Por Katia Rejón
El ayuntamiento y el gobierno del estado planean construir el Parque Tho’ sobre casi 8 hectáreas verdes en el norte de la ciudad de Mérida. Describen su proyecto como “un parque urbano que nos conecta con la naturaleza y nuestras raíces, fomentando la salud física y espiritual con espacios para el ejercicio, la contemplación, el arte, y la convivencia”. Un proyecto que tendría una inversión de 100 millones de pesos para la construcción que arrancaría en el último trimestre del 2023, en caso de que el Cabildo apruebe el recurso y la creación de un Organismo Público Descentralizado que lo administre.
En entrevistas, el alcalde Renán Barrera Concha insiste en llamar un “nuevo pulmón verde” al Parque Tho’ aunque en los renders presentados por las autoridades es evidente que en realidad habrá una deforestación del terreno de 7.8 hectáreas para colocar césped y concreto.
El terreno que se tumbará para construir un parque, con su correspondiente zona comercial, es una de las últimas islas de la selva maya existentes dentro de la ciudad de Mérida. Así lo explica la bióloga y maestra en ingeniería ambiental, Yameli Aguilar:
—Es lamentable querer engañar a la gente diciendo que al quitar esta selva y poner pasto, dejando algunos árboles, sería un pulmón verde cuando obviamente es todo lo contrario. Se estaría eliminando el verdadero pulmón verde que tanta falta hace y que es necesario preservar, creando un espacio hasta cierto punto artificial comparado con lo que actualmente se tiene. En mi opinión, es un proyecto que no debería proceder y ojalá la ciudadanía en general, no solamente del norte de Mérida, defienda estos espacios verdes que aún existen.
Un “Central Park” en el norte de Mérida
Altabrisa es una colonia ubicada en una de las zonas con más alta plusvalía de la ciudad, conocida por su desarrollo cada vez más vertical porque los edificios altos son un elemento nuevo en el paisaje meridano. De hecho, el terreno donde estaría el Parque Tho’ está ubicado frente a las Country Towers, dos edificios de los más altos del sureste.
Cuando comenzó el desarrollo inmobiliario de Altabrisa por ahí de 2006, se encontró una plataforma habitacional maya en los terrenos donde se construirá el Parque Tho’ y desde entonces se discutió la creación de un parque Ecoarqueológico que resguardara la zona arqueológica. Se descuidó por mucho tiempo, pero hay alternativas para rehabilitarla sin poner en riesgo el área natural.
—Al igual que esta zona arqueológica en Altabrisa, hay otras muy importantes distribuidas en la ciudad. Una opción para mantenerlas es rehabilitar senderos pequeños para caminar, hacer ejercicio, disfrutar de estos parches de selva para preservar el patrimonio cultural histórico arqueológico. Los vestigios son evidencias de la antigua ciudad Tho’ donde se estableció lo que ahora se conoce como “Mérida” a partir de la invasión española. Hay trabajos del doctor Josep Ligorred Perramon de la Facultad de Arquitectura en las que propone una red de Parques Arqueológicos, ligados a un programa turístico, cultural y educativo, dice Yameli Aguilar.
Poco después de su creación, vecinos de Altabrisa comenzaron a exigir un parque para la colonia dentro de un terreno de tres hectáreas muy cerca de donde estaría el Parque Tho’, incluso lo bautizaron con el nombre de Parque Altabrisa. En el 2010, se organizaron para que el terreno de tres hectáreas no se privatizara. Por muchos años la Asociación Nacional de Parques y Recreación de México estuvo impulsando “el sueño de tener un Parque Altabrisa”. El terreno donde se había planteado la posibilidad de crear un parque es el que será intercambiado por el gobierno para adquirir el predio junto a la zona arqueológica. Te lo explico aquí:
Antes, todo esto era selva
La narrativa del falso pulmón verde funciona porque para muchas personas el monte es un lugar abandonado y desperdiciado en términos comerciales e inmobiliarios. Yameli Aguilar explica con detalle que estos parches de vegetación son muy importantes desde el punto de vista ecológico, biológico y socio ambiental porque representan hábitats para la fauna silvestre dentro de un ecosistema urbano como el de Mérida.
—Estas zonas de vegetación contribuyen a mantener un equilibrio entre los grupos de organismos: aves, mamíferos, reptiles, anfibios, insectos arácnidos, polinizadores. Todos estos organismos de fauna silvestre que habitan en estas zonas controlan enfermedades y contribuyen al control de plagas que pueden ser dañinas para el ser humano.
Por si esto fuera poco, las zonas como el actual Parque Arqueológico de Altabrisa ayudan a amortiguar las altas temperaturas que hay en Mérida. La devastación de estos terrenos contribuirá al calor y a todo lo que trae consigo: más gasto de energía para enfriar nuestras casas, más insolación, menos bienestar, etcétera.
También son zonas importantes de captación de agua. La especialista explica que las raíces de la selva natural contribuyen a que los suelos funcionen como esponjas filtrando los contaminantes y recargando el acuífero. Al eliminar la vegetación, se elimina el efecto de la esponja natural y las inundaciones pueden agravarse.
—Las raíces de los árboles no son las mismas que las raíces del césped, y el pasto requiere constante riego. Los árboles purifican el aire y funcionan como proveedores de oxígeno: capturan carbono y exhalan el oxígeno que nosotros respiramos. Está comprobado científicamente que las áreas verdes con vegetación contribuyen al bienestar psicológico y emocional de las personas. Si nosotros eliminamos esto y lo cambiamos por parques donde se elimina la gran parte de la vegetación sustituyéndolo con compactos y con césped, se pierden muchas de las funciones ecológicas de una zona con vegetación densa.
En un recorrido por la zona, el pasado 18 de enero, el grupo de observación de aves Cardenales Birding Club registró por lo menos 15 especies distintas de aves endémicas, migratorias y residentes viviendo en el Parque Arqueológico de Altabrisa. Algunas de ellas son colibri canelo, carpintero cheje, chara verde, zanate mayor (el Kau), Luis grande, Luisito común, tordo cantor, perlita azul gris, vireo ojos blancos, chipe pecho manchado, chipe garganta amarilla, tortolita canela, tirano tropical y paloma alas blancas.
Durante el recorrido pasamos por un hueco de madriguera, plantas hospederas de insectos y árboles frutales como piñuelas. Está en tan buenas condiciones medioambientales que incluso hay ardillas viviendo dentro del lugar, un signo de que el espacio verde está saludable, ya que los mamíferos son los primeros en migrar cuando las condiciones de un ecosistema comienzan a decaer, de acuerdo con Arto Rosado de Cardenales Birding Club.
El parque está tupido de especies típicas de la selva baja yucateca que sirven de refugio y casa a muchas especies. Que las aves se vayan de ese lugar cuando entre la maquinaria es solo una pequeña parte de la devastación de ese ecosistema. Arto explica que los animales interactúan y forman una cadena completa de manera que si un animal o una planta se ve afectado, los otros también.
Las aves migratorias llegan a Mérida desde Canadá y Estados Unidos por estas épocas cuando el invierno del norte es más frío. Son miles de millones de aves por cada especie. De acuerdo con estudios del Centro de Investigación Científica de Yucatán, las especies que habitan en el estado (más de 400) “representan el 43% de la avifauna nacional y el 84% de las aves con registro en la Península”.
¿Sabrán las personas que lideran este proyecto de la biodiversidad que guarda ese espacio? ¿Consultaron con especialistas para registrar la fauna y la flora y las condiciones en las que se encuentran? ¿Qué va a pasar cuando empiecen a tumbar los árboles y los animales que viven actualmente en una isla verde dentro de la ciudad tengan que salir?
—Las áreas verdes que existen sin interrupción humana, aún dentro de las ciudades, son perfectas para este tipo de aves que vienen a descansar. No es lo mismo que estén en un parque que ya tiene concreto, perros y gatos y todo eso, a que vivan en un área completamente intocable. Todo Mérida era realmente la selva yucateca que se fue achiquitando hasta que quedaron sólo pedazos como éste, dice Arto.
No sabemos, por ejemplo, qué tanto daño han hecho las residenciales y la construcción de los edificios de esta zona al suelo yucateco y las aguas residuales, aunque hay estudios que alertan de la grave contaminación del agua, en parte por los desarrollos urbanos descontrolados. De hecho, los edificios son la segunda causa de muerte de las aves, después de los gatos ferales.
—Como siempre, no están haciendo estudios de impacto ambiental. Van metiendo la maquinaria y no le están preguntando a la gente que le tienen que preguntar. Con el dinero que hay para el proyecto pueden solicitar una consulta a la Universidad (Autónoma de Yucatán) o al CICY (Centro de Investigación Científica de Yucatán). Aquí en Yucatán hay expertos botánicos, de reptiles, de aves, ornitólogos profesionales que podrían adecuar esta área para que sea llamativa para el público. Con una planeación adecuada podría convertirse en un área verde intocada por la maquinaria y le serviría a los vecinos y a Mérida en general como un espacio educativo.
La trampa de la “ciudad moderna”
Los proyectos extractivistas, es decir, la explotación de recursos naturales para generar beneficios económicos a costa del impacto ambiental, se escudan en la idea de “crecimiento económico”, “progreso” e ideales de cómo se debe de ver una ciudad. Por algo, parte de la promoción del Parque Tho’ es que está inspirado en el Central Park de Nueva York. Por fin: ¿Es un proyecto para “conectar con nuestras raíces” o para convertir el paisaje yucateco —con sus propias características climáticas, sociales, culturales y biológicas— en cualquier otra ciudad gentrificada del mundo?
—Honestamente, la sociedad se preocupa más por cómo vemos un espacio y cómo se presenta para los turistas, para sacarle dinero. Lo van a promocionar como un parque moderno porque dicen que les van a traer beneficios, pero no explican qué beneficios va a traer, solo que se va a ver bonito. No estamos acostumbrados al monte aunque eso es lo que estuvo aquí primero, opina Arto.
No hay que minimizar el hecho de que algunos vecinos piden desde hace mucho tiempo un área de esparcimiento para estar con sus familias y que la zona arqueológica sí necesita atención y mantenimiento. ¿Pero es el Parque Tho’ la única alternativa?
Hay ejemplos locales de parques que preservan el ecosistema, Arto menciona el Acuaparque, el Ecoparque y el Parque Ecológico del Poniente. Recuerda cuando en la colonia Pensiones, al suroriente de la ciudad, se inundaron los terrenos detrás del Walmart con la tormenta Cristobal del 2020 y comenzaron a llegar aves, pero también las personas que querían verlas. Había tanta afluencia que comenzaron a parar puestos de marquesitas.
—Nos dimos cuenta de que la gente necesita espacios verdes en Mérida pero no sabe cómo usarlos ni cómo cuidarlos. La gente iba diario a sentarse a ver el atardecer, algo que nunca había visto. Es mi rumbo, entonces con los vecinos nos sentábamos toda la tarde a ver pájaros con binoculares. La gente pasaba por ahí en auto y se bajaban con los niños a ver los patos. Entregábamos cartelitos con información de cómo tratar a las aves. De repente una señora soltaba a sus perros y perseguían a los pájaros y nosotros le dábamos panfletos de cómo proteger a la fauna. La ciudad está creciendo y a las personas sí les gustan las áreas verdes, disfrutar de la naturaleza, hacer hiking, solo falta conciencia de cómo podemos cuidar esas áreas verdes.
La gente suele ver el Parque Arqueológico de Altabrisa desde afuera, pero si se adentraran a ver de primera mano todo lo que hay en este sitio posiblemente cambiarían de opinión sobre lo que se debe hacer con el terreno y lo que implica un área de 8 hectáreas de selva dentro de la ciudad. Vivir en una ciudad donde todavía se conserva parte de la selva maya es un privilegio, el monte no es un estorbo. Como dice Yameli Aguilar:
—Es importante llamar a toda la ciudadanía a que reconozca el importante valor biológico y ecológico que tienen estos espacios y áreas de vegetación para el mantenimiento, pues también está implicada en nuestra vida cotidiana dentro de una ciudad.