Nuestra agua será veneno: pobladores de Santa María Chi

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Por Katia Rejón

Fotografías de Andy Buenfilm y Katia Rejón

Santa María Chi es una comisaría de Mérida, Yucatán donde viven 480 personas, quienes desde hace dos meses están enfermas de rinitis, faringitis agudas, sinusitis, bronquitis y problemas estomacales provocados por la contaminación e incendios de la megagranja porcícola de 178 hectáreas, San Gerardo, una aparecería de Kekén. La granja está dentro de la comunidad, a apenas unos metros de las casas.

Entrada de la granja y la primera casa de la cuadra, a unos metros. Foto: Andy Buenfilm

El 3 de abril de 2023, vecinos de Santa María Chi, Sitpach, X-cuyum, Yaxkukul y Cholul comenzaron a publicar en grupos de Facebook el fuerte olor que sentían en sus comunidades. Wilberth Nahuat, comisario de Santa María Chi, contó en entrevista con Memorias de Nómada que preguntaron directamente a la granja de San Gerardo si el incendio venía de ahí, ya que hace mucho tiempo los dueños de la granja tenían la práctica de quemar cerdos, pero ellos lo negaron. Días más tarde, el 13 de mayo, el fuego llegó hasta los galpones (construcciones donde albergan a los cerdos) y tuvieron que llamar a los bomberos para apagar el fuego. Cuando el camión de bomberos y una patrulla quiso entrar a la granja para contener el incendio, toda la población se dio cuenta de que el humo que llevaban más de un mes respirando sí provenía de Kekén.

—Estuvieron llamando a los bomberos una semana, pero las excretas del cerdo tienen gases y si no se apagan, siguen generando humo. Cuando supimos que lo que se estaba quemando era excremento entendimos que de esos gases tóxicos se derivaban las enfermedades respiratorias de la población.

 

La población intentó dialogar con los administrativos de la granja pero “nos dejaron con la palabra en la boca y se dieron la vuelta”. Por eso iniciaron un campamento en protesta afuera de la granja, para exigir un diálogo y entregar una serie de solicitudes.

La granja es propiedad de la familia Loret de Mola y está, supuestamente, clausurada. En el portón tiene una etiqueta de clausura pero no hay folio. Las personas entrevistadas aseguran que la abren y cierran a cada rato. Nadie de la granja ha respondido a sus exigencias, al contrario, una representante del grupo porcícola denunció a Wilberth Nahuat Puc de “privación de la libertad” a los trabajadores de la granja y de “obstrucción de caminos” por manifestarse. Según la denuncia, la manifestación retuvo a los trabajadores de la granja, a pesar de que la protesta está en la entrada y los empleados pueden salir del otro lado.

La orden de restricción dice que el comisario no puede acercarse a 300 metros del lote catastral de la granja, sin embargo, la granja está a 100 metros de su casa y rodea todo el poblado por lo cual prácticamente está encerrado.

—El conflicto con la granja lleva muchos años. Hemos vivido 30 años con esta situación pero ha llegado al punto de obligarnos a manifestarnos. Hace 20 años no era nada comparado con lo que es ahora. Antes tenían pequeños galerones pero ahora son 73 naves de 600 cerdos cada una. Ves el aumento de los cerdos en el flujo de camiones, antes entraba una camioneta con 20 cochinos, ahora son camionetas de cientos de cochinos en un día. 

El 9 de mayo, Wilberth Nahuat envió un oficio a la Secretaría de Salud de Yucatán en el que explica la grave situación por la que pasa la comisaría. La respuesta de la SSY fue que no es competente y le invita a denunciar ante el Ayuntamiento de Mérida, el cual también negó que la salud de una comisaria municipal fuera responsabilidad del municipio. Ahora las personas están generando denuncias a través de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.

 

El día de la entrevista había llegado al pueblo la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, una dependencia federal, y pensaron que venía a atender las denuncias pero se decepcionaron porque había venido por otra cosa, a ver terrenos ejidales. Tampoco los atendió.

Aunque él está en su casa por la orden de restricción, la mayoría de la población está organizada y sostiene el campamento. Ahí los habitantes muestran recetas y estudios médicos de bebés de 10 meses con rinitis a quienes tuvieron que mandar a otro lugar porque quedarse en su casa es riesgoso. También hay personas adultas mayores que han gastado mucho en medicinas y no terminan de sanar de bronquitis, rinitis o faringitis aguda.

 

Los doctores les dicen que se cuiden de acercarse a productos de limpieza, al humo de sus hornos, pero nada pueden hacer contra una granja que almacena más de 40 mil cerdos y quema sus excretas frente a sus casas. 

—Quieren eliminar los desechos de los cerdos pero no tienen cómo, por eso los queman, dice una de las entrevistadas.

El lugar donde se encuentra el campamento es la casa de varios vecinos y el paso diario de entre 5 y 10 camiones de cerdos que pasan de día y en la madrugada. Los incendios recientes han acrecentado la molestia que llevan 30 años soportando.

—Las enfermedades respiratorias son una cosa pero ¿y la contaminación del agua?. En unos años nuestra agua va a ser veneno. No se puede usar para lavar, bañar, ni para regar. Mira de qué color ya están las aguas. Antes sí sembrábamos pero ya tiene rato que no se cultiva porque Kekén mató el sembrado. Antes cultivábamos elote, calabaza, sandía. Ahora siembras y se muere. Un cementerio de árboles es, triste queda.