Libre Cinema Festival cumplirá una década este diciembre. Este festival anual comenzó en 2014, cuando jóvenes de Yucatán que aman el cine notaron que no había espacios de exhibición, formación o proyección de un cine distinto al comercial. Pero sí había, en cambio, cine alternativo, documentales independientes, historias críticas produciéndose en la región latinoamericana y jóvenes de la Península de Yucatán queriendo ver y hacer ese tipo de cine. Hasta el año pasado en Yucatán no había una cineteca, con eso decimos todo. Por eso la presencia de Libre en Mérida -y esporádicamente en otros lados de Yucatán- es tan importante.
La novena edición de Libre Cinema Festival sucedió en 2016 pero nunca la contaron, fue en 2016 e hicieron una gira por municipios y comisarías. Así que ahora para alinearlo con su décimo aniversario, realizaron una gira previa a la edición oficial 10 del festival. La nombraron 16:9 por 2016 y edición 9, y porque es un guiño al aspecto del cine 16:9.
Platicamos con Emmanuel Tatto, uno de los gestores de Libre Cinema Festival sobre esta edición flash y lo que representa para elles diez años de programar cine independiente en Yucatán.
En esta edición 16:9 realizaron talleres en municipios como Tecoh, Seyé, Maní, ¿por qué decidieron hacer estas actividades en la comunidad como parte de un festival de cine?
Con el tiempo hemos descubierto que está chido proyectar, pero se sentía un poco impersonal. No conectábamos al cien por ciento en los lugares donde llevábamos la pantalla. La meta en esta gira era hacer un evento de cine que nos permita conectar en comunidad y no sea solo llegar y darle play a la película. Queríamos más. Entonces se nos ocurrió hacer actividades lúdicas que nombramos talleres (porque es más fácil pero para mí son más como actividades lúdicas) en las que jugamos con la cámara.
En Maní hicimos justamente eso: jugar con la cámara porque era más divertido y era un grupo más joven. Estuvo padrísimo porque fue super intuitivo y para las infancias fue un primer acercamiento con la cámara, para perder el miedo. A veces la gente piensa que no puede hacer cine porque hay un miedo a la cámara y queríamos que la vean como una herramienta para crear conexiones.
¿Cómo reciben este décimo aniversario?
Yo sigo sintiendo que soy el mismo wey del 2014 que no tiene idea de nada. Pero obviamente estamos emocionados, emocionadas, y dijimos: “Tiremos la casa por la ventana y hagámoslo posible”. Creció la familia, hay más gente involucrada, está lo del FOCINE que ganamos y también es una responsabilidad. Queremos que el aniversario sea una gran fiesta de cine.
Dejando a un lado la modestia, ¿qué cosas crees que Libre Cinema ha aportado a nuestra generación y las que vienen respecto al cine que vemos en Yucatán?
Dejando fuera la modestia, creo que somos un festival único en la Península. Sabemos que proyectar ciertas cosas o ciertas temáticas puede atraer a un chingo de gente y llenar salas pero no nos interesa eso. Hay un nicho que no se está atendiendo y que es importante y no nada más es cine de autor sino de denuncia. La escena del cine en Yucatán también es muy frágil y hay una cuestión ahí de egos y de vanidad que en Libre intentamos no replicar. No queremos ser un festival de cascarones, sin profundidad ni contenido. Mucha gente nos ha dicho que una charla o una película de Libre les motivó a formarse como cineastas.
¿Y a ti qué te ha dado Libre Cinema después de 10 años?
Estas ojeras y esta panza, jaja. Mucho, la verdad. Me ha permitido crecer, me ha dado la oportunidad de conocer una parte del cine que no estaba conociendo y conocer gente que no conocía. Me ha formado, me ha hecho humano. Libre me dio la oportunidad de aprender lo importante de la gestión, la producción y la exhibición del cine. Por eso nuestro lema de : Ver cine para hacer cine. En producción estás en tu rollo, pero acá estás frente al público, me hizo mejorar como persona, me exigió como profesional, me quitó el miedo de hablar en público. Libre es una escuela para mí.
Siempre bromeamos con que Libre es como un niño que ahora está cumpliendo 10 años, que acompañamos de la mano, pero creo que es al revés: él nos lleva a nosotros, o al menos así lo siento. Es como una guía que me lleva por la vida, conectándome con mis emociones, sentires, motivaciones e intereses.