Antes me consideraba un escritor que lee, ahora un lector que escribe: Juan Domingo Argüelles

Por Katia Rejón

Juan Domingo Argüelles ha estudiado el tema de la lectura desde hace diez años. El escritor quintanarroense afirma que la reflexión de la lectura tiene que hacerse desde muchas perspectivas. ‘Historias de lecturas y lectores’, libro de la editorial Océano presentado en la Filey  2015, recoge dieciséis de las múltiples perspectivas que puede haber entorno al tema de la lectura, a través de entrevistas a escritores y grandes lectores como Alí Chumacero, Efraín Bartolomé, Rodolfo Castro, Francisco Hinojosa, José Agustín, Fernando Escalante Gonzalbo, Julieta Fierro, Carlos Monsiváis, Michèle Petit, Elena Poniatowska, Eduardo Río, Rius, Felipe Garrido, Gregorio Hernández Zamora, Mónica Lavin, Carlos Lomas y Juan Mata.

¿Por qué escribir sobre leer?

El tema ha sido abordado por escritores que hablan sobretodo de su gusto por cierto tipo de lectura. La reflexión de la lectura tiene que hacerse desde muchas perspectivas, porque a veces cuando la hace un escritor supone que todos tienen o debieron tener la posibilidad de leer. A veces no consideran que ellos son parte nada más de una circunstancia favorable. Muchas personas no leen no porque no quieran leer, sino porque nunca tuvieron acceso al libro, a alguien que fuera como un mediador entre el libro y ellos. He recurrido a investigaciones desde la perspectiva sociológica, política, económica, y he revisado ciertas cosas que me parecen que son importantes de destacar.

Creo que la lectura es un ejercicio extraordinario para los que conocemos que es extraordinario y hay personas que no lo saben y que pueden creer que la lectura no es para ellos. Busco reflexionar y provocar reflexión en las personas que están leyendo o promoviendo la lectura de cierta manera, que a mí me aparece un tanto dogmática.

En un libro como éste, busqué presentar dieciséis historias de vida de personas que son lectoras consumadas y no necesariamente todos son escritores. La lectura no es sólo de literatura, sino también de filosofía, psicología, religión, ciencias. Un lector atento con iniciativa lee absolutamente de todo. No se centra en un género o sólo en la literatura. Hay que reflexionar sobre el tema, más aún cuando en México la literatura ya se hizo moda. Quiéralo uno o no, hay un discurso político insistente sobre la lectura, como el Consejo Empresarial que promueve veinte minutos al día. Y muchas veces lo hacen desde una perspectiva de absoluto desconocimiento sobre lo que es la lectura.

¿Entonces este libro está dirigido a lectores o promotores que quieran expandir este gusto por la lectura?

Mi lector hipotético es un lector que está trabajando con lectores: profesores, promotores de la lectura, bibliotecarios, todos aquellos que tienen una opinión sobre lo que es leer. Yo podría haber escrito un libro de reflexión como los otros que he escrito en torno a mis pareceres o mis puntos de vista sobre la lectura, sin embargo, lo que quise en este caso es mostrar que otros puntos de vista sobre la lectura tienen también coincidencias y divergencias en relación con una determinada pregunta, por ejemplo: ¿la lectura hace mejores a las personas? Ese es un tema en el que no entra nada más la cuestión técnica sino también la cuestión moral y cuando uno moraliza puede correr muchos riesgos porque al moralizar está integrando algo que puede resultar equívoco y a veces injusto. Lo que sí creo yo es que más allá de las respuestas (que da cada uno tiene y son respetables),  la aspiración de la lectura sí debe tender a hacer mejores a las personas no nada más desde un punto de vista técnico, sino también desde un punto de vista humano.

Me parece que una persona que haya leído libros significativos no puede actuar de una forma ilícita o contraria al bien de los demás porque no tiene una defensa como sí la tiene un analfabeta. Al analfabeta le podemos perdonar más que sea un patán, que sea una persona dañina, pero no se lo podemos perdonar a una persona que tenga lecturas.

Cuando Hitler tenía a su equipo de matones muchos de ellos eran gente que había leído bastante bien y que tenía un amplio conocimiento de la cultura. Desgraciadamente, hoy la lectura escrita, el conocimiento, no nos ha servido para poner un muro frente al mal, y no nos ha servido porque nos ha faltado una ética de la lectura. Creemos que leer es ser mejor técnicamente, creemos que la lectura aspira a ser mejores lectores. Yo creo que no, que la lectura debería aspirar a ser mejores ciudadanos.

En el libro hay dos entrevistas que redirigen la utilidad del libro y si destacan entre las demás, es porque la mayoría de los entrevistados relaciona al libro directamente con el placer. Sin embargo, Gregorio Hernández Zamora dice: “Al definir a alguien como lector o no lector en función del tipo de material que consume (“buenos libros”) y de la finalidad con que lee (“por placer”) se le aísla de su medio sociocultural, de sus identidades sociales, de los grupos sociales a los que pertenece y a sus posibilidades educativas”. Esta entrevista en especial es interesantísima. Si bien, Juan Domingo Argüelles tiene una serie de preguntas que a veces repite entre los entrevistados, las preguntas a Gregorio Hernández están entrelazadas con sus respuestas. Como diría Jorge Ramos: es una entrevista en la que entrevistador y entrevistado danzan.

Por otro lado, Michèle Petit afirma: “…en estos tiempos en que muchas personas se interrogan sobre la reparación o la capacidad de reconstruirse tras un traumatismo, la contribución irreemplazable de la literatura, del arte, de la actividad psíquica, al pensamiento, a la vida simplemente, sigue subestimándose”.

Hablando de estas diferencias ¿las opiniones de Michèle Petit, Gregorio Hernández Zamora y los demás entrevistados son excluyentes entre sí o pueden complementarse?

Yo creo que conforme va uno leyendo el libro se va dando cuenta que no sólo hay un diálogo, sino una discusión. Esto es lo más interesante del libro. Gregorio Hernández plantea una cosa muy interesante de la que muy pocas personas hablan, que el libro se ha convertido en una especie de monumento frente al que todo el mundo se inclina con un sentido religioso y que podríamos denominar con la famosa palabra de Marx: “cosificación” de algo que acaba siendo más importante de lo que nosotros podríamos hacer con ello. Entonces algo se cosifica cuando acaba convirtiéndose en lo fundamental y el libro en realidad no tendría por qué ser fundamental sino lo que produce el libro en el lector.

En el caso de Michèle Petit hay una postura también muy interesante porque dice que los libros pueden servir para reconstruir. Ella no habla del tejido social del que tanto se habla políticamente pero sí de la construcción y la reparación espiritual de cada quien. En ese sentido me parece que es indiscutible que un libro puede ayudar a muchas personas en un momento determinado de su existencia. Ella valora al libro más allá de la utilidad y más allá del placer porque si planteamos las cosas en el placer es obvio que no deja de ser una la lectura autónoma de alguien a quien no le importa nada más y en el caso de la utilidad, sirven para estudiar, pasar exámenes, hacer cosas para el trabajo y tiene que ver con la famosa lectura instrumental. Yo creo que más bien la lectura la hace cada quién por su propio gusto y esa transformación puede traducirse en mejores formas de convivencia y existencia.

Muchas veces estas opiniones se exponen en una mesa redonda de forma poca elaborada, y aquí están planteadas con razonamientos muy pensados. Las entrevistas sirven para mostrar una cosa fundamental: la lectura no es una ciencia, no estamos hablando de métodos científicos ni de recetas para ser lectores, ni sabemos qué va a pasar con personas que leen. Se puede convertir en un insoportable pedante pese a que tenga una gran conocimiento de la literatura, filosofía de lo que sea; o bien en una persona más tolerante a partir de que ha leído y se ha tomado conciencia sobre ciertas cosas. Hay lectores egoístas, hay solidarios y hay por supuesto lectores que consideran que lo más importante es leer un libro tras otro como si estuvieran fumando cigarrillos. Sólo consumen, cuando otros lectores pueden leer 10 libros al año pero que los leen con todo el gusto, con toda la pasión y que lo integran a su existencia.

Hay un factor común en las entrevistas, todos comienzan cuando son jóvenes o incluso niños. ¿Es más difícil para un adulto acercarse a la lectura?

Sin duda. Yo creo que la lectura es un ejercicio que como todos los ejercicios de iniciación, se consigue un mayor dominio cuando empiezan desde temprano. Las grandes bailarinas lo han hecho desde niñas, los grandes músicos lo han hecho desde niños. Si en la familia leen, el niño más pequeño se acerca un poco a eso. Y cuando no es así obviamente a una persona que de pronto a los treinta o cuarenta años se le ocurre pensar: Yo no he leído nunca nada, pero de pronto veo que la gente lee y comenta cosas, me voy a acercar a un libro. Le costará más trabajo. Pero si tiene aptitud y encuentra el libro adecuado que le despierte esa pasión, sin duda alguna puede conseguirlo pero será más difícil, ¿por qué? porque está en una desventaja con los que comenzaron de niños con cosas elementales para llegar a cosas más complejas. Y muchas veces los lectores tardíos o comienzan con cosas muy complejas o con cosas muy elementales lo cual también acaba siendo contraproducente, porque los que empezaron de niños ya pasaron por la iniciación y hoy que tienen veinte años de lectura, tienen una mayor experiencia que los hace distinguir una cosa de otra. En cambio, un lector que empieza tarde creerá que el Código Da Vinci de Dan Brown es la obra magna de la humanidad porque no ha leído la Divina Comedia, o no ha leído el Quijote, o Balzac.

En el libro hay un debate sobre la literatura infantil, si es un invento de la pedagogía y la psicología, o si es buena porque es pertinente para los niños. ¿Cuál es su opinión?

Yo creo que sí ayuda y por supuesto que los niños de hoy tienen una mayor posibilidad de iniciación literaria porque hay excelentes colecciones de libros. Los del FONCA, los de “A la orilla del viento”, Alfaguara, los de múltiples editoriales, casi todas las editoriales comerciales, Océano también tiene libros infantiles. Todas las editoriales que han cobrado conciencia de la lectura tienen un área de literatura infantil o de iniciación a la lectura. Y generalmente va a acompañada de imágenes, no solamente es texto. Hace que los libros sean estéticos, artísticos, donde no sólo se lee el texto sino igual imágenes. Antes no había esto. Por ejemplo en la entrevista de José Agustín queda de manifiesto cuando dice: Yo nunca pasé por los libros infantiles, cuando yo tenía 11 años leía libros monstruosos que los niños jamás habían leído y ¿por qué los leía? porque mi papá los dejaba por todos lados y yo comencé leyendo libros de sexualidad.

Bueno, fue afortunado José Agustín porque más lo que le atrajo de esos libros fue el morbo y el morbo mueve mucho a la gente, entonces gracias a eso se dio cuenta que los libros también tenían un placer culposo.

¿Tienen alguna oportunidad los niños que no viven en contextos donde la lectura esté presente o tengan el ejemplo en la familia? ¿Hay lectores innatos?

Sí, yo creo que sí los hay. Cuando formulo la pregunta a cada uno de los lectores: “¿Existe una predisposición especial para hacerse lector, al igual que otros se hacen toreros, futbolistas, etcétera?” Las respuestas son diversas pero creo que la respuesta que corresponde más a la realidad es que todo el mundo puede ser lector si tiene la oportunidad en ese momento y llega al libro adecuado y consigue entablar una empatía con lo que está leyendo, sin embargo, creo que hay ciertas predisposiciones que hacen más fácil acercar la lectura a alguien.

Las afirmaciones que hace Luis González de Alba cuando dice que alguien que va a ser deportista ya trae también cierta estructura genética, muscular y esquelética que lo va a llevar a desarrollarse mejor, pero que una persona que quiera ser basquetbolista y que tenga mi estatura pues por más que se esfuerce no conseguirá competir con los grandes.

Todos podemos jugar al basquetbol, todos podemos hacer aquello que queramos como si fuera un disfrute amateur, y en el caso de la literatura pasa lo mismo: todos podemos leer y no nos vamos a convertir necesariamente en los más grandes lectores que hablan sobre libros o que se profesionalizan en ello. Pero ¿qué es lo más importante? Que forme parte de las prácticas de cada quién independientemente de aquellos que nacieron con una predisposición especial. Sí hay una predisposición porque si no, como dice Luis González de Alba: ¿cómo es posible que personas que jamás han tomado clases de dibujo y de perspectiva son unos dibujantes magníficos?

El propósito de la lectura es que todo el mundo tenga la oportunidad de leer, y es precisamente lo que no se ha dado este país: el derecho a la lectura como un derecho humano. En donde todo el mundo pueda tener derecho a los libros y pueda tener acceso a la lectura y que después decida ella misma si quiere seguir leyendo o no, pero que no quede por la falta de oportunidad porque muchas veces lo que se está diciendo es que la gente no lee porque no quiere. No es cierto. Esto no es tan exacto porque si mucha gente lee el libro vaquero, y lee las revistas de farándula, y lee todo el tipo de publicaciones banales y frívolas es porque todo eso responde al nivel educativo, social y económico en el que vive. Difícilmente una persona que lee el libro vaquero, de la noche a la mañana va a cambiar el libro vaquero, por la Divina comedia. Estamos hablando de que también la educación y el bajo nivel educativo que tenemos en el país ha afectado que se extienda la lectura a otros niveles.

Carlos Monsivais habla en el libro de una especie de correspondencia con la literatura al escribir, ¿todos los grandes lectores son siempre escritores?

Es probable que todos los grandes lectores acaben escribiendo algo, se convierten en gente que practica la escritura, una de las cosas que no debemos hacer es segmentar lectura de escritura. El gran problema que tenemos en México y en otros países es que hablamos de la lectura como un consumo, el lector es el que consume libros, el que consume periódicos y revistas. Pero un escritor es quien lo produce, la lectura tiene que ir emparejada de la escritura para que la gente sea lectora y productora de textos.

Con internet esta utopía parece que se cumplió, ¿por qué? Porque nunca antes la gente había leído tanto y nunca antes la gente había escrito tanto. Hoy hasta los que tienen twitter hasta los que tienen blog, y están en redes sociales, están produciendo textos, no literarios, hay que aclararlo, no artísticos. Son textos de comunicación y vínculos, de cualquier forma son prácticas de escritura que hacen que la gente se exprese.

Mucha gente que escribe, no escribe literatura. Mucha gente que lee, no lee literatura. Hay que distinguir que nunca antes se había leído más y nunca antes se había escrito más pero también habría qué ver qué es lo que se está leyendo y qué es lo que se está escribiendo. Y claro que el libro tiene una ventaja a lo demás, porque pasa por una serie de filtros para que consiga llegar a ser un libro impreso, en cambio en Internet es en realidad la cristalización del ágora donde todos podían levantar la mano e intervenir, el ágora pública. Donde no está impedido a nadie decir su opinión, eso es Internet, en cambio la lectura del libro sigue teniendo un concepto formativo.

No es lo mismo leer un fragmento de Marx en internet y decir que ya conoce uno a Marx que haber leído al menos el Manifiesto Comunista completo y decir: bueno, yo conozco el manifiesto de Marx. Quiero decir que el libro seguirá siendo una unidad, un concepto orgánico y sí tenemos que ver que no siempre internet lo resuelve.

¿Los best-sellers, los libros de moda ayudan o perjudican a la formación de un lector?

Yo creo que ayudan. He venido sosteniendo contra todas las opiniones cultas y políticamente correctas que la gente tiene derecho a leer lo que se le pegue la gana. Y ningún tipo de literatura daña en lo absoluto, lo que es más yo avalo esta sentencia con una frase de Vargas Llosa que dice que quizá los novelistas serios son aquellos a los que va a llegar un lector después de haber sido preparado por aquellos libros banales. Y que son tan importantes como los autores serios puesto que permiten el acceso a ellos luego de haber iniciado con ciertos autores que no eran para ellos para nada canónicos. A un recién nacido uno no le puede dar un filete, le tiene que dar papillas, le tiene que dar leche materna, le tiene que dar alguna sustancia que tiene que deglutir y mientras vaya avanzando la alimentación se va haciendo más rica y más compleja. En el caso de la lectura pasa lo mismo.

Yo nací en la ciudad de Chetumal, aunque me fui joven a México, de donde soy no había libros, no había bibliotecas, librerías, los pocos libros que había en casa mi padre los llevó por considerar que en una casa respetable no podía estar ausente de libros. Ahí leí mi primer libro sin que nadie me obligara, ”Corazón, diario de un niño”. Leí historietas, leía todo lo que hacía Walt Disney todo lo que las famosas historietas de Archie, Kalimán, Fantomas, pero había un ejemplo de lectura en la casa, mi padre leía novelitas del oeste. Mi padre leía por placer, por gusto absoluto, no para ser culto, leía porque le gustaban las historias.

¿Qué quiero pensar hoy? Que yo tuve un ejemplo de lectura, y ese ejemplo de lectura es que había que leer lo que a uno le gustara. Y mi padre leía, y sigue leyendo aquello. Mi padre no llegó a Shakespeare, mi padre no leyó a Dante, y no llegó a Balzac. Pero no hace falta. Cada quién en este mundo llega a sus límites pero esos límites están establecidos por su formación cultural, por su educación pero lo más importante, no podemos juzgar en este mundo en cuanto a calidad moral, calidad intelectual nada más porque lean más o menos libros. Hay personas analfabetas extraordinarias y hay muchas personas cultas que son horrorosas.

La educación la escuela y la incapacidad económica determinan esto, el medio es fundamental , determina las capacidades de las personas y sobretodo sus gustos.

En el epílogo habla un poco sobre las equivocaciones de la promoción de la lectura, ¿puede comentarme un poco más sobre esto?

Hemos equivocado el rumbo por la arrogancia, creemos que la lectura debe plantearse desde la perspectiva de que las personas se vuelven más importantes leyendo, y siempre se dice eso. Es falso. Conozco cientos de personas que leen mucho y que no son importantes en el sentido de la connotación social que es la que determina la importancia en este país. Y conozco también aunque no soy íntimo de personas que leen muy pocos libros y que son muy importantes porque son connotados sociales, es decir, son aquellos que se dedican a hacer dinero, en altos puestos, que tienen altos nombramientos en la esfera política, económica y social del país y que no leen libros. No creo que sea un mal ejemplo, ni que sorprenda a nadie decir que se puede llegar a ser presidente sin que se hayan leído muchos libros.

La promoción de la lectura se ha orientado a un ejercicio estadístico más que cualitativo, me parece que es un gran error. La estadísticas van aumentar cuando consigamos que la gente lea por placer, su placer va a ser tal que de un libro pasará a otro y eso aumentará la estadística, y aquí se procede al revés, si los avergüenza el 2.9 libros per capita del país, a los niños y adolescentes en las escuelas se les somete a la obligación de que en lugar de leer diez libros, lean veinte dentro del curso. Pero les exigen evidencias de la lectura, entonces los niños hacen reportes de libros que no leyeron porque se fueron al Rincón del vago, a Yahoo tareas y ahí resolvieron su problema. Estamos haciendo trampa y favoreciéndola.

Pienso que si hubiera un tiempo de lectura en la escuela, durante el curso se leyeran dos libros, o tres libros en el aula y que se compartiera la experiencia de la lectura, eso sería mucho mejor que hacer veinte informes de lectura de veinte libros que no han leído. Esto no es impactante, no se hace porque lo que se quiere es aumentar las estadísticas y las estadísticas corresponden a la cantidad de libros leídos. ¡Triunfalmente estábamos en 2.9 y pasamos a 3.5!, ¿cómo se consiguió la magia?: obligando a los muchachos a entregar reportes de lectura.

No es la manera. Uno no va a conseguir que las cosas cambien, porque las estadísticas cambien. Vamos a seguir con los mismos problemas de lectura porque hemos logrado elevar estadísticas artificialmente y eso es lo que me parece grave.

¿Qué otras cosas habría que modificar o dónde deberíamos enfocarnos para cambiar esto?

El problema de la lectura pasa por dos puntos esenciales: la familia y la escuela. Son los fundamentales. Si un niño vive en un ámbito donde se lee, sin duda alguna tendrá más facilidad. No digo que será lector pero tendrá más facilidad de acceso al libro.

La escuela tiene que abrirse al concepto de placer. Porque la lectura es eso. Pero la escuela no se abre al placer porque considera que el placer no se puede calificar. Todo lo que pasa por las escuela debe pasar por una calificación.

Pero cuando el niño tiene ambas carencias, difícilmente se va a hacer lector por más que lo obliguen a leer el Periquillo Sarniento para hacer una tarea.

La escuela sigue aferrada a pensar que no le corresponde el formar lectores sino al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Yo creo que sí le corresponde a la Secretaría de Educación Pública porque cuenta con el programa de Lectura y Escritura, pero es un programa que está hecho por personas que forman parte de la burocracia, a diferencia del programa del CONACULTA que son las Salas de Lectura hecha por voluntarios. Nadie les paga un centavo. ¿Quién hace entonces mejor su trabajo? Aquél que lo hace por pasión. En cambio los otros están ahí porque ahí los pusieron.

Además, las experiencias de lectura deberían ser contadas a los niños. ¿Cuánta gente que estudia psicología, filosofía, literatura, derecho, puede salir como parte de su servicio social y contarle a los niños cómo ha hecho su vida, qué estudió, qué leyó? Este ejercicio siempre fascina a un niño que nunca ha visto un personaje así y puede despertar un interés a diferencia de un maestro que todo el tiempo le está obligando a hacer cosas.

Habría que abrir una clase que se llame Didáctica o Enseñanza de la literatura o de la lengua, y que no existe. Una didáctica de la cultura escrita como existe en España donde se leen textos y se analizan y se comenta. Y que obviamente le dará una dimensión mayor a lo leído.

La escuela mexicana no es receptiva a nada de esto, a la escuela le parece que está bien como está. Están oponiéndose a cualquier modificación. Las autoridades tienen recursos, tienen las cosas para hacerlo pero lo que siguen haciendo es todo aquello que no ha funcionado y que ha demostrado durante décadas que no funciona, me parece que tendríamos que encontrar un mecanismo para involucrar a los padres junto a la escuela porque no se puede prescindir del ámbito familiar que determina mucho a los niños. Siempre será mejor que no hacer nada. El problema es que en México se cree que bastan los spots, que basta el discurso para resolver las cosas, pero no ven las acciones. Ese es el gran problema que tenemos.

Cuando termina de hablar queda un silencio de ideas en el ambiente, se escucha una licuadora y a algunos hombres tomar el café, sonríe y lo escucho decir:

-Yo hablo mucho.

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