Fototeca Tuzik: La memoria de una comunidad que resiste en sus fotografías

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Por Nery Chi

La fototeca del pueblo de Tuzik en Quintana Roo surgió como un sueño después de un trabajo de campo en Chiapas, cuenta el gestor y vocero Pedro Dzidz. Allí visitó una fototeca por primera vez e imaginó un espacio similar en su pueblo. Uno de los primeros pasos para cumplir ese sueño fue tomar un diplomado de gestión de proyectos en 2018. Con la llegada de la pandemia y la falta de respuesta a una convocatoria para recibir financiamiento, se desanimó. Sin embargo, cuando le dijeron que conseguirían el apoyo, empezó a contactar a más personas e inauguró la fototeca en febrero de 2022.

Más que “viento mentiroso”, Tuzik tiene otros significados. Para Seydi, fue un lugar de reencuentro tanto familiar como de identidad, pues su familia migró de Tuzik hace más de 25 años y creció en la ciudad donde escuchaba español en su escuela y maya en su casa. Para Diana, es el lugar donde resiste la memoria, donde logró reconectar con sus raíces, pues también creció fuera del pueblo. Para Pedro, es el lugar donde resiste como maya, un pueblo con un “mundo de historia”.

Desde su inauguración, han salido a dar talleres tanto en su comunidad como en otras. Durante la Cumbre estuvieron trabajando con niñas y niños. Pedro, que también dedica parte de su tiempo al rap, y Diana, que estudió música, estuvieron en un taller donde escribieron una canción y aprendieron sobre fotografía.

Trabajar con infancias es parte de su mayor motivación, pues para ellos es muy importante la representación.

Quizás nosotros y nosotras cuando éramos niñas y niños no tuvimos esa representatividad, no vimos a otras personas como nosotros que son de una comunidad mayahablante en espacios diversos. Entonces, para nosotros, estar en esos talleres, abrir esos espacios para las infancias, es darles esa oportunidad de hacer cosas más allá de las que tradicionalmente se nos ha impuesto.

La fototeca usa los medios audiovisuales para preservar la historia de Tuzik que antes solo se contaba de forma oral en las historias de los antiguos. Pero Seydi también menciona que lo audiovisual es más accesible que un libro en lengua maya.

—La realidad es que las personas mayahablantes de nuestras comunidades no escriben ni leen en su propia lengua porque hemos sido alfabetizados únicamente en español. Quienes tenemos la posibilidad de leer y escribir en lengua maya muchas veces somos personas que hemos tenido acceso a la universidad. Entonces, niños, que tengan el acceso más directo. 

En un futuro, esperan constituirse legalmente como una asociación civil y seguir descubriendo sobre su comunidad. Sueñan con poder trabajar al cien por ciento en la fototeca, vivir de ello. Esperan que en el futuro las nuevas generaciones no tengan que sufrir discriminación y violencia que sufrieron ellos por hablar maya en espacios públicos.

Parte del equipo, Pedro Dzidz, Seydi Pat y Diana Jiménez, fueron invitados a la Cumbre de Activismo Digital de Lenguas Mayenses que estuvo en el Gran Museo del Mundo Maya del 11 al 15 de enero de 2023. Conocer proyectos similares a los suyos les hizo sentir menos solos y que están haciendo algo tangible por su comunidad. A partir del proyecto, han notado que se ha empezado a normalizar el uso de sus lenguas en espacios públicos, que es lo que buscan. 

El entusiasmo de los niños de su comunidad los motiva a seguir. Cuentan que los niños más grandes le enseñan a los más chicos. Por el momento, el proyecto sigue siendo autogestivo, venden stickers, playeras y bolsas para comprar el material de sus talleres. Nada parece detenerlos en su camino. 

—Esto es para la gente del pueblo, porque nuestro público objetivo es nuestra comunidad y las comunidades aledañas. Nos hablan de visitas de turistas extranjeros, que no estamos cerrados, adelante. Siempre respetando nuestras formas, respetando nuestro pueblo, cualquier persona es bienvenida.