Uno ya no sabe de qué lado de la página está viviendo: Manuel Tejada

Oliveira dijo en Rayuela: “Hasta hace unos veinte años había la gran respuesta: la Poesía, ñata, la Poesía. Te tapaban la boca con la gran palabra (…) Quedan poetas, nadie lo niega, pero no los lee nadie”. De todos los géneros literarios la poesía parece ser la más desapercibida, quizá la novela y el ensayo se defienden. ¿Pero quién lee a los poetas?

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Fotografía tomada por Miriam Pérez Ballesteros

Además de ser poeta, Manuel es articulista en la sección cultural del periódico Por Esto! y del portal de cultura Encuentro Digital; es coautor del libro El éter de las esferas con el poemario “Lo otro que me habita” y ha publicado en revistas como Camino Blanco, Soma, Tropo a la uña, La Urbe, Arenas Blancas y Generación.  Al ganar el premio de poesía José Díaz Bolio el año pasado, su tercer reconocimiento en esta disciplina, Manuel Tejada Loría afirmó que todos necesitamos una dosis de poesía ya sea leída, escrita o sentida. 

-No hay poesía en nuestras vidas –comenta -Por eso no comprendemos el significado de conceptos como amistad, cariño, confianza, amor. Todo se percibe, y me incluyo, desde los referentes de lo fugaz, que lo mismo pueden ser las telenovelas cuyo melodrama atenta contra nuestra imaginación, pero sobre todo contra nuestra dignidad. Hemos dejado afuera la poesía. Pero ¿qué ocurre cuando le damos cabida a otras formas de expresar nuestra realidad? ¿Qué sentido toma la tristeza cuando un sonido la encausa, la expresa, la detona y potencializa? No hay manera de saberlo hasta que sucede. Y eso únicamente ocurrirá en la medida que iniciemos una intervención a nuestras malogradas existencias a través del arte. Decido escribir precisamente para descubrir. Ésa es la búsqueda de todos los días.

-Cada lector tendrá su afinidad con determinado género. Algunos quizá adoran el teatro y la puesta en escena, pero se les dificulta leerlo. Otros quizá prefieran la poesía porque su sonido los hipnotiza pero también habrá quienes rehuyen de las metáforas y la métrica. Hay cuentos que de tan cortos enamoran, y novelas tan profundas que uno ya no sabe de qué lado de la página está viviendo. Al final, cuando uno se decide recorrer el camino de la lectura, el mismo andar nos lleva por diversos géneros. No es así el de las leyes del mercado editorial, claro está.

Uno de los temas más comentados acerca de la formación de un lector son las condiciones en las que surge, acerca de esto, Manuel comenta:

-Crecemos desvinculados de las lecturas literarias. Asociamos a los libros con textos de información escolar, se crea una necesidad asociada a lo académico como si un libro sólo pudiera contener fórmulas o leyes físicas que sí, contribuyen al conocimiento pero no al desarrollo interior. Por otra parte, el mundo digital y audiovisual toma distancia de la letra impresa, de las revistas y periódicos. Desde luego, no se condenan, podrían ser útiles herramientas pero el uso actual pareciera decirnos lo contrario. ¿Cómo vamos a lograr ese encuentro con la literatura y el arte en ese contexto?

Acerca de la literatura juvenil y las campañas y esfuerzos por fomentar la lectura como los Booktubers o la campaña de Consejo a la Comunicación (LeerMx), dice:

-Eso atiende más a las leyes del mercado editorial y tenemos que estar atentos. ¿Cuál es el objetivo de estas categorías y campañas? ¿Formar lectores o consumidores? Muchas veces, sin la guía precisa, creo que la tendencia es a lo segundo: estamos formando consumidores de estrategias y campañas de marketing pero sin llegar necesariamente al libro y a la lectura. Literatura juvenil, Booktubers, Internet y redes sociales podrían ser buenos detonantes para el interés de nuevos lectores sabiéndolos encausar.

-La Encuesta Nacional de Lectura arroja índices y cifras que no sé qué tanto puedan indicarnos que vamos por buen camino. Leer como acto de comprender implica más. ¿Cómo asimilamos nuestras lecturas? En la medida que podamos comunicarnos con el resto de las personas de una mejor manera para entablar acuerdos y cooperación, quizá eso pueda indicar que hay lecturas detrás. Pero eso es idealizar, la realidad es otra.

El pedagogo y profesor francés, Daniel Pennac, considera que la impartición de la literatura en los colegios debería ser una actividad diaria de sosiego. Opinión parecida a la de Juan Domingo Argüelles, quien propone un tiempo de lectura en la escuela que ayude a formar lectores en lugar de forzar a escribir ensayos de libros que no se han leído. La escuela es uno de los pocos lugares donde los jóvenes pueden acercarse a la literatura y es lo que menos hacen, algunos estudiosos del tema incluso afirman que esto los aleja. Ante esto responde:

-Las obras literarias tendrían que ser la base de nuestras primeras lecturas, aprender a leer apoyado en la literatura, no separarlo como una materia o asignatura más o extra curricular. La literatura aborda aspectos de nuestra vida que no encontramos en las materias ordinarias de la escuela o la universidad, de ahí su importancia. En este sentido la lectura de obras literarias tendría que iniciar desde casa, acceder a un poema, a un cuento, a una novela como un derecho primordial. Pero no es así. Las bibliotecas están a la espera de lectores, ahí hay libros ansiosos por ser leídos, y sin embargo, ya casi nadie las visita.

-Existen programas nacionales y estatales de lectura cuyo acervo tiene como base las obras literarias. Este podría ser un camino. Otro es un mejor uso del Internet, hay bases de datos disponibles, bibliotecas virtuales y un sinfín de información que podría servirnos como arranque. Sigo insistiendo que la mejor manera son las bibliotecas, procurar el contacto con la diversidad de títulos, palpar los libros, mirarlos y dejarnos ver por ellos. Existe un nexo indescriptible entre libro y lector que comienza desde ese primer encuentro. Hay algo, nunca sabremos qué, pero nos llevará a decidirnos por tal o cual libro. Pero eso no lo sabremos hasta que estemos ahí. Por eso hay que volver a las bibliotecas.

-No deja de ser una paradoja que cuando se realiza una feria de libro veamos los pasillos colmados de personas adquiriendo libros, comprando a diestra y siniestra, mientras que en las bibliotecas de la ciudad, aún y cuando las lecturas son gratuitas, nadie las visitas. Son un desierto, un páramo de libros. ¿Qué buscamos entonces?

Hay una serie de estereotipos que encierran a un lector que ya han sido cuestionados por los mismos lectores, es decir, se ha desmentido que leer haga “mejores personas”. ¿Pero cuáles serían los verdaderos impactos de la literatura en el ser humano?

-La lectura no deja de ser un diálogo, y como con nuestras charlas cotidianas, tomamos de ese acto comunicativo lo que nos mueve, nos interesa, lo que incluso a veces nos impulsa. Hay diálogos que no siempre nos interesan, como algunas amistades fallidas, y no pasa nada, las dejamos ir. La lectura es ese diálogo incesante, no importa el medio (es decir, el género literario), algo habrá que nos cambie el modo en que miramos las cosas. Ese es el gran potencial de la ficción y de la poesía.

En un artículo publicado en la Revista Replicante, Javier Mardel dice que la poesía ha perdido su vínculo con el lejano lector y para recuperarlo tiene que empezar a escribir acerca de algo con lo que se identifique. En el artículo se rescata una cita de Jorge Fernández Granados en el que llama a esta identificación “el reconocimiento del otro en la comunidad de una lengua”.

-El sólo hecho de vivir en sociedad implica un gran compromiso con lo colectivo. Pienso en la condición del fuego, en su permanente estado de combustión, ardiendo al mínimo contacto con el aire. De no arder con libertad se volvería fatuo. Un texto literario que no arda al contacto con el lector ¿qué caso tiene?

-La literatura tiene un gran adversario: el ego. El ego del escritor, del lector, de quien fomenta la lectura, de quien habla acerca del fomento a la lectura… Nuestro ego busca un protagonismo que muchas veces nos aleja de todo este proceso literario y lector. Entonces negamos que nuestra realidad sea polifónica, cuando son muchas voces construyendo este gran libro de nuestra existencia.

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1 COMENTARIO

  1. Estoy completamente de acuerdo con mi tocayo, las escuelas deberían tener un espacio de lectura en las aulas, fomentar el uso de las bibliotecas, para que sientan ese enlace mágico que hay y surge entre el Libro y el lector, una vez que te atrapa, ya no deja, y aumenta la imaginación de los niños y estudiantes….hay que aprovechar esos espacios y potencializarlos al máximo, hay que insister en ello, saludos

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