Vamos contra el mundo: la lucha por el derecho a casarse

Por Yobaín Vázquez Bailón

Mientras la Cámara de Diputados de Yucatán se decide a aprobar la iniciativa sobre los matrimonios igualitarios, allá afuera hay cientos de parejas de la diversidad LGBT+ que esperan legalizar su relación, sin trámites de amparo de por medio. Si bien la discusión de este tema se ha centrado en conceptos legales y reclamos de derechos humanos, los favorecidos serían personas que han vivido siempre como minoría y a veces en los límites de ser considerados ciudadanos de segunda.

Por eso, en vez de consultar con un diputado o con un especialista en temas de derechos humanos, nos reunimos con Luciano Martínez (LM) e Irving Suárez (IS). Ellos llevan 16 años de relación y buscan contraer matrimonio en Yucatán, lugar donde viven, trabajan y se enamoraron. Ambos tienen estudios universitarios, laboran para instituciones públicas y cuentan con negocios propios. Además de ser los organizadores de la Marcha del Orgullo de Progreso.

Ellos pueden contarnos con mayor empatía cómo viven y qué piensan sobre la iniciativa del matrimonio igualitario. Interesarnos por la opinión política de esta pareja es interesarnos también por su historia personal.

¿Cómo se conocieron? ¿Cómo viven en pareja?

IS: Nos conocimos un diez de abril, honestamente fue amor a primera vista. Nos conocimos virtualmente, empezamos a salir y el primero de agosto de 2003 nos hicimos novios. Yo estaba entrando apenas a la preparatoria, él estaba en su segundo año de la universidad y pues ahí empezó la relación. Vivíamos juntos, trabajábamos, estudiábamos y nos apoyábamos para forjar lo que hoy en día tenemos. Hoy me siento orgulloso de mí, porque tuve que salir de mi casa a los 15 años y no dejé de estudiar. Hice la preparatoria, universidad y luego un posgrado. Ahorita tenemos un negocio, un centro de enseñanza integral. Aparte tenemos un spa, todo esto es lo que hoy llamaríamos parte de nuestro patrimonio.

Tenemos una casa por medio del crédito de Infonavit de él, yo no puedo ser beneficiario porque aún no se ha aprobado la ley de matrimonio y obviamente es una de las razones por las que estamos en espera de que se logre. Yo sé que existe el amparo, pero no es el objetivo. El objetivo es que si vives en Yucatán, aquí deberías casarte.

LM: En nuestra relación hay, como en toda relación normal, momentos felices, momentos que tenemos que trabajar, momentos que le dedicamos a la familia. Nuestras familias se llevan, su mamá y mi mamá conviven. Además de todo esto, quisimos hacer algo por el colectivo LGBT+, hace 6 años iniciamos con eventos de belleza, pero con labor social. De ahí nació esta inquietud de luchar por los derechos de las personas, porque desgraciadamente hoy no tenemos voz entre nuestros diputados, no estamos representados al 100 por ciento.

¿Tienen pensado casarse?

LM: Sí. El problema es que casarte en Yucatán vale 342 pesos para una pareja heterosexual, pero las personas del mismo sexo tienen que tramitar un amparo y este vale de los 10 mil a los 20 mil pesos dependiendo de tu abogado. Tenemos amigos que 10 mil pesos es su salario de casi tres meses, entonces eso limita mucho que puedan casarse.

De hecho, cuando empezaron los amparos teníamos el objetivo de tramitarlo, pero en ese momento los dos estábamos estudiando e invirtiendo. Ahorita todos los amparos se han aceptado, se han validado, pero en ese momento era algo incierto y no teníamos dinero para el amparo. Es algo que se ha ido posponiendo cada año y ahorita retomamos. Queríamos casarnos en abril, teníamos el plan de irnos a Cancún para hacer la boda civil y luego la fiesta acá en Mérida, con los familiares y amigos, porque igual eso nos limitaba, cargar con mi familia y su familia iba a ser mucho gasto. Sin embargo, ahora que se saca a la luz de nuevo esta iniciativa (del matrimonio igualitario), a nosotros nos encantaría contraer matrimonio civil en Yucatán de manera legal como lo hace cualquier persona.

¿Por qué es importante para una pareja gay acceder al derecho del matrimonio?

LM: El matrimonio, a fin de cuentas, es un contrato y a través de ese contrato nosotros buscamos asegurar ciertos bienes. Han pasado muchas historias, hace meses tuvimos un accidente en carretera, se accidentó Irving y lo tuvieron que hospitalizar, y no me dejaban acceder porque no era un familiar. Si hubiera esta unión legal, quizá hubiera podido ser diferente la situación. Otra cosa importante es la opción de adoptar. Uno de mis sueños siempre ha sido ser papá. Yo creo que si nuestros padres hicieron algo bien con nosotros, porque a final de cuentas no somos delincuentes ni alcohólicos ni nada, entonces yo creo que podríamos hacer lo mismo. Yo creo que el amor no reconoce barreras ni fronteras. Algo muy importante es que los grupos que se oponen y piensan que hay daños a terceros o daños a niños, en realidad no hay ningún estudio serio a nivel mundial que diga que las parejas del mismo sexo van a dañar a los niños. Al contrario, hay estudios en muchos países donde dicen que esos niños son educados de la mejor manera. Para nosotros es un sueño que nos gustaría concretar, nos gustaría adoptar y darle a un niño ese amor que está buscando.

IS: Yo creo que es un derecho que todos los humanos tenemos por igual y no debe haber limitantes. Hoy en día se ha demostrado que no importa si eres papá soltero, mamá soltera, papá y mamá, abuelos que toman el papel de padre y madre, tíos que toman el papel de padre y madre. Ya existen muchas parejas que tienen hijos, que adoptan. Es un derecho que tenemos todos los seres humanos de querer formar una familia y una familia no solamente es de hombre y mujer, como se dice. La idea es que yo quiero asegurarme de todo lo que estamos construyendo.

La diputada Milagros Romero Bastarrachea dijo que la iniciativa del matrimonio igualitatario va a tener algunos ajustes, uno de ellos es cambiar el término matrimonio por el de unión civil. ¿Cómo consideran este cambio?

LM: La Corte Interamericana y la Suprema Corte de Justicia y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos han mandado recomendaciones a las diferentes legislaturas para que acataran el término como tal, el término matrimonio, porque cambiarle el nombre es un acto de discriminación.

Otra diputada, Rosa Adriana Díaz Lezama, comentó que el 99% de la gente que ella escucha, no está de acuerdo con el matrimonio igualitario. ¿Cómo ven este porcentaje? ¿Creen que hay más gente que apoye esta iniciativa?

LM: En esa situación no sabemos qué voces está escuchando la diputada y sobre qué prejuicios lanzó estos comentarios. A final de cuentas, hasta el día de hoy nunca ha mostrado con evidencias los estudios que dice tener y en realidad, en cuestión de los derechos humanos, no importa si es una mayoría o si es una minoría. Lo que importa es que los derechos deben ser iguales para todos, así seamos dos o seamos mil.

Nuestros diputados están para legislar y hacerlo de manera laica, no siguiendo voces religiosas. Creo que Yucatán se ha caracterizado históricamente por estar a la vanguardia de muchas cosas: primer congreso feminista, hemos tenido mujeres en la política antes que en muchos lugares y en el escenario de educación ha habido mucha vanguardia. Ahorita Yucatán se queda en este rezago a nivel peninsular, Campeche y Quintana Roo ya aprobaron el matrimonio igualitario. A final de cuentas hay que romper barreras, es tiempo de cambiar ideologías, de enseñar a las nuevas generaciones y respetar las diferencias. Lo que tienen que hacer los diputados es centrarse en legislar de manera adecuada, por el bien común y no dejarse llevar por los votos o velar por sus intereses políticos.

IS: Aquí estamos hablando de un derecho que tenemos por el simple hecho de ser seres humanos, desde el momento que nacemos y nos avala la constitución, debemos tener los mismos derechos sin importar sexo, color, raza. Si estuviéramos hablando de limitarnos como lo están haciendo, ¿por qué con las contribuciones no nos limitan? En los impuestos, por ejemplo, ahí sí todos estamos parejos. Yo pienso que esta diputada lo está haciendo quizá para hacer ruido y que gente de movimientos que están en contra del matrimonio igualitario alcen la voz y vuelvan otra vez a detener esta iniciativa. Yo vuelvo a recalcar que tenemos un mismo derecho, deberían de aprobarlo y ni siquiera debería discutir si es correcto o es incorrecto.

¿Qué opinan cuando leen comentarios discriminatorios de la gente que ni siquiera los conoce o no conoce cuál es la situación por las que pasan las personas LGBT que se quieren casar?

IS: Creo que todo viene de parte de la educación en casa y de la educación en la escuela. En mi época me tocó precisamente vivir, como mucha gente, situaciones discriminatorias. Muchas veces papá y mamá nos decían de niños: te tienes que casar, queremos tener nietos. Aunado a lo que ahora se observa en redes y en los periódicos, hemos elegido simplemente no ser groseros, porque eso es lo que buscan. Nos catalogan de revoltosos, nos catalogan de payasos, de sidosos, cuando en realidad ese no es el punto.

LM: Hace falta mucha sensibilización y mucha educación. Yo creo que es cuestión de empatía para ir cambiando todo esto que nos han enseñado. Pienso que el trabajo que sigue después de esto es hacer campañas de sensibilización y volver de nuevo a la calle a hacer este trabajo social, porque es lamentable ese tipo de comentarios, que sí duelen, que sí afectan, que sí te llegan porque sabes que esos insultos van dirigidas a ti y a un montón de gente que está en la misma situación y que ha pasado por lo mismo. A fin de cuentas son los golpes de la vida que nos enseñan que tenemos que seguir en esta lucha, seguir buscando esta causa. Cuando hablamos de matrimonio no estamos hablando de una fiesta o de un evento social, estamos hablando de un derecho.

¿De quiénes se acompañan para seguir en esta lucha? ¿Existen asociaciones que los ayuden?

LM: Se creó un colectivo a raíz de la elecciones. Este colectivo abarca a las asociaciones civiles, activistas, buscando esta unificación para un bien común. Este colectivo ya tenía una historia de muchos años atrás. En el aspecto personal son amigos, familia que sabemos que nos apoyan, nos aman, que nos quieren como somos y que nos aceptan y que nos da la fuerza para seguir.

¿Cuándo eran niños pensaron alguna vez casarse o a qué edad empezaron a imaginar que iban a casarse?

LM: Desde muy niño supe de mis preferencias, a partir de los cuatro años me gustaban los niños. En ese entonces la formación de mi papá y de mi mamá era totalmente religiosa, muy cerrada. A los trece años yo reniego de mi sexualidad, trato de adaptarme al canon establecido y enseñado, pero eso no era lo mío, no era lo que quería y en esa búsqueda entré a un grupo religioso católico de ultraderecha. Esto fue un shock psicológico y vinieron dos intentos de suicidio. Es cuando inicia el proceso de aceptación, dije: me voy a aceptar e ir contra el mundo. Tenía amigos que habían dejado su casa, que los habían sacado, tenía todos estos miedos y temores. Sin embargo cuando yo me salgo de mi casa a los dieciocho años, yo pensaba que me iban a rechazar y fue al revés, recuerdo que estaba mi mamá en el cuarto de mi casa y lo único que me dijo fue: seas lo que seas, yo te voy a amor porque eres mi hijo.

A mi papá le costó un poco más de tiempo, mi papá era muy machista. Tuvo que asistir a un psicólogo y rodearse de amigos gays de su trabajo para entenderme. Eso era algo que no sabía, me enteré por mi hermana y después ya me lo dijo. Es ahí cuando hago un puente con mi papá, limamos asperezas después de mucho tiempo separados. Entonces si mis papás me aceptan y yo me acepto, vamos contra el mundo. Siempre he soñado con eso, desde los catorce años, vivir en pareja, vivir con él, tener hijos, viajar.

IS: Provengo de una familia muy cerrada. Mi mamá era como otras mamás, como que lo huelen, como que lo saben, pero no lo dicen; dicen no, quiero que te cases y quiero tener nietos. Yo sí pensé en algún momento tener una relación con una mujer. En la prepa me salí de mi casa por problemas con mi papá. Hay un punto en el que conozco a Luciano, que me hace vibrar, me hace pensar muchas cosas. No imaginé tener una relación a mis 16 años y crecer en muchas cosas.

Sí llegó un momento que yo decía, ¿será el hombre de mis sueños?, ¿será que en un momento sí nos casemos? Yo siempre he sido una persona muy imaginativa, entonces desde joven decía: imagínate cuando nos casemos, imagínate que nos vayamos de viaje, imagínate que nos casemos en la playa. Entonces sí, mi sueño siempre ha sido casarme. Mi afán no es darles a mis papás o a sus papás un gusto de vernos casados. El afán de casarme es porque yo quiero un documento que ampare beneficios para ambos. Por ejemplo, yo tengo seguro social y él no lo tiene, si llegara a pasarle un accidente tendría que llevarlo a doctor particular. Ese sería un beneficio para él, por ser mi pareja. Sería el mismo derecho que tiene cualquier relación heterosexual.

¿Pensaron alguna vez que se iban a oponer tanto los diputados y otras personas a esto que han soñado?

LM: Esto es algo que se viene luchando por muchos años, más de 10 años viene dándose estos intentos de cambiar la legislatura en Yucatán, pensamos en algún momento que íbamos a ser el primer estado en obtener el matrimonio entre personas del mismo sexo, sin embargo no se dio. Yo creo que la mentalidad tiene que cambiar, las recomendaciones internacionales están sobre esto, en torno a materia de derechos humanos, y tenemos la convicción de que se va a aprobar esta iniciativa. Es algo que va en torno a derechos sociales y nos gustaría ser parte de esto.

¿Qué el arzobispo y otros líderes religiosos hablen ahora o que callen para siempre?

LM: Una cosa es la iglesia y otra cosa es cuestión de derechos, yo creo que no se deben mezclar. Tiene que prevalecer un estado laico, un estado de derecho que garantice los mismos derechos y obligaciones para todas las personas. Lo que el arzobispo diga o deje de decir sólo le compete a su grey. Nosotros con esta iniciativa no pretendemos que se cambien las leyes de la ni de ningún grupo religioso. Simplemente queremos que se respete el estado laico, que se respete el estado de derecho y que como dice el artículo primero, que garantice los mismos derechos para todas las personas.

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