El espejo cóncavo o la osadía de aceptarse gordo II

-Cabe aclarar -antes que nada- que soy una persona que tiene sobrepeso.

Nahum está sentado en el escritorio de un salón de clases vacío, ocupa el sitio del profesor. Semanas antes, en otro salón, había platicado ampliamente del libro «Gordas. Historia de una batalla» de Isabel Velázquez, una novela que aborda el tema no desde una perspectiva castigadora, sino crítica hacia la gordofobia. Citó, preguntó, afirmó, negó y se cuestionó a sí mismo y a nosotros, que oíamos. Como ahora:

-Desde primaria tengo la noción de que sí, tengo sobrepeso y he intentado, a lo largo de mi vida, varias cosas. Logré bajar algunos kilos pero siempre, por desánimos o no sé por qué cuestiones, vuelvo a tener el mismo peso. Creo que no he tenido problemas de autoestima ni psicológicos que muchos atribuyen a esta «condición». Así que mi interés en el tema no es tanto por una cuestión personal, sino porque creo que debemos incrustarlo en un contexto más general que es la inclusión. Me parece que una de las cosas que deben caracterizar los tiempos que estamos teniendo es que la gente se acepte a sí misma y sobre todo acepte a los demás. Las diferencias -en lugar de ser obstáculos insalvables- deberían de ser alicientes para que podamos comprender al ser humano en toda su complejidad.

-La novela de Isabel Velázquez cayó en mis manos desde hace diez años y no es que yo sea une eminencia en el tema pero he procurado, dentro de mis actividades, irme familiarizando con textos en ese sentido. La gordura debería ser tomada como una condición que puede provenir de varios factores. Lo que se plantea como discurso dominante es que el gordo es aquel que carece de control, de disciplina en el sentido más amplio, cómo nosotros podemos ponernos frenos, controlar nuestras actividades y necesidades físicas. Si bien es cierto que hay muchas personas que tienen alguna especie de descontrol al comer, hay otras causas de la gordura que están vinculadas con problemas hormonales. Leía la historia de una muchacha en Estados Unidos que era una bailarina delgada pero por un problema hormonal ha subido hasta los 170 kilos y eso en el mundo del baile es inaceptable, ella se asume como una flaca en el cuerpo de un obeso. Ese tipo de planteamientos son que los que hacen a uno reflexionar. Ella inaugura un movimiento que se llama Nobody Shame que originalmente pugnaba por la aceptación con sobrepeso y obesidad pero que ha hecho eco en otras condiciones humanas. En cuestiones de salud el problema es muy grave porque hay un discurso médico y defendido por instituciones de salud del estado mexicano que atribuyen a la obesidad problemas de salud pero como «yo tengo el propio control y las herramientas para salir de esa condición» han tirado una línea como la diabetes, el colesterol y otras enfermedades derivadas de la obesidad que ya no serán subsidiadas para su tratamiento en instituciones públicas. Es grave en un país como México que tiene un problema de diabetes muy grande.

-¿Podría considerarse la gordura como una fobia o una discriminación?

-En la primaria sí recuerdo que hacían referencia a mi persona como un gordo que no podía correr, jugar futbol, y eso yo también lo veo frente a un grupo como maestro. Los alumnos que experimentan sobrepreso tienden a ser un poco más tímidos, reservados que sus demás compañeros. Obviamente no estoy diciendo que esa sea la razón pero he hablado con alguno de ellos y han referido que desearían pasar lo más inadvertidamente posible por esta situación ya que han experimentado burlas en la secundaria y piensan que pasarán por lo mismo. En los medios de comunicación se plantean una idea de que hay que bajar de peso.  Cuando uno ve los canales de televisión abierta de estas dos grandes cadenas nacionales yo creo que hay un buen porcentaje de la publicidad que va encaminada directa o indirectamente en anunciar produtos que tengan que ver con bajar de peso: productos light, programas cómicos que utilizan al gordo como protagonista de chistes. No podemos hablar de los negros, de las mujeres como un ser inferior pero los gordos sí podemos burlarnos porque no hay aparentemente una ley social que prohíba eso. Creo que hemos malentendido el asunto porque todo lo que plantea discriminación, exclusión, todos los fundamentos no están diciendo que no debes discriminar a éstos, sino a nadie en general.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el 40% de los alumnos en nuestro país sufre acoso escolar, de éstos, se cree que cerca del 60%  son obesos. En las últimas dos décadas, el porcentaje de personas que padecen trastornos alimenticios como anorexia y bulimia se triplicó, sólo en nuestro país. En 2014 la Secretaría de Salud de México dio a conocer en una en cuesta, que el 25% de las personas cuestionadas confesaron que al menos una vez habían dejado de comer 12 horas por miedo a engordar.

-Durante la conferencia que realizó habló un poco acerca de este miedo, ser gordo de closet. ¿Podría hablarme un poco más de ello?

-Me tocó verlo hoy. Dentro de las lecturas de un examen diagnóstico venían dos textos científicos  y uno de ellos se titulaba «¿Y dónde quedó el gordito feliz?» en la actividad, los alumnos tenían que ordenarlo y se plantea la idea de que las personas con obesidad se exponen a que la gente se burle de ellos. Y a eso me refiero. Hasta el propio sistema educativo te está diciendo que no. La obesidad es un criminal al que debes tener miedo. Los mayores problemas de autoestima a nivel bachillerato pasaban por eso. Bauman habla de los miedos líquidos, la sociedad del siglo XX y XXI se caracteriza por tener miedo a cosas intangibles, monstruos que la gente ha creado y que están en la cabeza. Antes tenías miedo a un desastre nuclear, cosas plausibles, pero ahora le tenemos miedo a todo. Somos una sociedad mentalmente enferma porque le tememos a las personas por lo que son: a la homosexualidad, a las personas con sobrepeso, pero incluso las que son delgadas y no tienen problemas de sobrepeso tienen miedo a ser obesos. Porque hay toda una campaña de sistemas de salud, educativos y culturales que me dicen que ser gordo está mal.

-¿Cree que los parámetros de belleza en cuanto al peso se refiere, afecta más a mujeres que a hombres?

-En mi experiencia personal yo creo que sí porque si bien hay modelos de belleza internacionales, nacionales y locales tanto para hombres como para mujeres el mayor peso de estos estándares han recaído históricamente en las mujeres. Son ellas las que tienen que verse bien, recurrir a toda clase de artilugios para verse bellas. Hemos llegado a una etapa en la cual se ha agudizado más en las mujeres.  Hay varios autores que plantean que en general se puede decir que la gordura está asociado esencialmente a la mujer porque a los hombres con sobrepeso y obesidad se les otorga características femeninas, se les feminiza. No sé exactamente por qué. Quizá por la idea de que la gordura es un problema de disciplina y al no tener la disciplina para controlar tus impulsos obviamente estás demostrando debilidad y como la debilidad es una característica que se ha asociado a la mujer, ser un hombre gordo es un hombre débil, y por lo tanto estás más vinculado con las mujeres.

Hay una línea muy gruesa entre el grado de obesidad que propicia enfermedades graves, y la descabellada idea de subir dos o tres kilos y hacer lo posible porque esto no suceda. ¿La gordofobia hace que esa línea gruesa se vea delgada?

-El acceso a los medios de comunicación incluso redes sociales, smartphones, han hecho que los estereotipos negativos se extiendan. Si estos mismos instrumentos se utilizaran para estas campañas que tratan de reivindicar la cuestión de la obesidad, de que ser persona con sobrepeso es sinónimo de ser infelices, si se revirtiera en los medios, y en directrices de inclusión dentro del sistema educativo, con esos dos canales a nuestro favor podemos hacer que todo este daño que se le ha hecho históricamente a las personas con sobrepeso vaya eliminándose y vaya dándose paso a una época de mayor inclusión. Ahora vemos marchas y colectivos a favor de la universalidad sexual, más que particularizar la inclusión, deberíamos impugnar por una inclusión en general.  No podemos sectorizar la inclusión. La persona que se sienta bien con su cuerpo tal como es, hombre, qué bueno. Muchos que se supone que tienen las figuras perfectas y los cuerpos perfectos a lo mejor no lo son tanto. Es difícil porque va en contra del sector económico porque lo que está dejando ahora es esta industria que va a combatir la obesidad. El debate está sobre la mesa, incluso en la literatura. Es una de las condiciones humanas y hay que analizar toda la información posible.

Por Katia Rejón

Ilustración: Maryliz Tamez

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