Me llaman “Kill Beat” porque aniquilé con mis rimas

Por Matilda Ro

Fotos de Kelly Gómez

Enmarcado en la cultura del hip hop, el rap nació como una voz flamante, a finales de la década de los años 70 ‘s en el barrio Bronx, al sur de Estados Unidos. Derivado del funk, y con una gran influencia de los ritmos afrodescendientes, el rap es un tipo de poesía lírica que hace uso del ritmo, la rima y la narración como elementos para contar historias.

En este género, la artista Verenice Chalé, más conocida como Kill Beat, encontró la forma de expresar sus vivencias y conectar con otras personas a través de sus letras. Originaria de Komchén, una comisaría de Mérida, creció en contacto muy cercano con la música ya que su papá tiene un negocio de renta de equipo de sonido. Comenzó escuchando música de “gente mayor”: Grupo Brindis, Los Temerarios, por esa época todavía no se acercaba al rap porque en Komchén no había tanta exposición al movimiento.

Debido a la separación de sus padres, cuando tenía 8 años, se dio cuenta que en el mundo hay distintas emociones que influyen en las acciones de las personas y encontró en la escritura una vía para comprenderlas y contarlas.

Tenía 14 años, recién entraba en la secundaria, cuando comenzó a notar los grupos de chiques que se reunían para bailar break dance en los recesos de su escuela. Ahí despertó su interés por la música rap, le parecía que las rimas eran poemas y ella ya comenzaba a escribir. Por ese entonces, un profesor le mostró la forma de redactar en verso y utilizar metáforas. Participaba en concursos de oratoria y declamación con poemas de su propia autoría. Así nacieron sus primeras canciones de rap. 

Su imagen destaca con fuerza por el estilo urbano, tiene el cabello largo y negrísimo. Se ve poderosa, segura de sí misma y cuando me habla de sus inicios, sus ojos grandes y oscuros se iluminan. 

— El nombre “Kill Beat” surgió durante una batalla de freestyle en el parque de Komchen, echábamos las rimas, en ese tiempo se llamaban batallas, y competíamos por ver quién lo hacía mejor. Yo era la única morrita. Empecé a practicar, a meterle más “coco” a mis respuestas para que no fueran insultos, porque ellos siempre me remataban con “eres una zorra, eres una perra”. Y un día lo logré. Desde entonces me llaman “Kill Beat”, porque lo aniquilé con mis rimas.

Para Kill Beat, el rap no sólo es decir palabras que rimen, hay que plasmarlas con tu propio estilo y esencia. La primera vez que salió fuera de su comunidad se dio cuenta que su realidad no era la misma para otras personas. En Mérida todo era distinto, desde la infraestructura hasta la forma de vivir la vida. Y aquí vio la oportunidad de hablar con el rap desde una posición más política, expresando sus ideas y aportando un punto de vista distinto.

Hay muchos haciendo música, pero hay muy pocos haciendo música desde lo que viven y sienten realmente. Eso ha generado la conexión con quienes me escuchan. Porque hablo cosas muy fuertes como la depresión, o ideas de suicidio. Todo de una manera con la que, quienes me escuchan, se pueden identificar. 

Por esa época comenzó a colaborar con Las hijas del rap, una colectiva feminista de artistas multidisciplinarias, y se dio cuenta que estos movimientos de mujeres están creciendo. Entonces llegó a Mérida Rebeca Lane, una artivista y rapera guatemalteca, que compartió su experiencia tejiendo redes entre mujeres. Así obtuvieron esta perspectiva social que para abrirse paso en un mundo musical mayormente dominado por los hombres, deben de apoyarse entre todas y crear sus propios espacios. 

— Nos íbamos todas juntas, con nuestras rolas y estaba padrísimo porque éramos mujeres de diferentes edades, con diferentes historias y con diferentes procesos, incluso para hacer música. Entonces fue muy bonito ver que nos teníamos a nosotras de soporte y vaya que después de la visita de Rebeca nos pusimos a trabajar. Creo que en Yucatán cambió la forma en la que los hombres veían el trabajo de las mujeres y eso es gracias a Las hijas del rap.

Kill Beat recuerda que cuando los hombres eran quienes organizaban los eventos, invitaban a una o dos raperas para ponerlas a competir. Pero ellas buscaron darle la vuelta.

— He visto como muchas mujeres se han empoderado desde entonces y también tienen sus proyectos. Y son proyectos bien duros. Las mujeres estamos ahí ya ocupando los espacios, ya organizadas, ya con conocimientos, porque ahorita el rap tiene muchas oportunidades, pero para aprovecharlas tienes que saber hacer las cosas. El rap exige que te levantes, que tengas fuerza y estilo propio.

La música de Kill Beat busca tener una visión introspectiva para crear conciencia entre sus escuchas. Habla sobre el racismo, clasismo, injusticia y desigualdad social, porque vivimos en un país donde nos encontramos cruzando estos conflictos siempre. Los artistas del rap comparten sus ideas, su forma de vida, y es de alguna forma catártico para ellos y para quienes les escuchan.

Desde su arte también busca demostrar que el rap no necesariamente está enlazado con violencia y drogas. Para esta entrevista, quiso destacar que también hay proyectos en lengua maya con rap porque los jóvenes se han dado cuenta que deben acercar todas las formas posibles de expresiones artísticas a sus comunidades.

— Ahorita es muy fácil porque puedes improvisar, grabarte y ponerte a rapear, crear una rola y compartirla desde tu celular. Hay mucho rap estético y mucha gente cantando cosas bonitas, pero no necesariamente el mundo es bonito todos los días. Yo quiero aportar a la parte oscura.

Other Articles

spot_img
spot_imgspot_img