La escuela itinerante que te enseña a sembrar agua en Yucatán

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Por Erika Rejón

Perseida Tenorio, ingeniera en industrias alimentarias, comenzó a trabajar con el agua por el dolor que le causó la muerte del río de su pueblo. De ver cómo los pueblos deciden conectar el drenaje con los ríos sin ningún tipo de tratamiento, como si el agua de los ríos no fuera parte del ciclo de los alimentos:

“Nos hemos olvidado totalmente de que estamos inmersas e inmersos en ese ciclo. La naturaleza va a seguir y va a conseguir los medios para seguir existiendo, quienes nos vamos a eliminar, somos la humanidad”, dice en entrevista con Memorias de Nómada.

En el marco del Día Mundial de la Educación Ambiental, es importante enfocar a las iniciativas cercanas que nos muestran no sólo cómo cuidar a la naturaleza, sino cómo quererla también. Una iniciativa, que además reparte destellos de esperanza en su organización, es la Escuela Itinerante de Agua y Artes, dirigida por Perseida Tenorio, zapoteca binni yaati, y Guiebeu Ballesteros, afromexicana.

En el marco del Día Mundial de la Educación Ambiental, entrevistamos a Perseida Tenorio, una de las fundadoras de la Escuela Itinerante de Agua y Artes
La escuela enseña ecotecnologías, soluciones basadas en la naturaleza que utilizan los principios de fitorremedación y biorremedación para sanar cuerpos de agua contaminados y evitar que se contamine el agua subterránea. © Escuela Itinerante del Agua – Instagram

El objetivo de la escuela es transformar la relación que tenemos con el agua y concientizar sobre el papel que desempeñamos en su ciclo: cómo cuidarla y cómo sembrarla. Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Perseida, originaria de Ixtaltepec Oaxaca, ingeniera en Sistemas Alimentarios Sustentables y fundadora de Una Mano para Oaxaca; quien actualmente se encuentra aprendiendo acerca de las abejas meliponas y su relación con el agua, en Yucatán.

La base de la escuela fue la tierra: aprender a cultivar alimentos propios sin químicos, empezar a hacer composta e ir a diferentes espacios para ayudarles a tener sus propios huertos medicinales. Es destacable que han sido justamente los jóvenes quienes guían algunas de las actividades o viajes, rompiendo con la visión adultocentrista que se mantiene en el sistema educativo global.

La escuela enseña ecotecnologías, es decir, soluciones basadas en la naturaleza que utilizan los principios de fitorremedación y biorremedación para sanar cuerpos de agua contaminados y evitar que se contamine el agua subterránea (como los cenotes).

Yucatán es el estado con la mayor reserva de agua dulce en el país, sin embargo, tener agua no garantiza que esta esté limpia. Entonces hay que preguntarnos de dónde viene el agua que utilizo y a dónde va.

—Si nos vamos a la base y al origen, el agua lleva millones de años dando vueltas en el planeta y así va a seguir; así va a seguir retornando, regresando, transformándose, subiendo, evaporándose, condensándose, filtrándose. Nuestra parte de todo este ciclo es que regresemos el agua en la mejor calidad.

En lugares donde llueve mucho, pero ya no hay cobertura vegetal (montes, selvas, bosques) se inunda. Con las ecotecnologías buscan recuperar esa agua para que no se contamine y regrese limpia al subsuelo. Por ejemplo, dan talleres para que las aguas de tu casa no terminen en el drenaje junto con la de todos tus vecinos y se contamine: Desde tu casa puedes sembrar agua, que vuelva limpia al manto freático, y evitar contaminar los ríos, las ciénagas o el subsuelo.

El proyecto inició formalmente en el 2021, pero ¿cuándo fue que empezó a cocinarse esta idea? Perseida dice:

—Hay un niño, que ya he adoptado como sobrino, que se llama Josué, él me acompañaba a los proyectos para las mujeres en los huertos poco antes de la pandemia. Me dijo “oye, pero ¿por qué en los encuentros donde las mujeres aprenden de los alimentos y de los huertos no hay jóvenes?” Y sí es cierto. Realmente hay poco relevo generacional y en general en México y en el mundo es un gran problema. Pues justo, ahí empezamos a invitar a más jóvenes a que se unieran. Al inicio yo no me sentía segura de qué enseñarles o cómo compartir esto porque somos de comunidades rurales y nos han dicho que la visión de regresar a la tierra aparentemente es como ir en retroceso. Es más como “vete a la ciudad, hay que trabajar para alguien más o en una empresa”, según eso es desarrollo. Iniciamos haciendo huertos y caminatas e intuitivamente vimos cómo hacerlo atractivo, porque había jóvenes entre 11 y 13. Entonces buscamos cómo hacerlo divertido para que les pareciera atractivo y ser parte del colectivo en la etapa de más inquietud, que es la adolescencia o la pubertad.

“Si eso se puede hacer en otro pueblo, también en mi pueblo”

Un factor que impulsó el desarrollo de la Escuela Itinerante de Agua y Artes es la relación que Perseida tiene con el río en su pueblo en Oaxaca, que se ha ido contaminando por el drenaje. Se le repetía constantemente que no era posible limpiar el río o que sería muy caro, pero al escuchar sobre una comunidad en Ecuador que se había organizado para revitalizar uno de sus ríos, vio todas las posibilidades existentes y alcanzables.

—Viajé a Ecuador y estuve 15 días en El Chocó Andino aprendiendo de las ecotecnologías y eso me revolucionó el cerebro; fue una embarradita de todo lo que son las soluciones basadas en la naturaleza. Si eso se puede hacer en otro pueblo, también se puede hacer en mi pueblo. Ahí fue cuando inició formalmente la escuela itinerante. Hasta ahora el método sigue siendo bastante intuitivo, usamos las artes como un eje transversal de la enseñanza-aprendizaje de la tierra y del agua.

Además de la falta de relevo generacional en el campo, la despolitización de la juventud es un gran obstáculo para abordar temas medioambientales, Perseida explicó que una de las tácticas que han utilizado para reclutar a más jóvenes en estos proyectos y cobatir la apatía que persiste son precisamente las redes sociales:

—Hemos usado mucho las redes sociales. Se critica mucho pasar tiempo en redes sociales, pero sí es una buena herramienta porque nos puede conectar con personas que están en otros lugares y a quienes les interesa. Algo que pasa mucho es querer hacer algo y no saber qué hacer, querer unirse con otras personas y no saber cómo. En temas de defensa medioambiental es muy difícil hacerlo sola o solo; tiene que ser en red sí o sí. En general tendríamos que caminar en red y en colectivo porque todo está unido en la naturaleza. Usar, también, las actividades artísticas de manera transversal hace que se toquen otras fibras, otras imaginaciones también; compartir cómo nos sentimos y lo que nos atraviesa.

La Escuela Itinerante también enseña les jóvenes a organizarse

La migración de les jóvenes del campo a la ciudad en su tema que se discute constantemente en los espacios campesinos. Perseida comparte que uno de los objetivos de la Escuela Itinerante es que las nuevas generaciones tengan la posibilidad de vivir en sus pueblos y vivir bien, para que la migración sea una decisión y no una situación forzada.

—¿Cuántos jóvenes ya dejaron de soñar en su pueblo?, ¿en qué quieren vivir en esos ríos, en esas montañas, sembrar en esa tierra? Creo que las artes y las ecopedagogías (pedagogías de la tierra y el agua) hacen que podamos volver a sembrar nuestros ombligos en nuestros territorios; que deseemos limpiar nuestro territorio, sembrar en nuestra tierra, defender nuestras montañas, nuestras selvas.

La creación de una comunidad se ha vuelto cada vez más difícil gracias al individualismo rampante. Afortunadamente, ver a jóvenes formando parte de esta colectividad, termina por inspirar a otros, pues además representa una oferta local atractiva en donde no sólo se trabaja y se conoce la tierra, sino que también se crean conexiones que nos sostienen durante las malas rachas.

—Uno de los principios que tenemos en la escuela es la no violencia, ni verbal, ni física. Es una No Violencia hacia la Tierra también, porque al final somos esa tierra. Llegaban jóvenes pegándose entre sí y los deteníamos, no por querer crear una burbuja, sino más bien por creer que desde la ternura es posible replicar el amor que tengamos entre nosotros hacia la tierra. Algo que hemos visto mucho en la escuela es que después de los talleres que compartimos de ecotecnologías, se te abre el cerebro y ves que hay otras posibilidades con el agua, hay otras maneras de relacionarnos con el agua. Creo que lo importante de pasar del sueño a pasar a la acción es empezar y si puedes, empezar en un colectivo. El individualismo está terrible ahorita, pero nada en la naturaleza funciona solo, todo está conectado, todo está en relación.

Somos agua, somos esos ríos que se están muriendo

Para hacer un cambio con intención, hay que recordar que formamos parte del ciclo del agua. Si queremos una coexistencia sustentable, hay que mirarnos en el reflejo del agua. Perseida recuerda que más del 70% de nuestro cuerpo es agua, los primeros meses de nuestra vida estuvimos inmersas totalmente en agua, la necesitamos para nuestras conexiones neuronales y seguimos nombrándola como un recurso y no como algo que forma parte de nosotres.

—En la escuela recordamos que no solo hay ríos afuera o no solo hay agua afuera, sino también en nuestro cuerpo, en este contexto físico, digamos. Como hemos olvidado cuidarnos a nosotres también, obviamente no vamos a cuidar lo que hay afuera. Debemos recordar que aparentemente hay límites que nos separan de la naturaleza, pero nosotros somos esa naturaleza que se está defendiendo, somos esos ríos que están muriendo. Esos dolores de ver los ríos sucios y los montes quemándose se alojan en nuestro cuerpo. Por eso te decía, hace rato lo de la salud mental, porque esto también nos afecta emocional y anímicamente. Es uno de los obstáculos al momento de querer organizarnos porque desde la tristeza y desde el miedo está muy difícil querer accionar, es mejor recurrir a la red y hacer algo al respecto, transformar ese dolor.

El amor por los cenotes en Yucatán, una lucecita en el camino

La Escuela Intinerante está estacionada en Yucatán, en una región que tiene cuencas naturales para almacenar agua pero ningún río. No ver la contaminación a simple vista es precisamente uno de los retos que platica Perseida.

—En muchos otros pueblos donde hemos caminado con la escuela, el dolor o la preocupación vienen de ver los ríos que ya no son transparentes y ahora son negros, que literal apestan y son ríos de caño. Algo que hemos estado impulsando ahorita es que, aunque no veamos esa contaminación aparente, el tipo de suelo cárstico que hay en la península hace que si tú echas un vaso aquí, llegue al mar. Está todo totalmente conectado. Hay que impulsar y adaptar las ecotecnologías, tenerlas en nuestra casa para que podamos eliminar estas descargas de aguas grises a las aguas subterráneas. Porque además una cosa muy preocupante es que en Yucatán es donde está la mayor reserva de agua dulce de México. Es como si estuviéramos en un suicidio colectivo contaminando el agua dulce, esto es lo más importante del país. Hay, podríamos decir, similitudes en la violencia que estamos ejerciendo hacia los cuerpos de agua, pero por otro lado está el grado de sacralidad que existe en Yucatán hacia los cenotes; eso puede ser una lucecita en el camino. En muchas otras comunidades se ha perdido ya ese grado de sacralidad de los ríos, o aunque lo tengan se han olvidado. Creo que una parte muy importante de recordar la relación con el agua es la espiritualidad.

Si perdemos la esperanza, perdemos la organización política

Para sembrar agua, existen las ecotecnologías y los conocimientos sobre el territorio. ¿Pero cómo podríamos sembrar más esperanza también? Perseida finaliza diciendo:

—Creo que a través de la imaginación. Justo ahorita estamos en un programa de aprendices del agua y de hecho la actividad que vamos a hacer se llama Un mapa de la esperanza hídrica paravisualizar otros futuros posibles; otros mundos en donde nos relacionamos diferente con el agua y con los seres del agua y los seres del monte y los seres del suelo y los seres de los árboles. Recordamos que todo está conectado entre sí y en esa conexión estamos también nosotros, por eso también utilizamos las ecopedagogías pues eso va más allá de lo técnico. Sí enseñamos lo técnico y los cálculos y demás, pero algo fundamental es entender tu propio mapa de la esperanza interno, saber que sí hay posibilidades. Si perdemos la esperanza, perdemos la organización política porque ya no creemos que es posible cuidar algo o defender un monte. Yo la esperanza la veo como un fuego interno, prendido en el corazón. Y definitivamente ese fuego interno se alimenta por el gozo también y por la alegría que nos dan estos espacios. Algo importantísimo para mantener esa esperanza es decir saber que no solo voy a defender el cenote, voy a ir y voy a pasar un día ahí y lo voy a disfrutar: voy a nadar y voy a agradecer que está este lugar, porque en muchos lugares de México no tienen acceso a eso. Escuchan de lo que es un ojo de agua o lo que puede ser el agua limpia, pero por ejemplo en Morelos que toda el agua subterránea está contaminada sería imposible imaginar que haya un cenote donde se pueda ir a nadar. Entonces creo que eso viene mucho también del gozo, del disfrute y de la organización.