De la Alegría a la Tristeza: historias de barrio

Por Jesús Cámara Ríos

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El antiguo barrio de Santa Ana, situado al norte del centro de la ciudad (calle 60 por 47) se distinguía por ser constituido de pequeñas chozas habitadas en su mayoría por artesanos y trabajadores que se encontraban alejados del centro de la ciudad en donde se establecían los españoles acaudalados. El crecimiento de este barrio comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII cuando el entonces gobernador del estado, el general Antonio de Figueroa y Silva ordenó la expansión de la calle que comenzaba desde el palacio episcopal y se extendía hacia el norte, llegando en ese entonces solamente al parque de Santa Lucía. Desde entonces, el parque junto con el barrio y su iglesia muestran una constante evolución y se han distinguido por estar rodeados de comercios dedicados a la artesanía y al trabajo manual meridano.

Entre ellos, se encuentra uno en particular que se distingue tanto por su nombre como por la larga trayectoria que ha tenido. “La Tristeza” es el nombre que lleva la tlapalería de la familia de don Luis Gamboa que abrió sus puertas desde el año 1964. Particularmente adoptó ese nombre ya que la familia Gamboa se dedicada al negocio de las herramientas y contaban con un local llamado “La Alegría” ubicado detrás de la iglesia del barrio de Santiago. Por la necesidad de mantener a su familia y su espíritu emprendedor, don Luis a la edad de 24 años emprendió otro negocio similar, pero en un barrio distinto de la ciudad buscando contrastar con su antiguo establecimiento.

El gusto de la familia por las tlapalerías comenzó debido a que ofrecen artículos que no son perecederos, incluso argumenta tener artículos alma- cenados desde hace más de 20 años que aún siguen en perfecto funcionamiento a comparación de establecimientos que desechan un porcentaje de su dinero con insumos descompuestos lo cual le hace pensar que es uno de los principales motivos por el que muchos establecimientos han cerrado e incluso vendido sus locales a los alrededores.

Al entrar a la tlapalería, inmediatamente puedo observar los muebles viejos, las cajoneras antiguas que ya no suelen utilizar las tiendas y los muebles más altos cubiertos por una densa capa de polvo. Caminando entre los pasillos traseros me topo con anaqueles que contienen cientos de pequeñas puertas, cada una con la etiqueta señalando el artículo que puedes encontrar dentro de ella, sin duda, “La Tristeza” no busca esconder el tiempo que lleva en e negocio de las tlapalerías, incluso, es don Luis el que nos cuenta acerca de la apariencia del lugar, dice estar orgulloso de él, ya que al paso de los años ha visto la transformación del barrio, pero su negocio sigue estando tal cual a como lo abrió en el 64, dice estar alegre de permanecer atrapado en el siglo pasado.

El nombre, junto con la fachada y la apariencia del lugar le han dado la fama y el reconocimiento que ahora tiene, incluso apareciendo en programas de la televisión nacional. También, don Luis se siente alegre cuando parte del turismo pasa por las puertas de su local y después de mirar un poco hacia adentro comienzan a entablar una conversación o incluso, tomarse una fotografía con él y sus productos.

De esta manera don Luis ha visto pasar tantos años como negocios desde su local ubicado frente al parque y destacó que en los últimos años, el barrio ha tenido un nuevo florecimiento desde que se remodeló el parque y su mercado, debido a que atrapa a los turistas con su arquitectura colonial y el negocio de las artesanías, el bordado a mano, la escultura y la gastronomía que han caracterizado a Santa Ana desde hace casi 250 años.

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