Por Memorias de Nómada
Manuel Iris (Campeche, 1983) es un poeta radicado en Estados Unidos, donde fue nombrado Poeta Laureado de la ciudad de Cincinnati, Ohio, su actual hogar. Hace unas semanas publicó su libro más reciente Lo que se irá bajo el sello de Cuadrivio Ediciones y, al mismo tiempo, su versión en inglés The Parting Present por Dos Madres Press.
En este libro, Manuel habla de la migración, de la poesía misma, del amor no erótico, el racismo y, sobre todo, de su hija recién nacida. La ternura con la que resignifica la paternidad en la literatura (que está ausente o es abordada desde el arrepentimiento o rencor) es emocionante desde la dedicatoria. Aquí te presentamos tres poemas de Lo que se irá:
Hija,
Este libro ha nacido alrededor tuyo.
Habla de cosas que no quiero olvidar,
o que no deben ser olvidadas. Lo escribí
porque, mientras compongo estas líneas,
el mundo es un lugar muy triste, pero
ahí eres feliz.
También lo escribí para que no estés sola,
para que mi voz –después de mí– con-
tinúe diciéndote te amo. Te lo doy con
estas palabras de otro padre a su hijo:
espantado de todo, me refugio en ti.
Te quiero siempre,
Papá
cincinnati, ohio
16 de Octubre, 2020
Testigo
Está bailando tu hija, dice mi esposa
y se toca la barriga.
Desde hace varios meses
soy testigo de lo que sucede ahí,
debajo de sus manos.
Mi esposa es una casa dentro de mi casa
y yo estoy fuera de mi propio corazón.
Seguro está contenta, dice
y yo sería capaz de renunciar a la poesía
a cambio de tener dentro de mí a mi hija,
de sentir la danza que las une
a todos los principios.
Pero la opción no existe
y hago lo que puedo: cocinar,
solucionar antojos, escribir el poema
en el que digo lo que veo
desde este lado de la piel
en que se encarna el misterio.
Y testimonio, con amorosa envidia
que un milagro tantas veces repetido
es un milagro
y nada menos.
Ella me ve escribir
Ella me ve escribir
y me sonríe
y habla en ese idioma
tan parecido al sol,
al agua.
Ella me ve escribir y levanta las manos
e interrumpo la escritura de este poema
en el que es imperceptible el tiempo que pasó
entre este verso y los otros.
La mentirosa continuidad de lo escrito,
la brevedad del blanco de la página
disimula el tiempo
que ha quedado aquí, encerrado
entre el momento en que les dije
que ella me vio escribir
y ese otro en que me interrumpió su voz
en ese idioma de sus cinco meses,
con esas dos pequeñas manos
que no quiero olvidar nunca
y que este este poema, cuya escritura
felizmente interrumpí varias veces,
no puede apresar.
Carta a mi hija recién nacida para ayudarla a inaugurar el mundo
Ahora que el mundo es completamente nuevo
quiero salir contigo al balcón
y decirte
esto es árbol, esto una hoja
y eso que brinca encima de esa rama
es una fruta un pájaro una flor
es la canción del pájaro
es el aire
pero algún día
vas a preguntarme
del amor y la guerra
la esperanza y la muerte
del por qué venimos a nacer
precisamente ahora
precisamente aquí
y esas respuestas
yo también las desconozco.
En su lugar te ofrezco
mis pequeñas certezas:
todo está a la vista
si prestas atención
a las cosas pequeñas.
Hay más verdad en un abrazo que en un libro.
Todo en el mundo
es obscuro y vital
como raíz,
hermoso y destructivo
como un incendio.
Debes vivir la vida
sin temer a la muerte, tuya o ajena.
Es necesaria para volver al inicio.
Ahora que el mundo
es completamente nuevo
te regalo, también,
estos dos amuletos
para que puedas guardarlos
o llevarlos en tu pelo:
El silencio es la música.
Te amo.