Campesino, una película de ficción en lengua ch’ol

Por Logan Johnson

Fotos: Iñaki Malvido

En México existen 26 millones de personas que se identifican como indígenas, lo cual representa más del 20% de la población total del país. Sin embargo, la representación de este sector y sus culturas sigue siendo escasa en los medios de comunicación y publicidad. En el cine, es aún más ausente. Ante un país con 68 lenguas vivas ¿en qué idioma se produce el cine? 

 

El director de cine Diego Zendejas opina que todas las lenguas tienen la misma validez y merecen la misma participación en nuestra cinematografía. Ése es uno de los pilares de su proyecto Campesino.

De acuerdo con la sinopsis oficial, Campesino narrará la historia de Toño, joven veinteañero que vive en Yajalón, un pueblo en Chiapas con su hermana Rosa, de quien es responsable tras la muerte de su madre y el desentendimiento de su padre. Toño trabaja cultivando maíz y por el sueldo que recibe apenas le alcanza para cubrir los gastos. Un día su padre enferma y este conflicto que parece estar fuera de sus manos, en el fondo, es una cuestión muy personal que tendrá que superar.

Campesino surgió como un proyecto estudiantil en una clase universitaria en la que se conocieron Luz Vázquez, la guionista, y el productor, Emiliano Contreras. 

—Ella estudia letras y yo, comunicación. Por puro azar me tocó leer su texto y me encantó: estaba súper bien escrito, fue el mejor de la clase y yo ya tenía en mente hacer un cortometraje de titulación. 

La historia está basada en la familia de Luz y en especial en su papá que es campesino y su conexión con el campo. 

 

—Me hizo sentir que estamos contando algo muy importante para ella.

El financiamiento de la película se logró a través de una campaña de Kickstarter, para la cual lograron 194 patrocinadores que contribuyeron con poco más de 133 mil pesos, rebasando la meta de 100 mil. Pero el presupuesto no es el único obstáculo para el futuro filme, pues el equipo tendrá que trasladarse de Ciudad de México a Chiapas.

—Conocí Chiapas hasta hace como un mes, que fuimos por primera vez. Como productor, no conozco a nadie, no tengo contactos. Llevo cuatro años siendo productor en la Ciudad de México y ahí sé a quién acudir si me cancelan o pasa algún imprevisto. Uno de los principales retos es llegar a una zona desconocida. 

 

El elemento más importante del proyecto es la lengua originaria: escuchar la voz, el ritmo y el sonido de la lengua ch’ol. 

—Es muy importante el ch’ol y que los protagonistas estén en sintonía con el idioma: es la lengua materna de Luz y, si bien esta historia podría contarse en español, al final creo que es darle la intención de que las lenguas indígenas, como de otras culturas en este país, también existen y deben tener la misma importancia en nuestro cine.

Cuando mapearon otros trabajos audiovisuales que están hablando en ch’ol, no encontraron ninguno que fuera de ficción. 

—Sí hay videos pero son más documentales. Creo que esto va de lo particular a lo universal y que se podría convertir en la primera película/cortometraje de ficción hablada en ch’ol. Para mí es eso lo que me motiva a aventarme al reto de rodar.

 

Además de la lengua, hay otras inquietudes que mueven al equipo detrás de Campesino: acercarse a los matices, inquietudes y dificultades de la comunidad y su trabajo, muchas veces infravalorado cuya posibilidad de difusión es mínima.  

—No vamos a trabajar con actores profesionales, sino con actores de la comunidad. Al final, Luz no sólo escribe el guion y se deslinda, sino que también resulta cómo coordinadora de diálogo y de cierta forma, en traductora, porque hay diferentes variantes de ch’ol. Luz es la única persona de nuestro crew que habla ch’ol, pero es irónico, que todos estamos aprendiendo de todos, porque ella es de la licenciatura en letras y el resto nos estamos especializando en cine, generando algo súper enriquecedor.

Emiliano (Productor), Diego (Director), Luz (Guionista), Iñaki (Dir. Fotografía)

Emiliano (Productor), Diego (Director), Luz (Guionista), Iñaki (Dir. Fotografía)

 

Emiliano es firme en la visión de generar posibilidades para que sea la misma comunidad quien narre su propia historia:

—Uno de los valores agregados es que, generalmente, las representaciones de las culturas indígenas de nuestro país están escritas desde personas que no pertenecen a dichas culturas, de ahí que sean mayoritariamente erróneas o llenas de estereotipos y prejuicios. Estamos procurando tener gente de la comunidad involucrada. Eso es a lo que debería aspirar el cine: una participación estructural de la gente que está siendo representada en la pantalla, no sólo involucradas frente a la cámara, sino también detrás.



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