Invitación al vegetarianismo

Por Yobaín Vázquez

Decepciona que un recién conocido revele con orgullo su vida vegetariana. Para un omnívoro irredento como yo, no existe una explicación sólida de por qué cierto tipo de personas se privan de chuletas, costillas y alitas de pollo. Pienso que un vegetariano no puede ser de confianza, ya que está impedido para compartir alimentos en camaradería. Esto debe ser un vestigio del instinto carnívoro que aún ronda en la cabeza de muchos homo sapiens que, al igual que yo, rehúsan dar el salto hacia la alimentación verde.

Cada vez que topo contra una tienda o restaurante vegetariano es una sacudida a mis creencias omnívoras. Puedo pensar, “esto no es más que una pose”. Pero de inmediato surge el contra argumento: consumir de todo también es una pose, o mejor dicho, un aprendizaje cultural. Nos enseñan que “comer es un placer” y con esta máxima tenemos licencia para deglutir desde los más finos cortes de carne hasta insectos y escamole. Poca importancia le damos al objetivo primordial de la comida; a saber, proveernos de nutrientes.

El cineasta Lee Fulkerson nos invita a pensar la comida desde esta óptica en el documental Tenedores sobre cuchillos (2011). El argumento central es que los alimentos de origen vegetal son suficientes para satisfacer el hambre de un individuo y proporcionarle vitaminas, proteínas y todo tipo de sustancias favorables para el correcto funcionamiento del cuerpo.

Sustituir de nuestra dieta carne, grasa y frituras nos puede parecer una idea radical, pero ese es el objetivo de la película, romper con nuestra apacible comodidad gastronómica. La carne, por ejemplo, es un alimento del que podemos prescindir. En otros tiempos fue necesario para la sobrevivencia de la humanidad, ya que se necesitaban altos niveles de calorías para las numerosas actividades diarias. Ahora, con el predominio del sedentarismo y de estilos de vida menos activos, ya no es necesario consumir tantas calorías, pues sólo se almacenan y causan estragos ya conocidos por todos: enfermedades cardíacas, sobrepeso y diabetes.

Cuesta aceptar esta información. Todo buen comilón tratará de objetar que la clave de una dieta saludable está en el equilibrio. Lo cierto es que no sabemos ni queremos ese equilibrio. Comemos hasta saciarnos o no comemos. Tenedores sobre cuchillos no ataca a los alientos por atacarlos, ofrece puntos válidos para atraernos al vegetarianismo. Nos dice que una dieta con base en alimentos de origen vegetal puede controlar y revertir enfermedades crónicas. Presenta varios casos de personas que vivieron con medicación diaria y a partir de un cambio en sus hábitos alimenticios han dejado las píldoras, bajan kilogramos y mejoran su calidad de vida. ¿Lo hicieron equilibrando vegetales y carne? No, tuvieron que padecer comida verde tres veces al día hasta que le encontraron algún sabor y llegó a parecerles placentera. Así es la comida, nos destruye o nos transforma.

No quisiera parecer un proselitista del vegetarianismo, nadie menos adecuado que yo para exhortar que todos llevemos una vida saludable, pero vale la pena dejarse abofetear por un documental como Tenedores sobre cuchillos. Hasta el más orgulloso de los trogloditas se cuestionará lo que estamos llevando a nuestros estómagos y cuáles son sus efectos en nuestros cuerpos.

Al menos queda una invitación al vegetarianismo para todos (incluido yo, que escribo esto con una empanada de carne en la mano), pronunciado por el doctor Terry Mason, comisionado para la salud de la ciudad de Chicago: “Si camina, trota, nada, se arrastra, tiene ojos, una madre y un padre, ¡no se lo coma!”

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