Compartir la tierra

Por: Amanda Vargas

Ilustracion de Luis Cruces Gómez

Quienes vivimos en la ciudad, saturadas del ritmo veloz, buscamos en los días libres refugio y tranquilidad en la playa, en la selva o en cenotes. Ahí está el ritmo al cual nos hemos deshabituado y al extrañarlo nos preguntamos ¿cómo sería vivir así diariamente en compañía, compartiendo lo pensado y experimentando escuchar el entorno que nos rodea? 

En busca de la re-vinculación con la Tierra y vivir de manera sustentable y alternativa, en marzo de 2014 inició Alma de Tierra, una pequeña comunidad de jóvenes que trabajan/conviven inspiradxs en la permacultura, el ecofeminismo y los saberes compartidos; ubicada en la cabecera municipal de Tecoh  a 30 kms de Mérida. 

Antes de comenzar con el pico y la pala, para Blanca (quien inició el proyecto) fue elemental la observación del ecosistema para decidir dónde se iban a ubicar los primeros elementos que integrarían el pequeño agroforestal y el huerto biointensivo que se creó a partir de la siembra de semillas nativas y adaptadas, y del trasplante de árboles frutales. Con el tiempo, aprendizajes, esfuerzos, apoyo de muchas más amistades, voluntarios y la integración de Mafer, Gaby y Árbol el proyecto ha ido creciendo continuamente. En poco más de cinco años se han diversificado los cultivos; se adoptaron gallinas y un gallo, gatas, perrxs, abejas meliponas, a Clarita (la cabra) y a Melaza (la yegua). Se construyeron los baños secos, la cocina y el meliponario; se instaló un biodigestor y se  aplicaron otras ecotecnias, que en conjunto forman la permacultura.

Ésta es un sistema de diseño que busca la sostenibilidad ambiental y económica del entorno que habitamos, tratando de tener el menor impacto negativo en los ecosistemas. El concepto surgió en 1970 cuando los ecologistas australianos Bill Mollison y David Holmgren desarrollaron ideas alternativas y holísticas de cultivos agrícolas en respuesta al envenenamiento del planeta por los sistemas industriales de producción. A lo largo de casi 50 años estas prácticas han sido desarrolladas, transformadas y adaptadas a los diferentes climas del mundo en busca del equilibrio ecológico.  Dos de las grandes ventajas de este sistema son que se logra adaptar a cualquier sitio, desde una casa de interés social hasta un vasto solar; y que se puede usar como modelo para regenerar y diversificar terrenos que ya están erosionados por la industrialización. 

Platicando con Gaby, ella nos comenta lo que ha ido aprendiendo a lo largo de este tiempo de vivir en comunidad y de la tierra:

La autogestión es más probable al rodearse de personas diversas que crean algo en común con sus saberes. 

Aunque todas buscan colaborar en la mayor cantidad de tareas, con el tiempo cada una se ha ido especializando en diferentes áreas como en el cuidado de los animales, en el mantenimiento de las plantas o la elaboración de los fermentos. Vivir con otras personas les ha permitido más posibilidades de las que estaban acostumbradas, como lo menciona Gaby:

Algo bonito de estar aquí (en Tecoh) es notar que necesitas de otros seres: bichos, microbios, mariposas, abejas, insectos polinizadores y todos tienen su por qué. Aprendes a compartir no sólo con humanos, sino con otras especies. Tener un entorno biodiverso significa que habrá diversidad de microambientes y alimentos no sólo para ti sino para otros seres, se vuelve un espacio donde se puede sostener la vida no sólo humana.

La continua búsqueda por aprovechar lo mejor posible los recursos del lugar, no desperdiciar nada y a valorar el esfuerzo que implica producir alimentos les ha llevado a adentrarse en el vasto mundo de los alimentos fermentados: tepaches, vinos, vinagres, bebidas gaseosas, hidromiel, salsas, jaleas, masa madre, cerveza y un sinfín más de posibilidades. Eso también les ha incentivado a explorar otros usos de plantas como la luffa para alimentarse (comúnmente usada como estropajo) y la sandía de conejo (que crece de manera silvestre en las milpas); a utilizar mejor sus recursos como el uso del excremento de Melaza para la producción  de biogás (y uso en la cocina) y sus propios desechos para hacer compostas y fertilizantes naturales. Han sido años de experimentación e investigación constantes.  

La convivencia con cada una de las personas que han llegado de diferentes geografías a la casa (del mismo Tecoh, de los pueblos cercanos, de Mérida, de diferentes estados y de otros países) les ha permitido aprender y compartir muchas experiencias. Se ha tratado de un continuo cuestionamiento, deconstrucción y reconstrucción de sentires, pensamientos y hábitos, de aprender a dar y a recibir también

Trabajar la tierra se vuelve el núcleo, sin ésta no hay alimento y por ende, no hay vida. Hacerlo en comunidad les ha hecho las tareas más ligeras: desde picar la tierra, sembrar una nueva planta, cosechar sus diferentes partes, el deshierbe, la alimentación de los animales, la limpieza de los baños secos, la elaboración de compostas con los desechos, el cuidado de los fermentos, el preparar la comida para todas, entre muchas más actividades que conforman la cotidianidad de Alma de Tierra.

Bibliografía:

https://www.nuevamujer.com/bienestar/2012/04/21/sabes-lo-que-es-la-permacultura-te-lo-explicamos.html

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