Los refugios para mujeres también lo son para la niñez

Por Laura Matilda

Ilustración de Mel’s City

 

Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz.
Agatha Christie


La violencia que los hombres ejercen contra las mujeres afecta su capacidad para desarrollarse en libertad en función de sus derechos humanos. Una expresión particular de esta es la violencia doméstica, que incluso puede llevar a la muerte; y cuyas consecuencias no solamente repercuten en las mujeres sino también, en caso de tener, en sus hijas e hijos.

En esta imagen vemos a una mujer abrazando a une bebé en un jardín interior, junto a un árbol y a una planta, con puertas de vidrio. Están en un espacio que se siente fresco, hay unas flores, una hamaca y algunas canastas tejidas sobre el piso.

 

Los refugios surgieron como iniciativa de los movimientos de mujeres que visibilizaron este problema y lo colocaron en la agenda pública. En México, el reconocimiento del Estado quedó legitimado en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), en la que se estipula, como parte de las medidas y acciones del Estado mexicano para proteger a las víctimas de violencia familiar, favorecer la instalación y el mantenimiento de estos refugios.

En 1992 una parte del equipo de Acción Popular de Integración Social A.C. (APIS), llega a la Península de Yucatán y establece lo que hoy conocemos como APIS Sureste: Fundación para la equidad A. C., una organización sin fines de lucro cuya labor es contribuir al empoderamiento de las mujeres, fortaleciendo su participación y desarrollo integral en todos los ámbitos de la sociedad.

Entre los principales motivos por los que las mujeres casadas no denuncian la violencia contra ellas por parte de su pareja se encuentra la creencia de que se trató de algo sin importancia (38.5%), por sus hijos (23.3%), por vergüenza (18.6%), por miedo (17.3%), porque no sabían que podía denunciar (10.5%) y porque no confían en las autoridades (8.4%).

En APIS existe un equipo de psicología infantil de APIS Sureste que se encarga de los protocolos especializados para la niñez que, debido a estar expuesto en un ambiente de violencia familiar, también necesita atención. En entrevista, el equipo  dice que parte del protocolo de ingreso de las niñas y niños al refugio consiste en sensibilizarlos y visibilizar la situación de violencia en la que se encuentran ellxs y sus madres. Se busca que comprendan por qué ingresan al espacio, a través del respeto y empatía por cada niñx. Para el equipo dentro del refugio es indispensable tratar a cada niñx como un individuo importante y que exprese libremente lo que piensa y siente.

Ésta es una ilustración donde se ve, sobre todo, un jardín con muchos árboles, parece ser la entrada de un edificio de dos pisos, largo y de colores terrosos. Se ve una mujer sosteniendo las manos de su bebé, ayudándole a caminar.

 

—Cuando a las niñas y niños se les da la oportunidad de hablar de decir lo que piensan y lo que sienten, esto lleva a que sus madres reconozcan la importancia del ingreso al refugio, explican.

En la mayoría de los casos, son los mismxs niñxs quienes piden quedarse y reconocen que ellxs y sus madres necesitan apoyo.

Un informe de la OMS calcula que hasta 1000 millones de niños de entre 2 y 17 años en todo el mundo fueron víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o de abandono en el último año.

La violencia, directa o indirecta, sufrida durante la infancia afecta la salud y el bienestar de los niñxs a lo largo de toda su vida. La Asamblea General de la ONU, a través de la meta 16.2 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, establece como prioridad «poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños».

Al dejar sus casas, sus escuelas, sus amigos y familia, lxs niñxs necesitan algo que les haga sentir segurxs, algo que les pertenezca durante este tiempo en el que se han apartado de todo lo que conocen. Buscando favorecer el sentimiento de seguridad y protección al ingresar se les da a escoger un “acompañante”, es decir, un peluche o muñeco que literalmente les acompaña durante toda su estancia, y también se les entrega una caja con varios juguetes que al salir, se pueden llevar con ellxs. Esta actividad es simbólica y busca también fomentar la responsabilidad, el cuidado y el orden.

Durante el proceso de diagnóstico, a las madres y sus hijas e hijos, es importante explorar todas las áreas para dimensionar el impacto de la violencia y sus consecuencias. Esto con el objetivo de identificar los aspectos que se abordarán durante su estancia. Se les hace una valoración emocional, conductual y de salud.

Además, en la parte del aprendizaje se les brinda atención individual ya que generalmente llegan con rezago escolar y dificultades cognitivas. El equipo de psicología infantil se encarga de estimular sus habilidades, apoyar en el campo de lecto-escritura y lenguaje mediante talleres y sesiones personales. Los talleres grupales, como el Taller de prevención de abuso sexual infantil, les permite generar un espacio para que ellxs hablen de aspectos que regularmente no pueden comunicar o identificar.

—La estructura es fundamental, porque permite estabilizar la situación de lxs niñxs.

Para lxs niñxs que viven en situaciones de miedo e incertidumbre ante la violencia, el hecho de tener un día estructurado, con tiempos definidos, horarios y actividades, les permite obtener tranquilidad emocional.

Los procesos de lxs niñxs van a la par de los procesos de sus madres para que puedan avanzar de manera simultánea. Las madres reciben atención individual y vincular para fortalecer temas como la crianza respetuosa, el cuidado y los buenos tratos que deben tener con sus hijxs.

Los refugios para mujeres y sus hijas e hijos en situación de violencia extrema son espacios de protección donde a las usuarias además de recibir alojamiento y alimentación también se les brinda atención médica, asesoría legal y herramientas para desarrollarse. Pero también son un lugar donde lxs niñxs pueden aprender que hay otra forma de vivir, otra forma de ser tratados y que sus necesidades y su bienestar también son importantes y deben ser respetados.

—Es importante que se hable sobre el impacto de la violencia patriarcal en lxs niñxs, finalizan.

La violencia intrafamiliar es un fenómeno que afecta en igual medida a las mujeres y sus hijas e hijos, es importante identificarla para ayudar y proteger a ambos. Este texto es una invitación para que la sociedad y las instituciones se unan y les fortalezca para que puedan vivir una vida libre de violencia y sean capaces de replicarlo en su entorno.

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Los refugios cuentan con diversas fuentes de sostenimiento. APIS Sureste constantemente sube publicaciones en su página de Facebook con listas de lo que necesitan, pero si después de leer esto quieres apoyar puedes hacer donaciones de material didáctico, mercería, libros para colorear, revistas de divulgación científica e histórica, juegos de mesa que promuevan la creatividad y juguetes que no refuercen estereotipos de género. También les sirven muchísimo los peluches y muñecos para que cada niña y niño pueda tener su propio acompañante. Toma en cuenta que las donaciones deben ser objetos en buen estado ya que esto representará una parte importante en el proceso de estancia de lxs niñxs y al egresar, podrán llevárselos a donde ellxs y sus madres inicien una nueva vida.

 

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