Xavier Dolan, l’enfant terrible

Una increíble fuerza creativa para el cine y los espectadores del nuevo milenio.

Por Carlos Xool

Xavier Dolan es una brillante ola de emociones y sentimientos propios de un adolescente enojado o de un alma joven, que no para de seguir buscando su lugar en este mundo. Una fresca mirada para el mundo del cine tal y como esa que se pasea desafiante en el rostro de un galán de revista para adolescentes. Pero no se trata de un actor con porte y talante de estrella, aunque sí haya trabajado como tal. El joven Dolan es un cineasta, un monstruo con una fuerza absoluta (escribe, produce, dirige, actúa) en el séptimo arte del que muchos medios especializados no paran de hablar.

Y el mérito no ha sido gratuito, desde el año 2009 se ha postrado enfrente del panorama cinematográfico como una estrella radiante o un auténtico enfant terrible con energía imparable para el arte de contar historias llenas de caóticas emociones, relaciones familiares fracturadas, sentimientos de rechazo, incomprensión, rencor, necesidad de amor y sentimientos de odio; pero también nos ofrece los sueños propios de juventud, sus amores imposibles y aventuras ocasionales.

Virtuoso y caprichoso, Xavier Dolan Tadros fue niño actor desde los 6 años cuando se paseaba en los estudios de grabación impulsado por los deseos su padre —quien fue cantante y también actor—, mismos años que ayudaron a forjar su carácter de niño vanidoso, arrogante y narcisista. Pero también ese enorme talento a la hora de montar el retrato cinematográfico de una puesta en escena sobre sus dramas familiares.

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Fruto del amor entre una mujer canadiense y un hombre de origen egipcio, el niño Dolan nace en la provincia canadiense de Quebec en el año de 1989. Revisando la psicología y el temperamento predominante en la mayoría de los filmes de Dolan, habría que decir que el amor de sus padres no fue un pródigo amor filial sino más bien uno del tipo repulsivo y castrante. Tal y como el pequeño Antoine Doneil de la inolvidable cinta Los 400 Golpes que Francois Truffaut filmará en el año de 1959, Xavier Dolan no atravesó una relación muy bonita y afectiva con sus padres. En múltiples entrevistas el director de cine ha confesado que aquellos días de crecimiento en el hogar familiar fueron de ásperas discusiones y lamentables desencuentros.

Y como el joven Doneil de la película referida, también fue enviado a un internado del que consiguió escapar para entregarnos películas dotadas de una energía rabiosa y voraz propias de un alma que ha conseguido soportar esos virajes. Su ópera prima titulada llamada J’ai tué ma mère 2009 (Maté a mi madre), logró alzarse con todas la ovaciones del prestigioso festival de Cannes del año 2009. En la cinta hiriente, ácida y cómica, el resentido Xavier Dolan le manifestaba un odio visceral a su madre. Claro que no era Dolan el que estaba en personaje, pero como si lo fuera; ya que además de que dirigía la película interpretaba al personaje principal. Con tan solo 19 años había logrado triunfar en Cannes y colocar su película para representar a su país en el certamen de mejor película extranjera en los premios Oscar del año 2010. Tiempo después el niño terrible de Quebec confesaría que filmó esa película para castigar a su madre.

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No sabemos muy a bien cómo pudo haber sido la pobre protagonista de sus sentimientos más corrosivos y exacerbados, pero Xavier Dolan debe agradecer que la responsable de haberlo traído a este mundo le haya dotado de tanta inspiración.

Su aclamada película titulada Mommy 2014 también fue dedicada a su madre, en este caso el motivo de su inspiración había sido para vengarse de su insigne progenitora. La cinta nos presenta una relación problemática entre una madre e hijo que no se soportan, que explotan, casi hasta llegar al límite de odiarse con sus arranques violentos pero cuyos lazos filiales jamás suelen cortarse.

Pero la película con mayor magnetismo y con una mayor ansia salvaje es Tom à la ferme 2014 (Tom en la granja). La cuarta película en la filmografía del canadiense nos expone ante una historia enigmática en donde Tom —interpretado por el Dolan— quien recién acaba de perder a su novio en un accidente se muda para apoyar emocionalmente a la familia del difunto. Una vez instalado en la granja comenzará a ser devorado por una atmósfera hostil que progresivamente se tornará violenta con su principal enemigo encarnado en la figura de Francis, el hermano de su novio quien quiere borrar cualquier rastro de la relación homosexual que éste mantuvo con el indefenso y muy herido protagonista de la película.

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Claustrofóbica, aterradora, con una psicología profunda de los personajes y con una mejor historia a diferencia de las anteriores películas de Dolan. Una genialidad en forma de thriller, a mi juicio la mejor película de su llamativa filmografía.

¿Hasta cuándo se acabará esa fuerza revulsiva e imparable que escribe, rueda, produce, actúa, que revisa a la música y el vestuario de cada una de sus películas? ¿Hasta cuánto tiempo un filme continuará el legado de este joven y brillante cineasta?

Xavier Dolan tiene mucha energía, demasiada rabia que seguirnos ofreciendo y esa mirada fresca y radiante que lo han colocado como uno de los referentes del cine moderno. Esperemos que la creatividad no se le acabe porque si algo tiene este pródigo artista es una enorme capacidad de expresión misma que ha deslumbrado a la pantalla, así como a sus espectadores.

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