Por Sandra Gayou Soto
Más de cinco mil mujeres de 38 países llegaron desde el 7 de marzo al caracol IV Morelia de zona Tzots Choj, Chiapas. Fueron recibidas por más de dos mil mujeres zapatistas, quienes las invitaron al Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, en el marco del Día Internacional de la Mujer.
Cientos de mujeres cruzaron la reja donde colgaban tres mantas grandes que daban la bienvenida a las mujeres del mundo, una en amarillo decía “Prohibido entrar hombres”. Antes, había que registrarse, se entregó un gafete de identificación para cada mujer, también había que asignar un número al equipaje. Una vez cumplidos estos dos requisitos, mujeres encapuchadas ayudaban a cada una a cargar maletas, bolsas, niños o lo que fuera para llevarlas a un lugar asignado para dormir, dentro de las instalaciones del Caracol, o un espacio para acampar.
Se asomaba la mañana del 8 de marzo cuando se escucharon las mañanitas, interpretadas por un grupo de cinco mujeres zapatistas, así iniciaron las actividades programadas para el primero de tres días para compartir. El discurso de inauguración estuvo a cargo de la insurgenta Erika, quien inició mandando un abrazo a la familia de Eloisa Vega Castro, integrante de las Redes de Apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG), “quien murió cuando acompañaba a la delegación del CIG el pasado 14 de febrero”.
Agradecieron a las asistentes e informaron que “nuestro trabajo va a ser cuidar este lugar para que sólo estén mujeres y no dejar que se meta ningún hombre. Porque lo sabemos que son mañosos”, dijo la insurgenta. También dieron a conocer que contaban con las condiciones para atenderlas en caso de que alguna se sintiera mal. “Hay también compañeras coordinadoras técnicas de sonido” para la higiene, basura y los baños.
Habló en nombre de sus compañeras, denunciando las condiciones en las que han vivido y de cómo iniciaron a organizarse y discutir, “las invitamos para hablarnos, para escucharnos, para mirarnos, para festejarnos” y así fue. Pero también “te decimos hermana y compañera, que no les pedimos que vengan a luchar por nosotras, así como tampoco vamos a ir a luchar por ustedes. Por eso este Encuentro es por la vida. Y nadie nos va a regalar eso”.
Al finalizar el discurso, entre aplausos y gritos, iniciaron las actividades. Ponencias, talleres, pláticas, poesía, cuento, teatro, danza, pintura, fotografía, música, performance y más, fue lo que miles de mujeres provenientes de los cinco continentes compartieron con mujeres zapatistas. Todas en la misma sintonía, todas dispuestas a aprender, a escuchar, a organizarse. Mujeres de todos los colores, tamaños y edades disfrutaron de su libertad, la celebraron, la compartieron en intimidad colectiva.
También estuvieron presentes mujeres que han perdido a sus hijas, madres de mujeres desaparecidas en Chihuahua, Ayotzinapa, la madre de Lesvy víctima de feminicidio, ellas también fueron a compartir sus dolores, sus exigencias de justicia para los responsables de la violencia.
Indígenas, trabajadoras, empleadas domésticas, maestras, doctoras, licenciadas, trabajadoras comunitarias, activistas, actrices, artesanas, artistas, talleristas, lesbianas, fotógrafas, periodistas, hablando y compartiendo sobre temas diversos: salud femenina, empoderamiento, justicia, derechos humanos, maternidad y más.
Fueron tres días donde las mujeres zapatistas estuvieron al tanto de todos los detalles, la limpieza, los baños, las regaderas, vendieron comida todo el día, artesanías, atendieron las tiendas identificadas con los nombres de cada cooperativa, de cada lugar; encuentros deportivos entre equipos conformados sólo por zapatistas y mujeres de todos lados, bailes, rituales, un aquelarre.
A las siete de la tarde del 10 de marzo finalizaron oficialmente las actividades, la comandanta Miriam fue la encargada de clausurar el evento formalmente, en el discurso se mencionó aún desconocer el número de asistentes, se propuso la realización de un segundo encuentro en el 2018, “pero si les pedimos que avisen con tiempo porque está cabrón que nos dicen que vienen quinientas y es que se les perdió un cero en el camino porque llegan cinco mil o más”. Agradecieron por todo lo compartido, invitaron también a la realización de eventos de este tipo a todas las asistentes en sus lugares de origen, a continuar luchando contra “el patriarcado capitalista y contra cualquier patriarcado”.
Las asistentes aceptaron a gritos las propuestas de las mujeres zapatistas y agradecieron entre aplausos y aullidos. Era la noche del 10 de marzo, después de la clausura oficial se avisó que los hombres podían pasar al Caracol, un gran baile popular para terminar la celebración, la presencia masculina se hizo presente mientras decenas de mujeres zapatistas y no zapatistas bailaron a ritmo de cumbia hasta el amanecer, mientras las asistentes dejaban poco a poco las instalaciones en las que se vivieron momentos de aprendizaje para todas las que estuvimos ahí.