El extranjero de Albert Camus y la obra urbana de Banksy Don’t forget to eat your lunch and make some troubles inspiraron las dos obras ganadoras del Concurso de Cortometrajes Cine Con del martes pasado. Martha y Betito obtuvieron 30 mil y 20 mil pesos respectivamente, como estímulo para impulsar la producción audiovisual entre los jóvenes del estado, durante el Business Innovation Market (BIM) Yucatán, un evento organizado por la iniciativa privada y el Instituto Yucateco de Emprendedores (IYEM).
El martes 29 de noviembre, en la sala Chichen Itzá del Centro de Convenciones Siglo XXI se proyectaron los cortometrajes finalistas de las dos categorías del concurso: Cortometrajes universitarios y Cortometrajes profesionales. En el primero participaron estudiantes de las universidades Anáhuac Mayab, Mesoamericana de San Agustín (UMSA) entre otras que también cuentan con la carrera de comunicación. La mayoría de las producciones eran del género de terror y ciencia ficción, tenían una producción de calidad, fotografía cuidada y en el caso de Frontera Final, hasta un buen manejo de efectos y técnicas de postproducción. Sin embargo, flaqueaban un poco en las actuaciones, credibilidad en los diálogos y en intentar meter una historia muy complicada en no más de cinco minutos. Martha y Betito no sólo coinciden en llevar en el título un nombre propio, sino también en haber destacado en esta selección de cortometrajes. Para saber un poco de estas producciones que se llevaron el galardón de la noche, hablamos con los directores Emmanuel Tatto y Andrea Arteaga Cote.
Martha
Las producciones de la categoría de cortos profesionales tenían una narrativa más sólida, mejores encuadres y actuaciones pero tampoco se alejaban mucho del terror, suspenso o ciencia ficción. Martha , cortometraje dirigido y escrito por Emmanuel Tatto no sólo planteaba una técnica de producción más sencilla basada en tomas de plano medio y voz en off, también armaba una historia diferente con una protagonista adulta (la artista Stefanie Schikora), y fue un respiro, ya que la mayoría de los cortometrajes locales que se han exhibido son protagonizados por jóvenes. Una estética con tonalidades opacas y grises, y un escenario que no proponía un plot point impactante o fatal, aunque sí desolador.
Emmanuel comentó que el corto fue parte de un diplomado de cine en la ESAY donde conoció al equipo: Alexis Bas, Javier Moguel, Raymundo Mena, Diana Bayardo, Gustavo Casáres y Jorge Novelo, y todos tomaron un rol adecuado a sus habilidades. «Cada trabajo es un reto, incluso éste que era una idea ‘sencilla’. El hecho de que nuestro corto no fuera lo que todos esperaban: que se muriera alguien, o que tuviera algún giro inesperado, también lo hizo más complicado».
Martha, en palabras de Tatto, habla de cómo una mujer llega a ese momento especial: su cumpleaños. Después de haber pasado toda una vida de logros, parece estar deprimida, entonces al final hace que te preguntes qué sigue. El extranjero la obra del escritor existencialista Albert Camus inspiró el guión para este corto, en la novela el protagonista vive su vida sin entusiasmo, indiferente a cualquier situación por más extraordinaria o grave. «Es una proyección de mis miedos, me cuestiono muchas cosas cuando veo a personas que tuvieron éxito o pienso en las cosas que quiero hacer, que son muchas, me pregunto si al final del día sirve para algo. Si hace alguna diferencia trabajar muy duro para conseguir lo que quieres o simplemente quedarse en casa leyendo o viendo series».
Emmanuel Tatto también es uno de los integrantes de Suburbios de Mérida y el organizador del Libre Cinema Festival el cuál se celebrará próximamente a principios del 2017 en Leer por placer. Al preguntarle su opinión acerca de los eventos y plataformas de difusión cinematogáfica contestó que gran parte de ellos son muy útiles. «Cine Con vale la pena porque además te da un estimulo económico, aunque sí creo que le faltó difusión a la convocatoria. No creo que los premios sean necesarios para el reconocimiento de un artista, pero sí creo que ayuda a impulsar nuevos, a los creadores independientes».
Sobre los cortometrajes de sus compañeros dijo que «…talento sobra un chingo, pero faltan fondos, cuando le das a alguien una cámara es como darle un lienzo a un pintor, puede hacer cosas muy buenas. Tal vez no todos los cortos tenían calidad en la producción pero sí historia, creatividad y talento. Creo que el cine en Mérida puede dividirse en los que quieren hacer historias tradicionales, de cine industrial, y en los que prefieren grabar con un grupo pequeño, como en el cine independiente». Él se identifica más con el segundo grupo, le gusta más el cine independiente y entre sus películas favoritas están Hard to be a god de Aleksei German, Mad Max y Der letzte Mann (El último) de F. M Murneau.
Betito
Betito, el cortometraje ganador de la categoría universitaria, fue el único que se salía de la línea de fantasía-terror-sci-fi a la que los demás concursantes apostaron. Retrataba dos personajes en un ambiente urbano y habitual mediante un diálogo simple, contrastado con lo teatral de los otros trabajos, en una situación graciosa y realista, las actuaciones también se notaron más naturales. Betito fue dirigido por Andrea Arteaga Cote.
Betito no era un corto que se pensaba realizar. Andrea describió una escena para una clase de Dirección de Arte en la licenciatura de Comunicación con especialidad en Cine de la Anáhuac Mayab. Después, en la materia de Producción de guiones Betito fue elegido para filmarse, Andrea adecuó la pequeña escena a una historia un poco más completa. «Nunca me imaginé primero la historia, sino la estética. La situación está inspirada en la obra de Banksy, el artista urbano, una que se llama «Don’t forget to eat your lunch and make some troubles», es un punk y una señora que le acomoda el paleacate. Me basé en esos dos personajes, y los usé para formar el escenario».
Andrea también participó en el certamen junto con Itzel Gómez con el corto El Hada. «Mi puesto era fotografía, pero me involucré mucho y decidimos ponernos a las dos como directoras. Ése lo terminamos en noviembre del 2015, y Betito lo hicimos en este último semestre, en mayo del 2016. Ambos fueron nuestros proyectos finales». Al igual que Emmanuel, Andrea opina que una de las dificultades más grandes al hacer una producción cinematográfica es conseguir fondos: «El dinero es lo más difícil para nosotros, siempre hace falta y es imprescindible para cualquier producción. Y pensando en que tuvieras las herramientas para hacerlo, lo segundo más difícil y esencial para un proyecto es tener la comunicación con todo el equipo. Desde el director hasta el ingeniero de audio tienen que conocer la historia, tenemos que estar todos en el mismo canal».
Mórbido, Cine Con, FICMY son las tres plataformas que ambos mencionan como difusores de la producción de cine local. Andrea opina que deberían haber más plataformas de exhibición pues ya se ha demostrado en diferentes ocasiones que hay talento. «No hay suficientes festivales, en el FICMY me parece que reproducen películas extranjeras muy buenas, y tienen un concurso interno pero no aceptan trabajos para exposición. Es importante que lo hagan porque si es un festival de Yucatán, deberíamos poder demostrar que hay potencial y no poder desarrollarlo aquí hace que muchos cineastas se vayan a la Ciudad de México o a otros lados».
Entró a la carrera de la Anáhuac gracias a un concurso de cortometrajes que ofrecía como premio una beca. Además de la licenciatura en comunicación que ofrece una especialización en cine, no existe otra carrera que enfoque el plan de estudios en la cinematografía. «Podría haber otras escuelas que no sean universidades privadas. Yo estoy becada como la mayoría de mi salón, de otra manera no podría estudiar esta carrera. Yucatán es el centro del sureste y podría ser un lugar prometedor para enseñar guionismo, dirección, arte, producción, a partir de escuelas ya existentes que no tengan sede en la península, como el CUEC, u otras instituciones que ya cuenten con un plan de estudios. Hay muy buenos maestros de cine en Mérida, y todos los conocemos porque son quienes imparten las asignaturas en varias universidades. Si hubiera más como ellos, yo creo que se podría desarrollar mejor la industria y muchas personas estarían interesadas».
En cuanto al trabajo de sus colegas, Andrea opina que también se ha dado cuenta de que el género de terror es muy común. «Sí, yo creo que está bien pero hay que trabajar mucho para aprender a hacerlo. No es fácil asustar a alguien, si la producción local se está inclinando al terror pues qué bueno ¿no?, podría ser Mérida, capital del cine de terror, pero hay que mejorar».
Por ahora, tiene dos cortometrajes próximos a terminar. Uno dirigido por ella, y otro que todavía está en los primeros cortos pero que ya se ve prometedor, es sobre suspenso y ciencia ficción. «Ya tenemos material pero estamos en postproducción. Como son los últimos de la licenciatura, queremos que sean los mejores».