Por Ana Arriagada
Según las Naciones Unidas, Chile es uno de los países con mayor nivel de desarrollo humano de la región, situándose a la cabeza en América Latina y el Caribe. Allí, la esperanza de vida es de las más altas de Sudamérica, de un promedio de 79 años. Sin embargo, en su territorio, las mujeres se ven forzadas a generar, casi en las sombras, una extensa red viva de contactos, para ejercer el derecho que el Estado les niega: el del acceso al aborto. Aunque sea legal bajo tres causales, hasta ahora, la ley parece un pedazo de papel mojado.
“Al otro lado del teléfono hay una voz de una mujer que te está hablando y uno confía”, cuenta Carolina, quien hace cinco años, movida por la necesidad de abortar, se acercó a Con Las Amigas y en La Casa, organización de la que es voluntaria desde hace cuatro años.
Durante esta labor, Carolina ha presenciado las más diversas experiencias de mujeres que descartan la posibilidad de seguir adelante con un embarazo. Mujeres que quedan sin aliento al ver dos líneas en un test, mientras ocultan bajo la manga las lesiones que ha dejado un amor que asume los celos como señal de afecto; o la joven adolescente que, mientras llora frente a su poster de Harry Styles, decide enfrentar este duro trance en soledad, y para ello comienza una furtiva búsqueda de ayuda en un computador cuya pantalla aún luce una colorida imagen de Hello Kitty.
En Con Las Amigas no se pregunta, pero muchas cuentan. Les escriben y les cuentan. Porque tienen la necesidad de contar. Contar que despertaron tras una fiesta desorientadas y doloridas, sin saber qué pasó en esas horas confusas, y que se metieron a la ducha llorando, a la espera de que la angustia escurra por el desagüe. O esas madres trabajadoras que no duermen bien hace meses porque el emprendimiento no alcanza para evitar el corte del suministro de agua. Son esas mujeres a las que llaman y llaman de números desconocidos para avisarles que el período de pago ya expiró. También están las mujeres de misa dominical, que simplemente no quieren ser mamás.
“Ninguna mujer llega tranquila. Hoy realizo talleres con las chiquillas a las que acompaño y la verdad es que una se vuelve a ver siempre. Una nunca llega 100% tranquila, porque nunca sabes a dónde vas. A veces es tanta la desesperación o son tantas las ganas que tienes de resolver la situación, que te entregas, sin saber con quién hablas y con quién te encuentras”, reflexiona.
Sobre ese momento de confianza y desahogo, cuenta: “Te entregas en el fondo a lo que te está diciendo (esa voz) porque te está dando información que es mucho más confiable que toda la que te han entregado en el proceso anterior. Es decir, mucho más que la del médico o la médica que viste, que la del lugar donde te hiciste la ecografía y de cualquier persona que te pudo haber hablado sobre esa gestación que tú no quieres”.
Lo incierto de tener que enfrentar una maternidad no deseada en Chile, hace tal vez que Carolina hable en tercera persona cuando recuerda la razón por la que se convirtió en acompañante. Lo hizo para retribuir la ayuda que ella misma encontró cuando enfrentó a la ley y al discurso público que, en su país, transforman en paria a toda persona que se atreva a no seguir adelante con un embarazo. “Carolina se volvió acompañante porque llegó a Las Amigas y en La Casa buscando la ayuda que todas las mujeres necesitan. Yo necesitaba abortar y estaba con un embarazo no deseado buscando información”.
Carolina, de hecho, no es su nombre real. Es el que usa en el espacio feminista, pues para ganarse la vida trabaja en una universidad ligada a la Iglesia Católica y teme por su estabilidad laboral si se conoce de su activismo para garantizar el derecho al aborto de las personas gestantes en Chile. “Sé que es algo que no le pasa a todas, pero yo -esto fue hace cinco años- tenía súper claro que no lo quería, no quería maternar y entonces tenía súper claro también que, si quedaba embarazada, iba a abortar. ¿Cómo lo iba a hacer? No tenía idea, pero iba a abortar. ¿Con quién lo iba a hacer? Tampoco, pero iba a abortar. Entonces, desde ese escenario, en cuanto me enteré, lo primero que hice fue contactar a mi prima, que es médica. Sabía que ella me podía dar el dato y la verdad es que no lo pensé. Nunca pensé en buscar en el mercado ilegal, sino que solamente pensé en un dato, un dato seguro”.
En su trabajo como acompañante, sin embargo, Carolina se ha encontrado con casos muy distintos al suyo: “La mía, dentro de todo, era una situación súper posible de resolver. Yo ya vivía sola, no tenía que dar explicaciones a mi familia. No tenía padres detrás que me pudieran pillar. Pero sí hay menores de edad o cabras jóvenes que viven con sus papás. Hay situaciones muy complejas, casos que requieren más acompañamiento que otros”, explica. E ilustra: “En casos, por ejemplo, donde hay mujeres que viven con sus agresores y sufren situaciones de violencia, la ingeniería mujeril es clave”.
Con “ingeniería mujeril” Carolina se refiere a un concepto acuñado por su compañera Osa, que ilustra todas las estrategias que puedan desarrollar para poder acompañar a una mujer que no se encuentra en una situación adecuada para hacer un aborto. “Nos vamos a cabecear para buscar la alternativa apropiada para que esa mujer logre lo que quiere hacer”, sostiene. Esto va desde conversaciones telefónicas a las cuatro de la madrugada -mientras todos duermen- para asistir a la mujer o persona gestante, hasta enviar pastillas a modo de encomienda a través de Uber o en avión si es necesario. Todo sirve.
“Las mujeres siguen abortando como si no tuviéramos ley”
Abortar con palillos, botellas y hierbas no es historia de hace cuarenta años en Chile. Es la realidad de la mayoría de las mujeres decididas a acabar con un embarazo no deseado y que no pueden acceder a misoprostol.
“A las pastillas accede un grupo bien de élite. Una mujer que va caminando por la calle no tiene cómo acceder a ellas, porque está prohibida su venta”, explica Débora Solís, directora ejecutiva de Aprofa, organización que tiene el registro del medicamento en Chile, pero solo para venderlo a hospitales o clínicas.
Desde julio del 2021, hasta la fecha, Aprofa ha importado 13.800 cajas de misoprostol para uso exclusivo de hospitales y clínicas.
“Tendría que recurrir a algún grupo de organización de mujeres que acompaña estas situaciones y que ojalá tuviese acceso a esas pastillas, que tampoco es algo tan obvio. Por lo tanto, los métodos que usan son retrocesos a los tiempos de nuestras madres o nuestras abuelas”, reflexiona.
En comprimidos son 55.200 dosis de las cuales, hasta hoy, se han distribuido 36.000 dosis.
Los números ilustran este contexto de clandestinidad: “Desde las voces de las organizaciones sociales de siete regiones del país y lo que nos dice nuestro tercer monitoreo, que aún no hemos lanzado, es que un porcentaje alto de mujeres estando en las tres causales sigue interrumpiendo su embarazo de manera clandestina, arriesgando su vida”, afirma la directora de Aprofa, que, como organización, fue una de las impulsoras del proyecto de ley “tres causales” ( Ley 21.030 ) y una de las dos organizaciones autorizadas en Chile para dar acompañamiento psicosocial para el cumplimiento de la normativa vigente. Los motivos están vinculados con la falta de información y la desconfianza: “Desconocen que existe la ley y, en un caso menor, conociendo que existe, no sienten la confianza necesaria para llegar a un hospital y decir que quieren hacer uso de ella. Esas mujeres siguen abortando como si no la tuviéramos”, asegura.
Los números del aborto en Chile
Al ser ilegal el aborto en Chile fuera de las tres causales, cuantificarlo es muy complejo. Las cifras que manejan distintos organismos varían muchísimo, dependiendo del modelo de proyección estadística que se utiliza.
Trece años después, según datos entregados para esta investigación por el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), la cifra disminuyó a 21.015 egresos hospitalarios por embarazo terminado en aborto.
Se mantuvieron casi sin variación el número de casos de “Embarazo Ectópico”, “Mola hidatiforme”, “Aborto Espontáneo” y “Complicaciones consecutivas al aborto, al embarazo ectópico y al embarazo molar”.
Los registros que disminuyeron de manera considerable frente al reporte del 2008 fueron “Otros productos anormales de la concepción”, con 6.268 casos menos, y “Aborto no especificado”, con 6.579 casos menos (presentando un decrecimiento del 40%).
Los egresos hospitalarios son solo la punta del iceberg, pues se trata de casos que terminan por complicaciones en un servicio de salud. Por ello, buscando estimar cuántas son las historias no registradas y cuántas son las mujeres y personas gestantes que abortan en la clandestinidad en Chile, las cifras suben de manera exponencial.
El informe Aborto Inducido en Chile, elaborado por Elena Prada del Guttmacher Institute, muestra estimaciones que van desde los 60.000 abortos por año- correspondientes al Instituto Chileno de Medicina Reproductiva-, hasta más de 300.000 abortos anuales que calculan en el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente de la Universidad de Chile, que multiplica por 10 los egresos hospitalarios registrados por el Minsal en el citado informe 2011.
Estas decenas de miles o cientos de miles de abortos contrastan con los 532 abortos legales realizados en Chile entre enero y septiembre de 2022 y los 807 realizados entre enero a diciembre de 2021, según el Ministerio de Salud.
ABORTOS LEY 21.030 (enero a septiembre 2022)
Aprofa, por su parte, cuenta con Centros de Atención en Salud Sexual y Reproductiva, desde donde manejan datos de las consultas que se realizan a mujeres o personas gestantes que se acercan de manera inicial para saber qué hacer frente a un embarazo no deseado. A este tipo de atención la clasifican como Consulta Inicial MRRD (Modelo de Reducción de Riesgos y Daños).
Durante 2022 recibieron 713 usuarias únicas en esta categoría, versus 132 correspondientes a consultas por la ley IVE en 3 causales.
Otro dato lo entrega la agrupación Observadoras por la ley de Aborto (OLA Chile), que, durante el 2021, acompañó a 284 mujeres que intentaban acceder a abortos legales, todas en alguna de las tres causales contempladas por la Ley 21.030.
Según sus cifras, solo el 12% decide realizar un aborto legal. De ellas, el 96% considera que tuvo una buena experiencia con el personal IVE. Sin embargo, el 88% elige no acceder a un aborto legal. Según datos de OLA Chile, las mujeres y niñas manifiestan diversos motivos para realizarlo de manera autónoma, por fuera de los servicios de salud, aun cuando se encuentran en alguna de las tres causales.
Las principales razones son: El 66% manifiesta miedo a ser maltratadas en el servicio de salud. El 66% manifiesta que una de las principales razones es el miedo al agresor. El 62% manifiesta que una de las principales razones es el miedo al proceso de judicialización. El 61% manifiesta que una de las principales razones es el miedo a ser juzgada o castigada por la familia.
Débora Solís denuncia que, incluso en casos de malformaciones e inviabilidad fetal, la segunda causal, hay mujeres que no reciben información del personal de salud sobre la posibilidad de interrumpir el embarazo por la vía legal. Un tema que Aprofa está estudiando en su actual monitoreo: “La objeción de conciencia, además de ser una temática bien extendida, está bien mal entendida. Los trabajadores de la salud tienen la obligación de difundir la ley para la ciudadanía, pero no es raro encontrarse con gente en los hospitales que no conoce la ley o que pone trabas a su implementación”.
De este modo, renuncian a entregar la información, lo que no es legítimo aún cuando son objetores de conciencia: “La objeción de conciencia está vinculada al propio ejercicio de la interrupción, no a entregar información sobre la misma”, señala. E indica: “Raya para la suma, nos encontramos con mujeres que, incluso conociendo la ley de tres causales, deciden abortar de manera clandestina”.
Según un informe realizado por Corporación Humanas, Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género, de los equipos de salud que intervienen en procedimientos de interrupción voluntaria del embarazo bajo causales, quienes se declaran en mayor medida objetores/as de conciencia son los y las médicas obstetras, seguidos por anestesistas, profesionales no médicos y, en último lugar, técnicos/as paramédicos/as. El mayor porcentaje de objetores/as se presenta frente a embarazos producto de violación, siendo un 43%, en el caso de los obstetras, los que se acogen a dicha figura. En esa línea, en segundo lugar se encuentra la causal inviabilidad fetal y los embarazos de riesgo vital.
Existen muchas deficiencias en la práctica que afectan el derecho a decidir: “Si a esto sumas alguna variante como raza, migración, LGTBI u otras… es impensado. Por ejemplo, el monitoreo de la implementación de la ley en Chile no registra ninguna interrupción de una persona trans”, especifica Débora Solís.
Aprofa, a través de sus centros de atención de salud, puede dar testimonio de las maneras en que mujeres en Chile hoy están interrumpiendo su embarazo. Lo hacen porque en el Centro de Salud Familiar (Cesfam) o en el hospital están recibiendo un trato denigrante: “Son métodos (de abortar) donde el riesgo es súper inminente para la vida de las niñas y de las mujeres. Métodos con los cuales arriesgan sus vidas, les dan hemorragias y, aún así, en situaciones límite de estar con sangramiento excesivo, se niegan a ir a un centro hospitalario porque hay mucho temor a que las vayan a tomar detenidas, a que las maltraten. En Aprofa tenemos bastante experiencia en formación a trabajadores de la salud y, sin ponerle juicios valóricos respecto de la intencionalidad, producto de la desinformación no me cabe ninguna duda de que las mujeres se sienten sumamente discriminadas”, concluye la experta.
Roe vs. Wade y el avance de una fuerza ultraconservadora
La diputada del Partido Republicano, Chiara Barchiesi, partió el 2022 en la “March for Life”, que se realiza todos los 21 de enero en Washington, para protestar contra Roe vs Wade. “Tengo una alegría tremenda de haber ido a la última marcha. Que se acabó”, comenta, en alusión al fallo histórico del 24 de junio de 2022, que revocó el derecho constitucional a abortar en Estados Unidos. Para ella, la decisión sienta precedentes prometedores: “Que haya sucedido sin lugar a dudas que es esperanzador y nos motiva también en América Latina a no bajar los brazos, a seguir trabajando”.
Su partido está en el borde más conservador del Congreso en Chile y su líder y fundador, José Antonio Kast, fue candidato presidencial en 2021, perdiendo en el ballotage frente al actual presidente Gabriel Boric. Kast, además, es desde marzo de 2022 presidente de la Political Network for Values, organización internacional que promueve los valores de la familia y de la vida humana desde el momento de la concepción.
Como parte de la “bancada ultra”, que llegó al Congreso el 11 de marzo, Barchiesi presentó un proyecto de ley para eliminar la primera causal de interrupción voluntaria del embarazo por riesgo de vida de la madre. Lo hizo a tan solo dos semanas de asumir: “Es necesario hacer una revisión real de qué ha significado el aborto en tres causales en Chile en estos cinco años y poder acotarlo lo más posible. Por eso intenté con una causal, con la idea de ir avanzando una a una”, señala.
El objetivo, confiesa, es derogar la ley tres causales, pero a diferencia de otros diputados de su bancada -que en octubre de este año presentaron un proyecto para acabar con todo -, la diputada Barchiesi se lo toma como una carrera de largo aliento. “Probablemente no tengamos los votos para derogar el aborto en tres causales en Chile”, aunque “no por eso hay que dejar de intentarlo”, dice.
Cuatro meses después de ingresar su primer proyecto, e inspirada en una norma que entró en vigor en Hungría 11 días antes, el 26 de septiembre Chiara Barchiesi sumó una nueva iniciativa , ahora para exigir exámenes de ecotomografía obstétrica como requisito previo a la interrupción voluntaria del embarazo.
“Antes de abortar, toda mujer tendrá la obligación de escuchar los latidos del corazón de su hijo ”, dijeron celebrando la nueva normativa húngara desde Political Network for Values. En su IV Cumbre Transatlántica realizada en Budapest, la organización recalcó la importancia de evidenciar la humanidad del bebé en gestación, mirada compartida por la parlamentaria chilena: “Yo, que todavía no soy mamá, me emociono cuando oigo una ecografía, cuando veo el bebé moviéndose y escucho su corazón latiendo. Entonces, estoy convencida de que cuando la persona vea la eco, cuando sus ojos miren, cuando sus oídos escuchen, su corazón va a sentir. Y (la mujer) se va a dar cuenta de que no es una futura mamá, que es una mamá y que tiene un hijo en su vientre”.
Para Barchiesi, hoy en Chile hay una gran cantidad de abortos por la primera causal que son de riesgo “no inminente” para la vida de la madre y que podrían ser evitados.
Para ello cita una columna del investigador Vicente Hargous de la corporación provida Comunidad y Justicia, que asegura que «de 421 casos amparados en la primera causal, en al menos 249 no había riesgo inminente para la madre, es decir, se trata de casos que ―incluso según los estándares de la ley de aborto en tres causales― eran evitables». La cifra la elaboró Hargous mismo, en base a 76 solicitudes de transparencia -entre servicios de salud y hospitales- de los cuales obtuvo información de 2.024 mujeres que se acogieron a la ley entre enero de 2018 y julio de 2021, un 78,6% del total de abortos legales en Chile. 806 de esos casos corresponden a la primera causal: riesgo de vida de la madre.
Para dar con la cifra, realizó el siguiente interrogante: “¿El diagnóstico implica una muerte inminente? (es decir, la mujer puede morir en las siguientes 48 horas, de no interrumpirse el embarazo)”. Los hospitales entregaron información para 421 casos, de los cuales, siguiendo la especificidad de la pregunta, 249 no se correspondían con situaciones de riesgo inmediato. “Esto corresponde al 30,4% del total de casos acogidos a la primera causal y al 59,1% de los casos para los cuales hay información”, especificó.
En el caso del aborto por la causal de violación, la diputada Chiara Barchiesi asegura que “por el estrés que sufre una mujer es muy difícil que quede embarazada en una primera violación”. Una hipótesis similar a la formulada en 2012 en Estados Unidos por el legislador republicano Todd Akin, que fue refutada por investigadores al señalar que el estrés crónico podía reducir la fertilidad, pero que el estrés agudo -producto de una violación- no tiene el mismo impacto.
“Generalmente los embarazos son por violaciones reiteradas y por lo tanto de alguien cercano: el padrastro, el vecino, el tío, personas dentro del núcleo familiar o muy cercanas a ello. Entonces, al final, la tercera causal termina protegiendo al violador. Porque ni siquiera hay obligación para denunciarlo”, argumenta la diputada chilena, quien apela a la posible impunidad del agresor como argumento para eliminar el derecho a abortar en caso de abuso sexual.
Una señal de que es posible retroceder
Lo que pasó con Roe vs. Wade es, para la abogada del equipo jurídico de Corporación Humanas, Luz Reidel, la comprobación de que cuando determinadas fuerzas políticas se configuran es posible retroceder en los derechos de las mujeres. “Nos sirve en América Latina y el Caribe como una alerta respecto de mantenernos articuladas, unidas. Trabajando juntas, pero también de manera muy fuerte para contener estos movimientos ultraconservadores que ya no se mantienen en la marginalidad del sistema político, sino que han logrado permear los lugares más oficiales de la institucionalidad”, advierte.
En marzo, con el triunfo electoral de Gabriel Boric, asumió en Chile un gobierno progresista. Sin embargo, el Poder Legislativo quedó mitad y mitad y, por primera vez, “llegaron al Congreso nuevas fuerzas políticas muy ´sinceras` respecto de una postura ultraconservadora”, recuerda Reidel.
Un escenario político polarizado que mantuvo en tensión a la ciudadanía por muchos meses, pues en septiembre, finalmente, se votó la propuesta de la nueva Constitución. Una Constitución que iba poner a Chile a la vanguardia por ser el primer país del mundo en redactar una carta magna con paridad de género: entre sus lineamientos, consagraba el derecho al aborto y a la educación sexual integral.
Sin embargo, la historia dijo otra cosa. El plebiscito de salida dio como triunfadora a la opción «Rechazo» con un contundente 61,89% de los votos (7.891.415 votos). Era la primera vez que en Chile sufragar era obligatorio con inscripción automática desde los 18 años.
“Con el triunfo del Rechazo, estas fuerzas que estaban un tanto dormidas se alzaron con mayor fuerza, porque se atribuyen, a mi juicio de manera equivocada, este triunfo como una reafirmación de sus convicciones y de su poder político, en una especie de voto en favor de ellos”, señala la abogada.
Para ella, el triunfo del Rechazo no es una respuesta a las normas relacionadas al aborto dentro de la nueva Constitución: “Los estudios que han ido apareciendo lo demuestran: son otros los motivos que las personas mencionan frente al rechazo. De forma muy minoritaria se encuentra la desaprobación a la interrupción voluntaria del embarazo”, añade.
En concreto, solo un 8% de los encuestados manifestó, pocos días después de la elección, haber votado el Rechazo “por temas valóricos como el aborto, el regionalismo, el feminismo y medioambientalismo”, según una encuesta de Plaza Pública Cadem. Las razones más argumentadas fueron “porque el proceso llevado por los Constituyentes fue muy malo / generó desconfianza” (40%) y por la plurinacionalidad y autonomías indígenas (35%).
La jurista cree que “el rechazo de la nueva Constitución es un golpe importante para las expectativas que teníamos y para las esperanzas que se habían plasmado en este proceso, pero cuando lo vemos desde la óptica de los movimientos feministas, de todas maneras podemos ver el proceso constituyente como un éxito”.
La abogada recuerda ese momento histórico en que las mujeres vieron garantizada su representatividad en la Convención Constitucional, ese espacio ganado dentro del órgano que escribiría la carta fundamental del país. Un paso adelante que la opción Rechazo no logró opacar, ya que se consiguió un avance único a nivel global: la victoria cultural de la paridad en los asuntos vinculados a la cosa pública.
Por primera vez, un proceso democrático en Chile permitió la llegada de movimientos feministas que impusieron una agenda imposible de ignorar, sobre todo en lo que respecta a derechos fundamentales, derechos sexuales y reproductivos, y el derecho a una vida libre de violencia. El «nunca más sin nosotras», que gritaban las calles con sus pancartas, pasó a ser un «desde» en la vida política chilena. Nunca más serán hombres, en su abrumadora mayoría, los que decidirán cómo avanzar hacia la igualdad en dignidad y derechos. Ni tampoco quienes, solos, definirán qué tipo de ayudas deben recibir las mujeres. O en palabras de Reidel: «Logramos ver que, cuando articulamos las fuerzas sociales del feminismo con quienes están dentro de la institucionalidad, logramos los objetivos que nos proponemos».
“Nosotras peleamos por los derechos humanos”
De los grandes logros del movimiento feminista también fue parte Carolina, que además de su trabajo en Con Las Amigas y En La Casa forma parte de Observadoras de la Ley de Aborto (OLA Chile), agrupación que apoya a las mujeres que aspiran a hacer efectiva cada una de las tres causales.
La organización lanzó en marcha blanca una línea de ayuda a fines de septiembre, y dos meses después ya habían atendido a 626 personas. Un 87% de ellas había sido agredida sexualmente, según cifras preliminares de un estudio que se publicará en marzo del 2023.
“Este año por primera vez asumimos un trabajo de incidencia política. Nos sumamos a la Asamblea Permanente por el Aborto Libre y de ahí nos metimos de lleno en la Convención Constitucional. Nos volcamos con todo, con todo lo que teníamos y con lo que no teníamos. Y cuando esto se derrumbó, quedamos atónitas”, recuerda Carolina.
Impulsadas por el fervor de la batalla en defensa de los derechos que históricamente les fueron negados, no se rindieron: “Fue bastante corto el desamor, porque en realidad sabíamos que no podíamos parar. Nunca dejamos de trabajar, nunca dejamos de activar. Significó reconocer que la lucha de las mujeres, la lucha política de las mujeres, siempre es cuesta arriba. Siempre ha sido así históricamente”.
Por el contrario, apuesta a que “toca seguir peleando”, aún cuando están conscientes de que la tarea será ardua. El anuncio es claro: “Tenemos que estar atentas para defender, para difundir y masificar la información entre las mujeres. Hoy, más que nunca, es relevante la educación, mostrar la ley, para que a los antiderechos no le queden formas de derribar esto poco que tenemos”.
Carolina piensa entonces en las mujeres golpeadas por sus parejas, en las adolescentes que pedían un consejo y se sentían absolutamente solas en este mundo, en las dueñas de casa cuyos nombres aún atesora en la memoria. En esas mujeres que aún pudiendo acceder a un aborto seguro bajo tres causales, acaban prefiriendo la clandestinidad. A todas ellas las une un denominador común: se les negó el ejercicio de un derecho pese a lo que establece la ley. “Debemos insistir como lo hacen las compañeras de todas las redes de acompañantes en América Latina, que nosotras peleamos por los derechos humanos. El aborto es un derecho y esa es la máxima que debe comenzar a primar en las discusiones legislativas, en las discusiones de nuestro país y también en el lenguaje de las mujeres. Esto no es si quieres abortar o no quieres abortar. Esto es acceso, esto es respeto a los derechos humanos”, concluye.