imagínate a la hora de salir.

Hay veces que, en nuestro caso, aprenden a ser aprendices de cocina o serigrafía, pero antes de todo eso les hablamos del tema de las drogas, de la no discriminación, de los derechos humanos. De nada va a servir que a una víctima de delito o una persona que salió de la cárcel, lo metas directo a rehabilitar o a que aprenda ciertas cuestiones si no resuelves temas previos.

Por ejemplo, estas mujeres que salen de la cárcel, de nada va a servir que yo les ayude a que emprendan su propio micro negocio si no identificamos que están a salvo en temas de violencia. Debemos saber si están bien con el tema de drogas porque si no eso les va a perjudicar. Primero ver esos pequeños demonios, yo les digo así, que pueden truncar la reinserción.

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