Por Logan Johnson
Foto: Lake Tahoe
Los escenarios en el cine no tienen límite. La imaginación e ingenio de la industria nos ha llevado a visitar el futuro, el pasado, reinvenciones del presente y lugares fuera de nuestro planeta. Y también, por cuestiones de economía, logística, seguridad y producción, es de lo más común que se utilicen otras locaciones para recrear escenarios. Por mencionar un ejemplo: para el más reciente filme de la saga Terminator, «Destino Oculto», el primer acto de la película se sitúa en Ciudad de México, pero por varias de las razones ya mencionadas, la producción de la cinta decidió recrear la capital mexicana en diversos barrios de Madrid y ahí filmarla.
En México, dentro del cine nacional, la situación cambia pues las producciones rara vez tienen los presupuestos exorbitantes que suele manejar Hollywood, y la mayoría de las narrativas nacionales se ubican en el centro del país. Por eso y aun con el extenso trabajo de descentralización que se intenta hacer en la industria, actualmente parece complicado filmar en provincia. ¿Pero realmente lo es?
En Yucatán, la manufactura fílmica aún se encuentra en etapas muy primarias, y en la cultura cinematográfica contemporánea, nuestro estado parece no existir más que en un puñado de referencias, pero casi ninguna situada en nuestra entidad.
Aun así, uno de los mayores exponentes proviene de 1974, cuando se estrenó Peregrina, que contaba el romance entre el gobernador Felipe Carrillo Puerto y la periodista estadounidense Alma Reed, y donde aparecen importantes e imponentes lugares del estado como la zona arqueológica de Chichén Itzá, al igual que el Palacio de Gobierno de Mérida y la antigua estación de ferrocarriles.
Después, en 1977, la Hacienda Yaxcopoil fue uno de los lugares donde se filmó La Casta Divina, protagonizada por actores muy conocidos como Ignacio López Tarso y Pedro Armendariz Jr. La película narra la llegada del general Salvador Alvarado a Yucatán y el inicio de la Guerra de Castas. Otro par de ejemplos son Rastro de Muerte (1981), dirigida por Arturo Ripstein, y El poder y la pasión (1984) que tenía al ganador del Oscar Jeff Bridges y el dos veces nominado James Woods, y que también llegó a filmarse en Chichén Itzá.
Pero después de ahí, no hubo producción fílmica destacada que usará al estado para su historia… salvo por un par de excepciones. Antes que anochezca, producción americana dirigida por el nominado al Oscar, Julian Schnabel, y basada en la autobiografía del mismo nombre del poeta y novelista cubano Reinaldo Arenas, nos muestra la vida del escritor (interpretado por Javier Bardem), desde su nacimiento, su vida en La Habana y posterior establecimiento en Nueva York.
La mayor parte del filme se sitúa en Cuba, desde el nacimiento de Arenas en los años 40 hasta los 80, cuando logra salir de su país. La película se rodó en Mérida para recrear la capital de Cuba durante esa etapa, en zonas de la ciudad reconocibles fácilmente por cualquier habitante de la ciudad, tales como la Facultad de Medicina Uady, varias casonas de la avenida Colón, el Parque Zoológico del Centenario y el Barrio de Itzimná. De hecho, junto a los actores Johnny Depp y Sean Penn, actúan varios intérpretes mexicanos como Patricia Reyes Spindola, Diego Luna, Ofelia Medina y Carmen Beato.
De ahí, se llegaron a grabar telenovelas como Sortilegio y Abismo de Pasión, que volteó la atención a nuestro estado como pocas veces se ha visto. Ni siquiera cuando durante las mismas fechas se rodó en Izamal, Progreso y Mérida parte de Song to Song, otra producción de EEUU, que trajo otros nombres importantes como Ryan Gosling, Michael Fassbender y Rooney Mara, hubo tal interés como los mencionados melodramas de Televisa. Aunque siendo justos, Song to Song es un filme experimental, cuyas escenas de Yucatán dentro de su historia no especifica su escenario, además de que va dirigida a una audiencia más reducida y específica, y que la cinta ni siquiera se estrenó en México.
Previo a esas fechas, la serie Niño Santo del 2011, que aunque se filmó en Campeche, también se utilizaron algunas locaciones en Yucatán, mostrando su selva y cuerpos de agua. Estelarizada por Karla Souza, José María de Tavira, Harold Torres, Noé Hernandez, Francisco de la Reguera y Lázaro Gabino Rodriguez, contaba la historia de tres doctores que van al ficticio pueblo de Aguazul en el sur de México para vacunar a la población, pero chocan con una comunidad reacia a la medicina y totalmente entregada a la fé de su líder, apodado Niño Santo.
Y es que sí existen cintas actuales que usan a Yucatán de escenario, pero que desafortunadamente no tienen una amplia exposición. Tal es el caso de Lake Tahoe, del multipremiado director mexicano Fernando Eimbcke, que narra la historia de un joven que sufre un accidente automovilístico y va juntando las piezas para poder reparar su coche, todo ocurriendo en el puerto de Progreso, pero que toma el riesgo de mostrar la soledad y miseria de la zona, en lugar de lo estético de su malecón.
De todos estos ejemplos ninguno se sitúa de forma reciente en nuestra ciudad y nuestro estado. Al inicio de este texto, comenté que los escenarios del cine no tienen límite. ¿No será ya el momento de que un filme contemporáneo utilice a Yucatán de escenario, en lugar de locación?